CAP.3 "Buenas vistas"

593 39 22
                                    

Capítulo 3

"Buenas vistas"

Me abrazo a mi misma en cuanto empiezo a sentir el aire frío de la noche chocar contra mi piel.
Estoy en el jardín trasero de la casa, sentada sobre una amaca y con la piel de gallina. No sé me ocurrió coger algo con lo que cobijarme del frío cuando decidí levantarme en mitad de la cena ante la atenta mirada de mi familia con la excusa de que estaba exhausta por el viaje, cuando en realidad, lo único que necesitaba era un rato para mí.

El día había sido increíble, no tenía nada por lo que quejarme u objetar pero es obvio que las heridas del pasado siguen ahí, atormentándome. Y no ha sido hasta un rato después de empezar a cenar cuando la nostalgia me ha golpeado con fuerza. De verdad creía que me echaría a llorar en la mesa si no me levantaba lo antes posible, quizás el hurgar en los trastes de mis abuelos no ayudó mucho, sobre todo cuando encontré nuestros álbumes de fotos cautelosamente guardados en una caja del garaje. He de suponer que no contaban con que tenían una nieta demasiado cotilla y de culo inquieto.
Se me partió el alma cuando abrí aquel álbum y encontré una foto de mamá y Harry.
En dicha foto mi madre abrazaba con ternura a mi hermano cuando éste apenas tendría unos siete años de edad, Harry la quería mucho, y la quiere, aunque no lo quiera admitir. La fotografía captó tanto mi atención que decidí sacarla y observarla con más detenimiento, una sonrisa nostálgica asomó en mi cara a la vez que una lágrima se resbalaba por mi mejilla. Antes de que alguien me viera la guardé en el bolsillo trasero de mis pantalones y, a hurtadillas, coloqué el álbum en su sitio, está claro que le volvería ha echar un vistazo pero no hoy.
Y ahí me encontraba yo, en aquella amaca vieja y decrépita observando con nostalgia la foto que está tarde había cogido "prestada".

-Pensé que estarías acostada. -Pegué un brinco cuando escuché la voz de mi hermano detrás de mí, en cuestión de segundos escondí la foto como buenamente pudé y le miré con la intención de soltarle alguna nueva excusa, deseando en lo más hondo de mí, que no haya visto la fotografía...

-No podía dormir. -Me excuso, mintiéndole, mientras él me echaba por encima una manta que mi abuela tejió con sus propias manos.

-Cliché. -Y los dos soltamos una pequeña risa. -Deberías descansar, en dos días empiezas la escuela. -Otra cosa por la cuál estaba atormentada, ser la nueva me trasmitía un miedo inigualable.

-Lo sé. -Digo apenada. -Pero tú también Hazza. -Le recuerdo.

-A diferencia de ti, yo no tengo miedo, sé que haré "amigas" -hace comillas con sus dedos- muy fácilmente, ¿has visto lo guapo y sexy que soy? -dice arrogante con la intención de subirme la moral. Le miro enarcando una ceja mostrando mi incredulidad a lo cuál los dos acabamos riendo.

[...]

-Bella, cariño, tu dormirás en la habitación que se encuentra al fondo del pasillo. -Nos informa mi abuela.

-¿En la que la ventana da al jardín? -Pregunto ilusionada cuanto menos. Ella asiente con una sonrisa, sabe cuanto amo esa habitación desde pequeña, no fueron pocas las veces en las que pasaba la noche en vela observando la luna por aquel gran ventanal.

-¡No es justo! Yo también la quería. -Se queja Harry cuál niño pequeño.

-Creía recordar que dabas menos guerra cuando tenías tres años. -Le regaña mi padre con diversión.

Harry sólo rueda los ojos y bufa molesto.

-Harry, tú por ahora dormirás con tu padre...

[...]

Definitivamente amaba está habitación.

El papel de pared tenía el típico estampado de flores un tanto anticuada a día de hoy, pero de igual manera precioso. La cama blanca perfectamente hecha, por no hablar de las sábanas, que desprendían el maravilloso olor del suavizante de mi abuela. Al lado, una mesita de noche blanca con una pequeña lámpara para alumbrar con una tenue luz la estancia y en sus cajones, algunos libros que me apasionaban cuando tan sólo era una niña. Al otro lado de la sala una preciosa cómoda de madera, que si no recuerdo mal, está barnizada por mi abuelo y encima de ésta, un espejo ovalado sujeto a la pared. La habitación se basaba en el color blanco, incluso el armario lo era, por este motivo quizás lo que más destacaba era la manta tejida a mano de vivos y diversos colores que se encontraba encima de la cama por culpa de la manía que tiene mi abuela con que no pasemos frío. Eso y la ventana es lo que más alegría le daban a la pequeña pero acogedora estancia.

Traté de decorarla un poco, para sentirme totalmente cómoda. Detalles irrelevantes quizás para algunas personas, pero que para mí, marcaban la diferencia. Algunos cojines procedentes de mi antigua habitación, algún que otro peluche, retratos familiares, fotos y dedicatorias de amigos y, como no podía ser menos, pósters de mis bandas favoritas.

[...]

Coloqué mi ropa y mis pertenencias en su lugar correspondiente y ordené un poco la sala. Es tarde pero aún así me siento en el marco del gran ventanal como hacía cuando era pequeña y me dispongo, con los ojos entrecerrados, debido al cansancio, a disfrutar del paisaje nocturno que se mostraba ante mí. Pero algo perturba mi paz, se trata de las voces de mi padre y mi hermano discutiendo por ver que lado de la cama se quedará cada uno. Bufo agotada y decido salir del cuarto para echarles la bronca por arruinarme el momento. A veces pienso que vivo con dos niños pequeños.

-No quiero dormir contigo, ¡roncas! -brama Harry. Cosa que es totalmente cierta.

-¡Y tú no paras de dar patadas y de hablar en toda la noche! -repone mi padre. Concuerdo contigo papá.

Recorro el largo pasillo hasta su cuarto con mis pies descalzos, el frío suelo en la planta de mis pies se siente totalmente agradable y a medida que me acercó, los alaridos son más potentes. Diviso a mis abuelos viendo el espectáculo desde la puerta.

-¡Andrew, Harry! ¡Parad! -Exclama mi abuela cuando comienzan a tirarse almohadas.

-¡Mi lado será el derecho Señor Roncador Profesional! -Le reclama Harry poniéndole un mote totalmente estúpido e infantil.

-¡No seas crío! ¡No ronco y a ti te huele el aliento! -Grita mi padre. Cierto, muy cierto.

¿Conclusión? Los dos son insoportables.

Me asomó por la puerta para visualizar el panorama y la verdad que resulta bastante divertido, se están lanzando varios cojines procedentes de la cama que supuestamente iban a compartir. Mi abuelo y yo nos reímos contemplando semejante escena. Mi abuela, por el contrario, tienes un expresión de enfado inigualable y esto se debe a que entre almohadazo y almohadazo han roto uno de sus preciosos jarrones, pero están tan ensimismados en sus tontas batallitas que ni se han percatado.

-¡Mañana no habrá langostinos para ninguno de los dos! -Vocifera mi abuela y cierra la puerta de un golpe en seco a lo cuál todos correspondimos con un brinco debido al inesperado susto. Pocas veces he visto así a mi abuela e impone bastante, pero resulta divertido cuando al que le están echando la bronca es a tu padre y a tu hermano. Situación un tanto surrealista si se me permite opinar. Mi abuelo y yo nos miramos cómplices y estallamos en carcajadas mientras mi Yaya se retira hecha una furia.

{...}

¡Hola pupetes!

Al fin traigo el tercer capítulo. Sé que estoy tardando bastante pero estoy muy ajetreada y esto es lo único que me puedo permitir de momento.

Menos da una piedra, ¿no?

Y como la novela con tan sólo dos capítulos ha llegado a los cien votos me he ilusionado y os regalo el tercer capítulo.

Os ama.

Alba.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 29, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Enséñame tu lado oscuro. (Rubius y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora