una dulce travesura

31.3K 1.7K 57
                                    




Pasaron 24 horas de haberlo visto, parece que es un pasante, pero le digo doctor porque por algo está estudiando medicina.

Intenté llamar  su atención cada vez que pasaba por aquí, pero me di cuenta de lo ocupado y responsable que es con cada paciente y su labor.

Mi hermana me ayudaba a ir al baño, lamentaba tener que usar esta bata tan horrible, pero ni modo, al menos me había traído maquillaje para verme más bonita, porque parecía el cadaver de la novia.

Por fortuna podía desplazarme al baño y hacer mis necesidades e incluso bañarme, pero cuando regresaba él ni siquiera se percataba de mi presencia.

Me siento en mi cama y mi hermana se despide de mí porque ya tiene que ir a trabajar, me dijo que le mintió a mi madre diciéndole que me quedaría más tiempo. Veo que entran dos chicas muy sonriente, visitan a la otra paciente, que por cierto tiene el mismo problema que yo.

Las chicas resultaron ser bastante bromistas, jugaban y bromeaban entres ellas. A pocos minutos me uno a su conversación porque no puedo quedarme callada.

—¿Saben algo?, en este hospital hay unos doctores que estan para chuparse los dedos —comento y se ríen al unísono, oculto mis ojos apenada por haber dicho eso.

—aire a verlos, regreso en unos momento —dijo la morena y sin esperar una sola palabra sale de la sala.

A pocos minutos regresa sonrojada y tapando su boca con una mano.

—Los vi, he visto a  los más guapos, ¡oh Dios!

Está realmente sorprendida, y viendo lo bromista que son, se me ocurre una idea. Una dulce travesura.

—Si ustedes son traviesas, quiero que les hagamos una broma al doctor Diaz.

—¿Cual broma? —cuestiona la castaña, que por cierto se llama Paola.

—Una de ustedes irá hacía él y le dirá que a Jessica le duele mucho su cabeza.

Todas se miraron de reojos y estallaron a carcajadas, aunque a Jessica no le causó mucha gracia.

—No haré eso, no pienso ponerme de excusa para que el doctor venga.

Se cruza de brazo y su gesto se torna molesto.

—Pero es solo una pequeña travesura, tú solo acepta que te duele y así yo podré hacerle una pregunta.

Ella no quería cooperar,  pero antes de arruinar el plan, Paola sale corriendo en busca del doctor.

—Le  diré que fuiste tú quien lo llamó —advierte Jessica y me río a carcajada, pero borro mi sonrisa cuando entra Jessica sin dejar de reír.

—El dijo que en unos minutos está aquí.

Mis piernas empiezan a temblar mientras miro por la puerta, intento de convencer a Jessica y es imposible, pero para cuando me iba arrepentir, ya el doctor hizo acto de presencia.

Todo se pausó para mí cuando lo veo entrando con su bata blanca, esos lentes tan provocadores y esa sonrisa tan hermosa.

—¿Quién me necesita por aquí? —preguntó mirándonos a todas, le suplico a Jessica con la mirada y ella aun se niega.

Jodida chismosa.

—Oh doctor, es que me duele la cabeza —dijo Jessica y por dentro salto de alegría. Él se acerca y la revisa mientras que todas los miramos embobadas.

—Pronto te sentirás mejor —terminó su revisión y pensó marcharse, pero decido evitarlo.

—Doctor, todavía tengo fiebre y me siento muy mal.

Me acuesto fingiendo dolor y él frunce  el ceño, pero se acerca a mí.

—A ver, vamos a revisarte. Dame un momento.

Busca un termómetro y regresa, pero esta vez no lo pone en mi boca, lo pone en mi axila. «que vergüenza».

Ahora me doy cuenta que mis piernas temblan bastante y decido cruzarlas para que él no lo note.

—Doctor,  ellas me han dicho que las mayorias de doctores usan su WhatsApp para consultas,  o sea,  que si yo tengo su WhatsApp, podría hacerle cualquier pregunta y usted la responde.

El ríe cabizbajo y sus ojos se encuentran los míos.

—No creo que eso sea cierto, ¿como pagarían  la consulta por WhatsApp?

Me siento avergonzada  y mis cachetes se calientan.

—Ya dile que tu quieres su número —dijo  la imprudente Paola. La mato con la mirada, literal,  y me doy cuenta que mis mejillas arden. Estoy muy apenada.

—Es que ya pronto me dan la alta, quizás mañana, pasado o esta semana —miento, realmente ha pasado casi dos semanas desde que tuve la cirugía y no me dejan salir de aquí hasta recuperarme completamente.

Él agacha la mirada con una sonrisa y nos pide un momento, se aleja respondiendo una llamada y las chicas empiezan a susurrar cosas.

—Que bueno está el doctor —musita Paola.

—Ya basta —les pido.

—Ojalá te de su número —dice Estephany, la morena hermosa.

De pronto cuelga y guarda el teléfono, se acerca y me quita el termómetro para revisarlo y frunce el ceño. Se habrá dado cuenta de que no tengo fiebre.

—Apunta mi número.

Mis ojos se agrandan al escuchar su respuesta. ¿El doctor sexi me acaba de decir que guarde su numero? No lo creo, tomo mi celular y por poco se me cae con los nervios provocados.

—Espere doctor, ¿es en serio?

No me esperé que con una pequeña broma el me dijera eso, pero sonríe mientras oculta sus manos por dentro de los bolsillos de su bata.

—Guarda mi numero.

Me repitió nuevamente y con desespero desbloqueo tres veces el celular, ya que mi estado atónito  hace que introduzca claves erróneas.

Apunto su numero y antes de marcharse me mira y sonríe, él está tan rojo como yo,  entonces supe que yo tambien le gusto.

....

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Labios ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora