Vigésimo séptimo café

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POV Harry

Soy un idiota. Un imbécil, un caprichoso, egoísta, infantil e idiota nuevamente. Aún no puedo creer que dejé ir a la mujer de mi vida por algo tan tonto como un berrinche infantil. Y lo peor de toda esta estúpida situación, es que no tengo el valor necesario para ir y recuperarla, o para por lo menos enviarle un texto diciendo lo mucho que la amo y que la extraño.

Ya han pasado dos semanas desde su partida, y el vacío en mi interior crece cada día más. Mi abuela está preocupada por mi creciente depresión. Ella viene cada día e intenta convencerme de comer algo, de salir a hacer algo de ejercicio, aunque sea de decir otras palabras además de sí o no (las cuales suelo reemplazar por simples movimientos con mi cabeza). Ella está angustiada, y no la culpo, yo también lo estaría de ver a un ser querido en estas condiciones.

—Johanna —susurré una tarde. Ella estaba a punto de irse de mi habitación y volteó a verme como si hubiese visto un fantasma.

—Harry, amor, ¿q-qué ocurre? —su voz estaba cargada de emoción, a pesar de que la angustia habitual seguía allí. Se sentó en el borde de la cama y comenzó a acariciar mi cabello largo y enmarañado.

—La extraño mucho, Johanna —lloriqueé. En realidad, lo que quería decirle a mi abuela era otra cosa, pero en lo único que podía pensar era en todo el dolor que la partida de Violet había dejado en mí.

Ella apretó sus labios, tal vez conteniendo el llanto, tal vez conteniendo su dolor, tal vez conteniendo algún comentario.

—No te culpes por esto. No te sientas afligida por algo de lo que no eres responsable —susurré. Aclaré mi garganta, ya que las emociones consumían mi voz—. Sólo estoy esperándola; deja de preocuparte por mí, por favor...

Johanna me miró a los ojos, veía el dolor reflejado en ellos, y veía mi pálida imagen también.

—Harry, ella no volverá. Si hasta ahora no hizo ni un esfuerzo por hablar contigo, significa que no volverá.

Mi corazón de partió en millones de pedazos en ese momento. Sus palabras fueron como un balde se agua fría, como un puñetazo en mi estómago, todo al mismo tiempo.

—Johanna... ¿podrías dejarme solo? Necesito... pensar.

Ella asintió con pesadez. Besó mi frente y acarició mi cabello. Sabía que le había dolido decirme aquello, tirarme la realidad de manera tan abrupta, y sabía que no debía correrla ni culparla de nada, pero no podía seguir dependiendo de alguien.

Una vez que ella se retiró, me levanté de la cama después de un largo rato. Abrí las ventanas, dejé que la luz del sol de primavera inundara las habitaciones y que el aire fresco quite la sensación de encierro. Me duché. Comí. Escribí. Intenté ignorar la sensación de vacío en mi interior. No podía resignarme a vivir, Johanna tenía razón, ella jamás volvería. Por eso mismo, decidí escribirle una carta, una carta con la que cerraría una etapa. Cerraría la etapa de Violet y Harry.

Luego de llorar a mares y sentir que el dolor en mi pecho se intensificaba con cada segundo que pasaba, escribí las últimas palabras.

Con amor, Harry.

Y al día siguiente, la envié.



nota: tal vez me odien. tal vez ni siquiera se molesten en leer el capítulo. pero quiero que sepan que coffee se acerca a su final y que lo más probable es que haga un maratón con los últimos capítulos y el epílogo. gracias por leer a las que aún siguen conmigo.

CoffeeWhere stories live. Discover now