Wonwoonieves y los siete enanos

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El príncipe Mingyu, quien paseaba a caballo aquel día porque como era príncipe no tenía nada mejor qué hacer, fue atraído por esa voz que provenía de detrás del cercado del castillo vecino a su reino.

— ¡Oh! Qué hermosa voz —exclamó, asomándose por la barda que lo separaba del dueño del rap.

— ¡¿Quién demonios es usted?! —reclamó el azabache al príncipe— ¿Un invasor? ¡Oh, por Dios! Avisaré a la policía, ¡guardias, guardias!

— No, no, no, bello damiselo —le detuvo Mingyu—, soy el vecino del reino de al lado, venía a preguntar si no tendrán una taza de azúcar que me regalen.

— Bueno, si es así — Wonwoonieves se acomodó el cabello, al darse cuenta de lo apuesto que era aquel muchacho, y él en esas fachas—, con gusto le daré un poco... Y de azúcar también —guiñó un ojo.

— ¿Y con quién tengo el gusto? —Preguntó el príncipe acercándose lentamente al azabache.

— Mi nombre es-...

— ¡Wonwoonieves!

— ¡Es mi padrastro! —Gritó alarmado, mientras corría a la entrada del castillo— me tengo que ir, adiós —se despidió mientras desaparecía en la entrada.

— ¡Espera!... Ay de mí, ¿qué haré ahora? ¡Necesito la taza de azúcar!

[...]

El rey Jeonghan había mandado a Wonwoonieves a recoger flores del bosque y le ordenó ir con el cazador Seungcheol.

Era una tarea fácil, pensó el joven, hasta que descubrió la terrible situación detrás de todo eso:

— ¡Nooo! —Gritó con desdicha mientras se subía a una piedra en el medio del camino.

El cazador, asustado de haber sido descubierto, desenfundó su cuchillo.

— ¡No tengo señal! —Dijo mientras alzaba su teléfono al aire.

Seungcheol suspiró.

— Wonwoonieves, te tengo que decir la verdad. Tu padrastro me dijo que te trajera aquí y que te sacara el corazón. Pero no puedo hacerlo porque a mí... A mí me da mucho asco la sangre. Así que mejor vete de aquí, yo le diré al rey Jeonghan que descubrí que no tienes corazón ni sentimientos, ya sabes, por eso de que eres emo.

— ¡Oye! —Reclamó ofendido.

— Huye al bosque, Wonwoonieves, huye.

— ¡Espera! Estás diciendo que tengo que... ¿Caminar? ¡Ay, no! Que flojera, mejor mátame.

Cheol rodó los ojos.

— Vete si no quieres que publique este derp en tu muro —el mayor le mostró una foto donde Wonwoonieves salía horrible.

— Está bien, por eso dije que ya me iba.

[...]

Llevaba horas caminando dentro del bosque, y sólo se encontraba con árboles, y árboles, y un McDonald's, y árboles, ¡y seguía sin haber señal!

Había una vez... [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora