•Introducción•

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Limpiándose una lágrima que había caído bajo sus ojos, Kylie se mantuvo en silencio, el único sonido en la habitación era el sonido de Justin lanzando el paquete hacia ella, junto con el sonido de la lluvia que golpeaba contra la ventana de su dormitorio.

-Has dicho que lo estaba haciendo mal, ¿qué quieres decir? - Ella era curiosa, pero muy curiosa, con ganas de escuchar la respuesta de alguien que sabía lo que decía, especialmente teniendo en cuenta su comportamiento.

Justin se encogió de hombros, sentado en la punta de su cama. -Tu técnica, está mal. - Le dijo, mirando el paquete. - ¿Para qué compraste un consolador? No sabes cómo usarlo, fue una pérdida de dinero. - Sonrió inconscientemente, levantando ambas cejas para hacerle saber que él sabía lo que había en la caja, el color desapareció de su rostro al instante.

-No se suponía...- Kylie sacudió la cabeza, con el corazón latiendo más rápido de lo que nunca había latido antes.- No estabas...- Estaba nerviosa, mientras su vergüenza iba aumentando cada segundo transcurrido .

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Kylie había conocido a Justin hacia unos seis años más o menos, que tenía una larga relación, disfuncional con su media hermana, y sin embargo no podía pensar en nada más embarazoso que en su situación actual con él. Gimiendo, se pasó los dedos por el pelo por la frustración.

-Ni siquiera vives aquí. - Escupió, con su estómago revuelto - ¿Por qué estás aquí, ¿por qué estás en mi habitación? Se supone que deberías permanecer en la casa de huéspedes, con Sammy no alrededor de la casa a las tres de la mañana, paseando cada vez que lo desees. - Murmuró. El enfado se convirtió rápidamente de nuevo en vergüenza.

Justin se volvió hacia ella, ignorando sus comentarios. -Otra cosa que debes saber es que esto no se siente como la real. - Sacó el consolador de color rosa brillante vibrante.

-Sí, bueno, no lo sabría. - Ella replicó, frunciendo el ceño.

Una cosa que había llegado a creer todo el mundo era que ella no era virgen, lo cual era mentira, ni siquiera su mejor amiga sabía que era una mentira.

-Espera - Justin miró interrogativo.- ¿Eres virgen? - Miró asombrado mientras intentaba no reírse.

¿Cómo se podría tragar que la chica que deja ver sus muslos, que usa su blusa demasiada pequeña, que no asegura su escote y la misma chica que tiene una perforación en la lengua, es virgen?

- Por desgracia, sí. - No quería admitirlo, a nadie. - ¿Qué tipo de chica de dieciséis años de edad que asiste a las fiestas cada fin de semana, es virgen? ¡Ah, y para empeorar las cosas, ni siquiera he tenido un primer beso!

Su inocencia estaba escondida muy por debajo de los gestos coquetos y un uniforme escolar subido de tono.

-¿Desafortunadamente? - Justin repitió con consufión absoluta en el rostro libre de imperfecciones
-Kylie, tienes dieciséis años. Deberías estar lejos de lamentarte.¡Debes estar orgullosa y no comprar juguetes sexuales. Que por cierto, no es forma de perder su virginidad. - Chasqueó los labios, el sonido de ellos al chocar llenó la habitación por un segundo o dos.

Drásticamente, suspiró. -No lo entiendes. - Protestó ella.

-¿Entender qué? - Preguntó.

Kylie suspiró una vez más.

-Siendo una chica se entiende mejor.

Justin se rió.- Oh, pruébame.

Por lo general, no le importaría, se reiría del hecho de que estaba desesperada por perder su virginidad tan sagrada. Sin embargo, tener una hermana de la misma edad que Kylie le daba miedo, a veces, sabía que las chicas demasiado cerca de dieciséis años de edad están deseosas por experimentar y explorar la vida. Dios impida que descubra que mi hermana ya haya perdido su virginidad, pensó Justin. Él le ordenó permanecer pura hasta que tenga por lo menos unos treinta años.

Secreto Sucio → j.b (+16)Where stories live. Discover now