En aquel viejo árbol

20K 1K 29
                                    


—Manita, despierta —me dice mi hermana removiendo mi brazo.

—Hola, ¿que haces tan temprano por aquí?

Veo sus ojos rojizos y parece que ha estado llorando.

—Es que la niña está enferma, me la han internado aquí porque tiene una miasis en la cabeza, tiene su herida abierta y le han tenido que cortar su cabello. Encima de eso sale con anemia y gripe.

Eso me deja sin palabras.

—Ay Dios, lo siento mucho, sabes que aunque yo esté en cama puedo ayudarte, ¿en qué sala está?

—Está en la otra sala, cerca de aquí. Este hospital es una mierda, no saben dividir a las personas —dije absorbiendo su nariz.

—Es cierto, lo siento mucho. Creo que ya me darán de alta, ha pasado mucho y dicen que he mejorado. Si me dan de alta puedo ayudarte y cuidarla.

—Ay no, ¿cómo vas hacer eso? ¿No ves que ya tienes tres semanas aquí y ni has visto la luz del día?

—Pero es que sé que trabajas y tu jefe es un cabrón que no entiende nada de eso, lo apostaría.

—Tienes razón, es así. Vamos a ver qué pasa.

Ella se retira para atender a mi sobrina y recibo un mensaje.

Dr Diaz:
Buen día, ¿como estás?

Yo:
Bien, ¿y tú?

Dr Diaz:
Bien, estoy en el hospital, pero en otra sala y solo trabajaré hasta la 1:00 pm.

Yo:
Oh entiendo, estaré aquí cualquier cosa.

DR Díaz:
Bien, veré si puedo pasar más tarde a verte.

Yo:
Gracias, cuídate.

Me ducho y encuentro el desayuno en la cama, una jodida avena sin azúcar con un pan de trigo.

—Estás jugando con fuego Ana —me dice nuevamente Jessica.

—No me importa.

Me acerco a ella y me siento a un lado de su camilla.

—De hecho, si hago esto es porque mi relación no es como piensas. Sé que conociste a Tony y  quizás pienses que él es tan tranquilo como lo viste. Pero no, Tony es lo contrario, he sufrido mucho a su lado y por eso me quiero dar la oportunidad de conocer al doctor y determinar lo que haré con mi vida.

—Siendo en ese caso, pues te apoyo. Eso es lo que pasa cuando un hombre se descuida de una mujer, pero es mejor que termines tu relación —me aconseja y asiento.

Desayuno y escucho un poco de música, quise ir a ver a mi sobrina pero esta gente no me dejaron salir de aquí. Dicen que no puedo pasar a esa sala de pediatría en donde hay muchos niños.

Dr Diaz:
Perdón por no haber ido, ahora mismo no sé si podré ir, ya que estoy muy ocupado con unos pacientes. 

Yo:
Bien, no te preocupes, primero lo primero.

Me desconecto un poco triste y dejo el celular en la mesa.

Me quedo acostada y pensando todo lo que me había ocurrido, hasta que me sentí observada, miro hacia la cortina y él entra con una leve sonrisa.

—Hola —dije entre sorpresa y desanimo.

—Hola, ya casi debo irme —respondió y miro a Jessica,  ella sonríe con complicidad.

Labios ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora