Capitulo 2:

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Aquella noche soñé con pelo despeinado y rubio, ojos odiosos y una boca que repetía "La ayuda se fue y tu peor pesadilla llegará de inmediato". Para ser alguien tan amenazante no me pareció una persona de cual deba aterrarme; pero lo desgarrante se aproximó después, cuando se escuchaba perfectamente la voz de Alex pronunciando "Lo siento" a lo lejos.

*Nota de la escritora: Escuchar Snap Out Of It de Artic Monkeys*

Cuando desperté las agujas del reloj despertador marcaban las siete con dos minutos. Para mi sorpresa me encontraba en mi habitación, en casa de mi querida abuela. Mi cumpleaños número diecisiete era ese mismo día. Supuestamente decían que era la mejor edad de la adolescencia, ya que no eres lo suficiente grande para dejar de hacer tonterías, pero eres lo suficientemente grande para salir de noche.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras para ir directo al baño. Tomé una ducha rápida, pero no lavé mi pelo, estaba por completo desganada de todo. Cuando salí tomé un mechón de pelo violeta. Me encontraba tan emocionada por aquel día, tan mágico, tan..."Aburrido" dijo mi mente. Tenía razón. Quiero decir, mi vida no tenía nada de especial, era la típica adolescente aburrida, con el estilo entre hipster, punk y emo. Con las venas cortadas por las navajas. Utilizaba múltiples pulseras para que las cortaduras no se vean en ningún momento. Depresiva, tan depresiva que apenas tenía una amiga. Que siempre pasaba los exámenes de la escuela con sietes. La aquella chica que prefería ayunar todas las mañanas para tener un físico delgado y no ser juzgada por la sociedad. La que utilizaba una sonrisa como mascara para que nadie me pregunte el típico "¿Estás bien?" y yo tan solo asentir alegre de forma mentirosa. Era la misma chica que prefería quedarse en casa todos los viernes por la noche, encerrada en su habitación, tomando un té, leyendo esas hermosas novelas románticas. De esas que tenían un personaje masculino ficticio, que te enamoraba con esas mágicas y tan ciertas palabras que a toda chica le gustaría que le dijeran al menos una vez en toda su vida. Eso era lo que yo buscaba, el chico perfecto. Pero lamentablemente no existía. Sufrí catorce veces por nada, me metí con seis chicos, en diferentes ocasiones, para ver si encontraba alguno para mí, me equivoqué siempre. Me sentía una basura por dentro, y por fuera me veía feliz, con esa horripilante mascara.

Las lágrimas recorrieron por mis mejillas, y un enorme nudo se formó en mi garganta. Cuánto deseaba que un personaje literario viniera solo por mí, que se quede conmigo por siempre, o al menos para curar mis heridas. Las heridas de mi corazón y alma. Limpié mi cara con agua fría y salí del baño. Me sentía tan mal por lo del día anterior, pero como era mi cumpleaños me dije a mí misma que por lo menos debía estar feliz por mi abuela y por Iris.

Salí envuelta por una toalla blanca y al verme mi abuela me felicitó por mi cumpleaños.

— ¡Mi niña ya está creciendo! No puedo creerlo, mi cielo— ese era su discurso de todos los años.— En tu habitación dejé tu regalo, ve—me sonrió con dulzura.

Asentí animada y subí apresurada la escalera caracol. Abrí la puerta de mi habitación; el piso era como el de abajo, de madera oscura, un colchón se hacía pasar por mi cama, encima de él estaban las frazadas que durante toda mi vida mi abuela fue tejiendo a mano. Por los muros colgué casi todos los cuadros y dibujos que pinté desde el primer año del instituto. Del lado izquierdo de la habitación pequeña, había estantes con libros que ya no daban abasto para más, de todas formas yo compraba más y más, y en la esquina puse un armario de madera, pintado en verde oscuro, allí ponía mi ropa. El techo era una parte del techo exterior de la casa, el cual era como un triangulo, mi parte era la derecha, y la de mi abuela la izquierda.

Divisé mi regalo a un lado del colchón. Una enorme caja con decorado de girasoles. "Una caja grande para una habitación pequeña" pensé, y sonreí al verla. Un gran moño color bordó la adornaba y sellaba. Sacudí la caja para que me de la pista de su contenido, pero no oí nada. Desaté el moño y abrí lentamente la caja; Un top de cuero sintético, una falda bordó holgada que iba desde las caderas hasta el fémur, unas botas cortas con cordones (negras) de cuero sintético también, un par de accesorios de imitación de oro y el infaltable suéter de la abuela, blanco con un diseño extraños de triángulos en negro.

Sostén Mi Mano |TERMINADA.|Where stories live. Discover now