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Abro los ojos.

La claridad se filtra por la ventana. Está demasiado claro para ser temprano por la mañana.

Mierda.

Tengo problemas para dormir, son pesadillas las que me acompañan cada noche sin falta. No consigo descansar bien por el miedo a encontrármelas de nuevo cuando cierro los ojos, y cuando finalmente caigo rendida, ellas se encargan de despertarme. Es por eso que si siento la alarma, la apago. Porque si no me despertaron las pesadillas, significa que puedo dormir un poco más hasta que lo hagan.

El problema es que a veces me despiertan muy tarde.

Hay que ser valiente para cerrar los ojos después de apagar la alarma.

O muy estúpida.

Mi clase empezó hace media hora atrás, no hay caso que vaya porque sé que no van a dejarme entrar, pero aun así me levanto y me visto, porque tengo algo que hacer para cuando esta acabe.

No le pongo gran emoción al caminar por la universidad. El día esta nublado, y como la mayor parte del año en Dublín, corre un viento de mierda que vuela casas. Tampoco parece ser que vaya a mejorar.

Para hacer la situación menos sospechosa, me voy a sentar a una de las bancas que están por el lado del teatro, a simple vista de cualquiera y espero a que se acerque. Vender dentro de la universidad es mucho más difícil que hacerlo en las fiestas, la principal razón es que ya hay más personas que lo hacen y a las cuales no es gusta que se metan dentro de su territorio, por ello es que hay ciertas cosas con las que no juego. Me limito a ir con lo que no van los demás y así todos nos mantenemos en paz. Otro de los riesgos es que alguien vaya con la noticia a las cabezas de la universidad. Si alguien llega a enterarse estaría fuera antes de alcanzar a decir algo. Así que por lo general mantengo los mismos compradores y los nuevos vienen de recomendaciones de alguien más, o simplemente le hacen encargos a otras personas para que compren por ellos.

Es increíble, pero hay muchas personas, sobre todo de la clase elite, que no quieren ser visto con nada que los delate físicamente, aun si luego los ves claramente drogados. Prefieren que todo quede en rumores. Que no se confirme.

Lo primero que me moleta es que llega tarde. De todos, este es uno con los que más odio tratar, para colmo tenía que tratarse de un Lobo. Arrogante, egocéntrico y encima estúpido. Pero una venta es una venta, así que me trago cualquier queja que tenga hasta que me haya dado su dinero.

—¿La misma cantidad de siempre? — le pregunto en cuanto se sienta en la banca junto a mí.

Él hace alguna clase de mueca con la boca. —Algo así.

—Es o no es.

—Entonces sí.

Saco el sobre que ya había preparado con anterioridad y se la paso por encima de la mesa. Me giro a mirar a los alrededores mientras él cuenta las pastillas de éxtasis que hay en interior.

—Cuanto me cobras por el doble.

Me giro a mirarlo con hastío. —El doble del dinero.

—¿No hay descuento?

—No.

—Llevo mucho tiempo comprándote.

—Pues a mi como si fueras mi hermano y me hubieras comprado de toda la vida— digo gruñendo por lo bajo. —Si quieres doble, pagas doble.

El chico, quien gracias al nombre que lleva bordado en su chaqueta de entrenamiento sé que se llama Trevor, me lanza una mirada fulminante. Guarda las pastillas dentro de su chaqueta y saca su billetera para buscar el dinero.

Perfecto Desastre | Titanes I |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora