Capítulo 22:

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Haniel, el chico de pelo azul, parecía ser un chico atormentando en su pasado, no alguien del mal. No se juntaba con nadie, solo se limitaba a estar allí, hacer su trabajo para poder salvar vidas.

Me prestó un mp3 que le había robado a alguien. Sólo tenía música para relajarse, así que lo hice; me salí de la habitación en la que me desperté y me escabullí hasta la azotea del lugar. Se podía ver a Marte desde allí, los cuerpos celestes se asemejaban a faroles como en la Tierra. No nos encontrábamos en nuestro verdadero hogar, no más. No sabíamos con exactitud en dónde, solo intentábamos descifrarlo, pero se nos hizo inútil. Oí la puerta detrás de mí. No volteé; ya sabía de quién se trataba.

-Yo sabía que algún día nos volveríamos a encontrar-sonrió de costado. Asentí con seriedad.

-Lo siento, Sierra. No te quería romper el corazón...

-Pero lo hiciste, y sabías que lo harías. No te importó nada y te largaste a esta mierda de lugar- mientras lo decía me dio un ataque de nervios y comencé a revolotear las manos en todas las direcciones.

-Pero gracias a eso encontraste a Ieiazel, Sierra. Son las vueltas de la vida. Todo tiene su recompensa y sus consecuencias.

Justo en ese mismo instante sonó una campana. Alex y yo nos miramos y salimos disparados hasta donde provenía el sonido. Todos los Personajes Literarios de allí se encontraban mirando hacia unas muchas pantallas grandes en una habitación oscura. La multitud miraba directamente hacia los diferentes televisores. Se trataba de varias escenas de adolescentes y sus actividades cotidianas; todo para rematar en algún desastre que podría acabar con sus vidas. Todo se dividía en los diferentes países e islas en Europa.

- ¿Y qué pasa con los otros continentes?- Le pregunté a Amelia, quien se hallaba a mi derecha justo después de unos instantes mirando hacia las personas de las pantallas.

-Sierra, nosotros no podemos estar vigilando a todo el mundo todo el tiempo. Hay más Personajes Literarios que cubren Asia, Oceanía, África y América- me explicó sin apartar la mirada de una de las pantallas.

Tuve un presentimiento malo.

- ¿Eso quiere decir que cada pantalla muestra cada lugar en Europa? ¿Incluyendo Londres?- Amelia asintió- ¿Dices que podría ver a mi novio, mis amigos y familia? Quiero corroborar que todo esté en orden.

Se encogió de hombros. Salí a empujar a cada persona que se me cruzaba por enfrente. Estaba desesperada por saber de ellos. Me sentía inútil al no encontrarlos. También me sentía así por no saber nada de aquel lugar y no tener la más mínima idea de cómo se hacían las cosas, o para que servían. Se complicaría un poco el encontrarles, ya que en Londres seguramente habría más de un millón de adolescentes con problemas.

- ¡Mira hacia tu izquierda, idiota!- Volteé. Haniel me miraba con frialdad, cruzado de brazos. Tenía ganas de llorar. No quería estar allí, quería estar con Iris, escuchando música. O con Ieiazel, teniendo una linda cena. O con mi madre, recuperando el tiempo perdido. Me daba igual si estaba aburrida o no, pero tan solo la idea de vivir sin ellos me volvía loca. "Esta es la cucharada de tu propia medicina, cariño", mi cerebro provocó que reaccionara. Me estaba haciendo lo que les podría haber hecho a ellos si me suicidaba. Le di una última mirada a mi indicador peliazul y fui a hacia la pantalla junto a Irlanda.

No sé por qué, ni cuándo, ni cómo, pero Haniel me siguió. Algo me dijo que no tenía a quién vigilar, así que se lo dije.

-Estabas solo, ¿verdad?- Él alzó las cejas, como tratando de entender- En la Tierra, estabas solo.

No dijo nada, pero a la vez lo dijo todo. Seguí buscando, entusiasta por saber. Un chico alto y corpulento se encontraba en su habitación, golpeando la pared de ella. Lloraba desconsoladamente. Un nudo de me formó en la garganta al darme cuenta de que se trataba de Ieiazel. No podía hacer nada por él... Solo observar. A menos que...

-Tengo que ir por él. No puedo dejarlo así- suspiré hacia Haniel.

-Pero no tienes experiencia, además él ya te conoce- me frenó.

-Por esa misma razón debo ir yo. Yo lo conozco. Tengo que ir a curarlo, cumplir con mi función- fruncí el ceño, molesta.

Haniel no dijo nada, solo pensaba. Me frustraría en cualquier momento si no decía ni un "ah".

-Está bien, pero debes acompañarme.

Solo necesité de un par de antiparras y una cubeta para vomitar. La teletransportación no era para nada lo mío. A penas toqué tierra firme y caí sobre mis rodillas, ahogándome en mis propios ácidos estomacales. Maldecía hacia mis adentros por haber vomitado. No entendía cómo era que al estar en mi forma humana dedicaba mí día a día al vómito y al no comer. En mi forma de Personaje Literario podía verme como realmente era: una chica de estatura mediana, con cabello desalineado y de perfecto turquesa, con una figura como la de una chica extremadamente delgada. Me podían levantar con una sola mano si así lo quería.

Cuando recobré la compostura descubrí que nos encontrábamos en un puente de cemento. Se escuchaba el pasar del agua. Ya era de noche. No había ni un alma allí. Haniel se limitó a quedarse callado y seguir caminando de largo, hacia unas hermosas casas hechas de rocas grises y enredaderas.

*Nota: escuchar I'm Lost Without You de Blink 182.*

- ¿En dónde estamos?- Me apresuré hacia él.

-A una hora y media de Londres en tren. En Cotswold. Me sorprende mucho que no hayas venido nunca a su casa. Pareces del tipo de chica que va a la casa en la primera cita...

-Te equivocas- lo corté.

Haniel me miró y se echó a reír. Yo lo miré y me planté, pero eso no lo detuvo y siguió caminando. Los grillos cantaban y las ranas saltaban al estanque. La paz reinaba, pero sin embargo algo muy dentro de mí me decía que algo andaba mal. Mientras más me acercaba, más mal me sentía. ¿Sería eso parte de mí ya?

-Es la casa al final del callejón. Sígueme- me advirtió Haniel.

Caminamos un poco más. Ya no aguantaba más la presión que tenía dentro de mí, pero al llegar a la puerta todo acabó. Miré alarmada a mi compañero, éste también.

- ¿Tienes una hebilla de alambre?

-Sí, ten.

Haniel trató de abrir la puerta con ella, pero no podía, así que lo intenté yo. Tampoco pude. Miramos los muros de la casa, en busca de alguna alternativa. La encontramos; había una larga y resistente enredadera, la cual daba a una ventana. Haniel se quedó abajo, ya que yo era lo suficiente delgada y liviana como para subir hacia el ventanal. Me até el pelo en un moño desarmado, mi compañero me dijo que me quedaba mejor así. Le dediqué una sonrisa al llegar hasta arriba.

Por delante del ventanal había una especie de repisa, así que me senté allí, en busca de algún indicio de autoayuda. Noté que a pesar de la poca luz se veían un par de posters de U2 y Blink 182. Eso me dio la gran señal de que Ieiazel dormía allí. Golpeé dos veces con sumo cuidado. Ahora hacía frío, pero no lo sentía. Por primera vez en mucho tiempo el pelo no me molestaba en la cara. Escuché unos pasos en seco, debían ser de adentro de la casa. Me sentía ansiosa por verlo, ver las estrellas que no se podían ver en Londres, escuchar el silencio. Abrazarlo y besarlo. El pestillo de las ventanas me dio permiso a enderezarme. No podía reconocerlo; mi ángel estaba destruido por completo. Su camiseta de Nirvana rota por todos lados, su pelo bronce totalmente despeinado. Tenía unas grandes ojeras que me hacían creer que era un oso panda. Me miraba con los ojos brillantes y llorosos. Sonreía, pero no de verdad.

-Mi nombre es Sierra Odell y seré tu salvadora por el resto de tu vida, seré tu Personaje Literario.

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