—Pero, linda, ¡Es nuestro aniversario! Eso sí que es aún más...

—...Si continúa molestándote lo mismo, Michael—le interrumpo—, te lo aseguro, puedo entenderlo.

—¿Lo entiendes?—pregunta con una pequeña sonrisa.

Le tomo ambas manos para estrujarlas cuidando de no reír.

—Así es. Estás cumpliendo treinta y un años y sé cómo te has de sentir. ¡Yo aún no puedo imaginarme cumpliendo veinticinco años!

—Oh, por Dios—espeta con los ojos oscuros, pero sin ocultar su sonrisa—. ¡No puedo creer lo malvada que eres!

—Ey... Sólo quiero hacerte abrir los ojos—enfatizo inclinándome hacia él, y no me detengo hasta poder dejar un tierno beso en sus labios—. Estás exagerando.

—Sea lo que sea, Rachel. No me molesta más—se encoge de hombros tímido.

—¿Estás seguro?—le miro esperanzada. Es lo único que busco.

—Por supuesto que estoy seguro—toma una rebanada de pan y da una mordida grande—. He tenido un año fantástico, perfecto, increíble... Y todo ha sido por ti. Por ti y nada más.

—Michael...—acomodo mis brazos alrededor de su cuello y le acerco más hacia mí—. Ahora imagínate cómo ha sido para mí.

Se acerca a pausas, cierro mis ojos y puedo sentir su frente apoyándose en la mía, al igual que sus manos apoyándose en mi cintura. Me estremezco, se me eriza la piel deliciosamente de sólo sentirlo.

—¿Recuerdas la primera vez que tuvimos esta conversación?—susurra cerca de mis labios.

—Hace un año. Y no podías creer que estuvieras cumpliendo los treinta.

Se queja y me hace abrir los ojos.

—Y tampoco podía creer las ganas que tenía de besarte. Toda esa urgencia que sentía de hacerlo—sus palabras me obligan a alejarme para poder contemplarle mejor—. Éramos amigos entonces, pequeña. Sólo eso.

—Lo sé. Pero el amor estaba. Jamás he dejado de sentir lo mismo por ti.

Quiero besarlo, maldita sea. Me quedo mirando sus labios hidratados tras el paso de su lengua y quiero perderme en ellos sin pensarlo más. Tener un arrebato de deseo y nada más. Pero el sonido nos toma desprevenidos a ambos; la alarma del reloj despertador suena a nuestro lado, y ambos nos olvidamos del momento para fulminar al aparato con un par de miradas cargadas de odio. Me desharía como fuese de ese bendito reloj, lo prometo.

Dolorosamente, los dos sabemos por qué había sonado.

—Me gustaría que no tuvieras que irte.

—Lo sé, a mí también—se queja conmigo—. Pero, ey, son los Estudios Westlake. Es cerca de aquí. Volveré antes de que te des cuenta. Y entonces, sacaremos todo el provecho que podamos del obsequio que nos hizo Janet.

Alza sus cejas repetidas veces con insinuación. Quiero gruñir, quejarme de que sin lugar a dudas, él va a terminar marchándose a trabajar así se trate de su cumpleaños o de nuestro aniversario. Pero antes de formular el sonido, él me vuelve a callar plantando un enorme beso en mis labios.

Simplemente no puedo comprender cómo hace para cambiar mi ánimo en menos de un segundo. Pero me encanta.

—No lo entiendo, Michael. Tienes un estudio aquí en Neverland en perfectas condiciones. ¿Por qué no puedes trabajar aquí?

—Porque los chicos ya están en Westlake, cariño. Y no puedo hacerles esperar.

Me doy vuelta para ponerme de pie, mientras él ya se ocupa de salir a duras penas de la cama.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora