I. Extraño

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Una ligera lluvia caía sobre Seúl. El sol se había ocultado hace unos minutos y la ciudad fue cubierta por oscuras nubes. A Sungkyu, le resultaba placentero escuchar el sonido que producen las gotas al caer y admirar como las mismas se deslizan lentamente sobre el vidrio empañado.

Para él no existía mejor entretenimiento.

Volvía a recordarse que él no tenía tiempo para eso, No cuando trabajaba día y noche para pagar la mensualidad del pequeño departamento. No cuando su hermano menor necesitaba ir al colegio y muy pronto la universidad.

En ocasiones, cuando le entraba ganas de renunciar a todo, recordaba su vida; el abandono de su madre, el suicidio de su padre y aquella nota que encontró adjunta sobre el retrato familiar.

"Lo siento, hijo. Cuida de myungie y sean felices"

¿Feliz? Aún se preguntaba cómo podría ser feliz luego de lo que tuvo que pasar para seguir adelante, sin nadie más que su pequeño hermano. Después de cinco años, de guardar absolutamente todo dentro de sí sentía que ya nada podía dañarlo, nada lo lastimaría.

Sólo si se tratará de lo único importante en su vida como lo es Myungsoo. No dudaría en renunciar completamente a vivir.

Aunque no sea un secreto para Sungkyu saber que el menor se avergüenza de él.

-¿Ramen otra vez?

Inquirió myungsoo dejando los palillos a un lado. Sungkyu no le prestó atención y siguió depositando una enorme cantidad de fideos en su plato.

-¿Cuándo podremos comer algo decente? ¿hyung, es todo lo que tenemos?

-Si.

Una simple palabra pronunció el mayor.

Estaba tan ocupado en devorar la comida ya que por no gastar prefirió saltarse la hora de almuerzo y seguir trabajando.

-Si quieres kimchi le puedo pedir a la vecina.

Myungsoo golpeó la mesa causándole un susto a su hermano.

-¡¿Acaso somos mendigos para estar pidiendo comida?! Olvídalo, no comeré. ¡Buen provecho hyung! -declaró, antes de encerrarse en su habitación.

Sungkyu siguió absorbiendo los fideos, aunque le fuera difícil digerirlos y continuó con el resto. Entendía la molestia de su hermano, todas los días era lo mismo; leche y pan en el desayuno, kimbap triangulares como almuerzo para Myungsoo y ramen en la noche. Con suerte comían algo distinto de vez en cuando.

-Myung, ya me voy. -le avisó al menor sin obtener respuesta.

Esa noche trabajaría en la gasolinera hasta altas horas. Su jefe le pidió como un favor y sungkyu no dudó en aceptar en cuanto le mencionó sobre la paga. Suspiró resignado, hoy no escucharía la voz de su hermano.

Salió de casa.

~·~

Era casi media noche, faltaba quince minutos para que termine su turno. Sungkyu atendía la tienda de convivencia y algunas veces ayudaba a su compañero cuando llegaban más de dos autos.

-Muchas gracias por su compra.

Despidió con una sonrisa a la señora de dudosa reputación que había comprado una caja de cigarrillos. Estaba seguro de haberla visto cerca de ahí un par de veces con alguno que otro hombre. En el momento que la mujer puso un pie fuera del establecimiento, la sonrisa de sungkyu se esfumó.

Odiaba sonreír.

-¿Puedes cubrirme afuera? -un joven alto y de cabellera rojiza entro al local- Debo ir al baño.

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