CAPITULO XXVI: Mi primera vez

Magsimula sa umpisa
                                    

Llego al hotel intentando disimular mi nerviosismo, entro raudo al baño de la recepción para lavarme la sangre de mis manos y refrescarme un poco, quizás así pueda ocultar mi mal semblante. Me veo fijamente al espejo y sin querer contemplo el rostro de Mateo, esto lo he hecho por él, por no permitir que su sacrificio fuera en vano. Me tranquilizo al pensar en ello, pero rápidamente me invaden unos deseos desenfrenados de estar en sus brazos, de abrazarle fuertemente y olvidar todo lo sucedido regocijándome en el calor de su pecho. Salgo del baño con esta única idea en mente, necesito de él como nunca antes lo había hecho.

Me paro en el ascensor sumamente inquieto, no puedo esperar más por él, cada segundo que transcurre es una agonía. Cuando llego a la habitación me encuentro con la puerta abierto, luego un fuerte murmullo me alerta que un gran número de personas están reunidas allí mismo. No entiendo nada cuando los veo, pero es el abrazo de mi mamá lo que explica lo sucedido. Al ver lo avanzada de la noche y posiblemente luego que Iris le contara que me dejó solo en el mirador, todos pensaron que algo malo me había ocurrido, por ello ahora se encontraban en mi habitación preparando todo para salir en mi búsqueda. No estaban muy alejados de la realidad con sus conjeturas, pero creo que me he fortalecido lo suficiente como para defenderme yo mismo. -¿Dónde está Mateo?- Le pregunto luego a Ignacia, es en ese momento cuando me entero que desesperado el muchacho salió del hotel para encontrarme. ¿Cómo no lo divisé mientras me dirigía acá? ¿Será que se encontró con el alemán? Y de ser así, ¿qué habrá ocurrido entre ellos? Nuevamente me aflijo y tal como él debió reaccionar, me desprendo de los brazos de mi madre para correr a defenderle, no permitiré que nunca más algo malo le suceda. –No salgas, ya casi amanecerá, espera hasta entonces...- Son los consejos de la mujer al verme huir, pero no le hago caso, aunque quisiera, este amor es más fuerte.

Desde aquella fatídica noche que no me sentía de esta forma, perdido en un vendaval salvaje de emociones. Corro hacia el mismo lugar donde fui atacado, con el único deseo en mente que mi amado no se encontrara allí, ni mucho menos Rodrigo. Para mi sorpresa al llegar al mirador no encuentro a nadie, estoy solo yo mirando detenidamente en cada rincón, buscando aunque sea alguna pista de Mateo, pero todo esfuerzo es en vano. No entiendo qué habrá podido suceder, pero no me rindo, así es que bajo el monte con la intención de recorrer la isla entera si es posible con tal de encontrar a García. Las tiendas del poblado están cerradas, así es que no pierdo mi tiempo yendo allá, el único lugar en el cual pudo ir a buscarme es la playa, y es allí donde me dirijo. La calle se transforma en arena, la que se cuela por mis dedos y dificulta mi caminar, eso unido a la oscuridad implacable de la noche, hacen que cada paso se transforme en una odisea. La luna desaparece poco a poco gracias al despertar del sol, el cual puedo ver aparecer en el horizonte. Un nuevo día inicia y junto con él, mi corazón da un respiro. A lo lejos diviso aquel cabello castaño y esa piel tostada que tanto he contemplado, está sentado en la arena, viendo detenidamente al cada vez más iluminado océano. Corro ante aquel descubrimiento y sin esperar para contemplar su reacción, me lanzo sobre él, asustándole como a un pequeño gatito. –Me asustaste mucho...- Le recrimino una vez nos hemos serenado. No responde a mi reprimenda, pero puedo ver claramente en sus facciones que él piensa lo mismo de mí, más que mal yo también le hice salir en mitad de la noche para buscarme.

Me abraza estando detrás de mí, nos sentamos en la playa contemplando el amanecer. Percibo el calor de su cuerpo, el latir de su corazón, el aire al salir de su nariz y golpear en mi espalda. Aquí tengo a uno de los seres más importantes de mi vida, sereno y compartiendo conmigo su tiempo. Me siento tan dichoso de haberle encontrado nuevamente, todo sacrificio anterior valió la pena, si las circunstancias hubieran variado aunque sea un poco, tal vez no estaría viviendo este inmenso sentimiento ahora. Es extraño, no estamos haciendo nada más que abrazarnos, pero aun así pareciera que mi pecho quisiera estallar, es algo tan enorme que sobrepasa mi piel, como si estuviera conectado con el universo, aunque no sea nada más que una pequeña partícula de él. Soy insignificante y patético gracias a su amor, débil y asustadizo, pero a la vez me hace importante y maravilloso, fuerte y valiente, capaz de todo con tal de salvarle. No sé por qué, pero comienzo a acariciar sus piernas. Está vestido con su traje de baño y una polera, sencillo como siempre le he visto. Siento sus vellos al posar mis manos en sus extremidades, nunca antes había hecho esto y es raro, porque no sé que lo estoy haciendo hasta que Mateo me lo pregunta. –No hagas eso... Es demasiado... demasiado... ya sabes...- Me dice susurrándome al oído. Percibo cierto dejo de timidez al hablarme, pero no entiendo la razón. Solo trataba inconscientemente de acariciarle, pero parece que no le ha gustado mi gesto, ¿qué tiene de malo? Soy testarudo, se habrán dado cuenta ya de eso, por lo que no le hago caso y sigo tocándole las piernas. Al rato logro sentir la causa por la cual mi amor se cohibía.

El Chico PerfectoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon