Quinto café

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Hoy me he despertado una hora antes de lo que lo hago habitualmente para poder llegar a la cafetería en cuanto abra sus puertas, y así poder evitar incomodidades producidas por mi tendencia a hacer el ridículo en público.

A las 7 de la mañana exactamente llego al lugar y veo al dueño en el exterior abriendo sus puertas.

- Vaya, alguien ha madrugado hoy -Murmura con una sonrisa y sonrío también.

- Sí, llevo algo de prisa -Respondo.

Mi plan ha funcionado a la perfección.

Mi alarma suena a las 8 de la mañana exactamente (esta vez me aseguro de bajarle el volumen para no crear un escándalo) y la puerta del local se abre cuando presiono el botón para apagarla. Decido terminar el dibujo que estoy haciendo antes de irme, ya que solo me quedan un par de detalles del fondo.

Escucho cómo la silla frente a mí hace chirriar sus patas contra el suelo de madera y levanto la mirada asustada. Me encuentro con la mirada verde de Harry clavada en mí.

No dice ni una palabra. Termino mi trabajo rápidamente, guardo mis cosas y me levanto de mi asiento. El muchacho ni se inmuta. Suspiro.

- Que tengas un buen día, Harry -Murmuro distraídamente antes de encaminarme hacia la puerta.

- Que pena que no me has dibujado a mí esta mañana -Escucho vagamente su voz a mis espaldas cuando mi mano toca el pomo de la puerta, y mi corazón comienza a latir frenéticamente.

Una vez en la clase, saco uno de mis tantos dibujos del chico de rizos y me dedico a terminarlo. Y así con otro, y con otro y otro más. Para la última clase, ninguno de mis bosquejos del chico de rizos está incompleto.

De camino a casa, compro una nueva carpeta para guardar mis obras. Y con una fibra permanente, garabateo en la tapa la palabra "Harry".

CoffeeWhere stories live. Discover now