Capítulo 9:

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Capítulo 9:

Querido Peter:

He estado muy extraña desde que hablé con mi abuela sobre mi 'problema'. No he podido dormir nada bien que digamos. Además Regina ha venido a visitarme un par de veces, casi todos los días. Se la mira un poco más gorda que de costumbre. ¿Estará bien? Eso parece. Se la nota feliz y llena de vida. Me contó que ahora está viviendo con un tipo, se llama Ed, aún no lo he visto, pero no me agrada el hecho de tener un padrastro. ¿Y si es malo? Me preocupa de que así sea. ¿Y si es un desempleado? O peor aún, ¿y si bebe? No quiero tener problemas, mejor dicho no quiero tener MÁS problemas. Prefiero seguir viviendo con la honestidad de mi abuela, y no con la inauténtica de mi supuesta madre.

Peter has desaparecido. No te he vuelto a ver desde que te conté lo del chico de colores apagados. Me desespera la simple idea de que no vuelvas aquí. Necesito saber que estás bien. Me siento más sola que nunca desde que no estás. Iris está con su nuevo novio, al igual que Graham. Ahora sé lo que sentía Iris cuando yo tenía novio y la dejaba sola.

Graham también ha estado más distante de mí, creo que es mejor así. Seguramente su novia lo habrá obligado a aparatarse de mí. Lo vi en sus ojos cuando salimos del instituto una tarde. Era furia pura. ¿Por qué me miraba así? Yo no le hice nada, es más, nunca le hablé en mi jodida vida. ¿Graham le habrá hablado de mí? No creo, ¿por qué lo haría? Y también ¿por qué gastaría su saliva en mí? No soy nadie.

Mi abuela estuvo obligándome a comer, y cada vez que voy al baño ella me espera en la puerta, preguntándome cada dos minutos que estoy haciendo. Es irritante de vez en cuando, porque a veces (siempre) no tengo hambre, pero de todas formas ella me obliga a comer. En esos momentos la comida me da asco y me provocan ganas de vomitar. Y cuando lo hago no es intencional, es mi cuerpo el que la rechaza. Mi abuela me grita cuando lo hago. Si tan solo ella me entendiera..."

Dejé mi cuaderno en la mesita de luz y salí de la habitación. Era sábado y mi pelo ya estaba desteñido. No sabía si teñirlo otra vez del mismo color o de rojo. Me metí en la ducha, abrí el grifo, me lavé el pelo, tomé la toalla una vez que acabé y cuando miré al frente para volver a torturarme a la antigua noté que el espejo ya no estaba. Mi abuela lo había sacado. Me dijo que no le gustaba la forma en la que me miraba con él. Tal vez tuvo derecho a sacarlo. De todos modos me estaba lastimando con esa cosa.

Subí con la toalla en la cabeza y con la ropa interior ya puesta, ya que no había nadie en casa. Pero me arrepentí de ello cuando entré a mi habitación. Peter estaba sentado sobre mi colchón, miraba fijamente por encima de mi hombro. Estaba serio, muy serio. Fue un momento muy incomodo en cuanto el se volteó hacia mí y me miró de pies a cabeza.

—Date la vuelta y no mires, o vete de aquí. No me siento cómoda contigo observando.

—Está bien. Respeto tu privacidad...

—Hola—abrí el cajón de ropa.

—Boungiorno, linda—dijo desde atrás. Sentí que se levantaba del colchón y se dirigía a la puerta y la cerraba.

Saqué una remera blanca sin mangas, una camisa a cuadros morada y blanca, y un par de jeans azul oscuro. Me los puse en silencio. Sentía su tristeza sobresalir por todos lados. Tomé las Converse negras y sucias de siempre, me las puse.

—Tanto tiempo, ¿no?

Al tiempo que abría la puerta, ya una vez vestida.

—Ya, en serio. ¿Qué te pasa?—Le dije ceñuda.

Peter negó, soltando una lagrima silenciosa. Tuve mal presentimiento sobre eso, un pensamiento horrible se me cruzó por la cabeza.

—No me digas que te irás—las lágrimas me burlaron y salieron por mis ojos. Emití un pequeño gemido, haciéndome forzar una dolorosa sonrisa. La toalla se me cayó de la cabeza. Qué bueno que todavía no me había maquillado.

Sostén Mi Mano |TERMINADA.|Where stories live. Discover now