Capítulo veinte

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Hola! Cómo están?? Bueno pues les doy un preámbulo, espero que les guste el cap, mejor dicho el MARATÓN! Tengo feriado! Y eso significa tiempo para escribir y hacer muchos, pero muchísimos capítulos, bueno por ahora espero alcanzar a hacer tres porque también debo actualizar mis otras historias. Aunque si tengo tiempo el maratón se extenderá a cinco capítulos estoy generosa debido a sus comentarios :3, he tenido varios y eso me ha animado.

En fin, subiré este capítulo primero y tardaré un poco hasta subir los otros dos, pero nada de que preocuparse, pues hoy mismo tendrán los tres. Espero que les guste bastante, no olviden que los quiero, gracias por el apoyo, tengo varias dedicaciones que hacer, si quieren que les dediqué un cap. no duden en pedirlo, las haré al final de maratón y si no, es que se me olvidó, pero cuenten con que tendrán sus dedicaciones (especialmente quienes comentan). Para no cansarlas más, me despido, disfruten mucho, las quiero.

TheGreekEmpress.

******

Nunca fui buena consolando a la gente, pero tampoco mala, simplemente no sabía exactamente que hacer. Por el momento, abracé a Julián con todas mis fuerzas y le dije que lo quería, me partía el corazón verlo llorando desconsoladamente sin saber la razón, pasamos así, abrazados, un buen rato, poco a poco se calmó, pero se le escapaba una que otra lágrima aún.

Me miró directo a los ojos y mi intuición femenina tomó el control, vi en sus ojos algo único, algo que ves en los ojos de un niño que hace una travesura, vi culpabilidad...

-¿Qué pasa?-pregunté maternalmente, mientras acariciaba su cabello.

-Es solo que...-se calló un momento-siento que tu haces todo por mí y no me siento merecedor de eso.

Yo tenía la mirada clavada en sus ojos y el sentimiento de culpa no había desaparecido. Lo presioné amorosamente.

-No es solo eso, ¿verdad?

Empezó a llorar nuevamente.

-Mariana, yo no quise..., ni siquiera fue mi culpa..., no estaba en mis cinco sentidos y ella lo aprovechó, perdóname, en serio perdón, no...no quise.

-¿Ella?

-En la fiesta que hicieron por mi cumpleaños-prosiguió, deteniéndose a cada momento como si lo que me fuera a decir necesitara demasiado valor-. Me excedí con la bebida, en un inició todos conversábamos y bailábamos sin ninguna intención mala, pero luego empezaron a dar las bebidas, una tras otra, yo bebí demasiado, al igual que otros y fue entonces en dónde hice todo, la besé, besé a Antonela y tal vez a otra de mis amigas.

Me quedé pasmada, mi cerebro se detuvo por completo, Julián me seguía explicando cosas, solo capté que Antonela se había aprovechado del asunto, que de repente en la poca conciencia que tenía, la vio sobre él, después dijo que no recordaba mucho, pero que Ricardo dijo que le ayudó a entrar en un cuarto hasta que el alcohol se le bajara de nuevo, y así fue, con ayuda de varias pastillas y agua, se recuperó más rápido de lo normal y vino a  la cabaña en seguida, el silencio nos invadió entonces.

Teníamos la respiración agitada, él mucho más que yo, pero por un rato todo fue silencio. No sabía como actuar, una parte de mí decía que no fue su culpa, simplemente celebraba su cumpleaños y que al verlo así Antonela solo siguió sus instintos, esa parte me decía que debía perdonarlo. Pero la otra, me recomendaba que no, que fuera o no su cumpleaños, no debió beber hasta perder la conciencia, que ni sus lágrimas de hombre eran explicación para la traición.

-Perdón-susurró, y repitió la palabra un centenar de veces más, cada vez elevando la voz, no sabía que hacer,  odio cuando tengo sentimientos encontrados, ¿Perdonarlo o no? Las lágrimas en sus ojos me dieron la respuesta, yo también me eché a llorar sintiendo pena, pero sobretodo me mantuve abrazada a él, el amor duele, y duele mucho, en estos casos es donde no sabes nada, ni siquiera en dónde te encuentras, si lo que haces está bien o mal.

Poco después me recosté en la cama, aunque sabía que dormir podía ser imposible, me puse a espaldas de Julián y él me abrazó, poco a poco fui cogiendo calor y mis párpados querían cerrarse, no los contradije.

***

No podía estar tranquila ni siquiera en sueños, no recuerdo muy bien lo que soñé, pero sé que no fue agradable. Al abrir los ojos apenas empezaba a clarear, Julián tenía la respiración suave y estaba profundamente dormido, a los cinco minutos de seguir recostada entendí que no dormiría más, con mucho cuidado me levante, me puse el traje de baño, unos shorts y una playera encima, cogí un libro para perderme un momento, y salí, me senté en la arena y leí plácidamente por un largo rato, cuando los rayos del sol empezaron a pegar más fuerte sobre mi piel, pero sin quemarme todavía, entré al agua y mi ánimo subió al intentar evitar las olas, algunas me dieron de lleno en la cara, otras las logré esquivar, era tan bonito poder jugar, dicen que todos tenemos una parte de niños dentro,  y esta era la mía, admito que se veía tonto que alguien jugara solo con las olas..., pero debo decir que me sentí muy bien.

Poco después entré en silencio a la cabaña, y lo primero que vi me sorprendió, bueno, no digamos "lo que vi", si no más bien lo que olí, un olor a omelet impregnaba el aire, entonces, centré mi vista en la mesa, yacía puesto el desayuno, de hecho, yacían un montón de manjares, pan, leche con chocolate, dulces, una que otra fritura..., en fin, muchas cosas deliciosas, frente a frente se encontraban dos puestos, y en uno encontré una especie de álbum, me acerqué, me senté y lo abrí.  Me sorprendió mucho lo que pude observar, eran fotos, la primera era una en la que estaba yo sola, el día en que conocí a Julián, en la entrevista de trabajo de mi hermana, luego en nuestra primera cita, él y yo, a veces solo yo y una que otra foto tomada por mi, donde aparecía sólo él. 

La fotos seguían un patrón, según nuestra relación avanzaba y la última que encontré era de hace cinco minutos, cuando estaba riendo despreocupadamente jugando con las olas...

-¿Te gusta?-me preguntó Julián y sentí su aliento en mi hombro.

Mayor que yoWhere stories live. Discover now