Capítulo seis

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-¡Mariana!

Tenía la esperanza de que no me viera, no la quería saludar, ni siquiera hablar con ella, pero mi suerte claro que no era buena. Se acercó a paso ligero, y emocionada al parecer. La bebida que llevaba en su mano me hizo notar que el rojo de sus mejillas no era por la emoción, sino que el alcohol se le empezaba a subir a la cabeza.

-¡Mariana!-volvió a llamar-¡Hola querida!

-Hola- mascullé de mal humor, de muy mal humor-¿Qué haces aquí?

-¡Ah! Me enteré de que había una fiesta, y con unos amigos decidimos venir a divertirnos un rato

Algunas veces un detector interno de mentiras se prendía en mi corazón. Alguien de esa edad no podría estar en esa clase de fiestas, creo. Decidí seguirle la corriente, por un tiempo, aunque yo respondía siempre con el mismo mal humor.

-Me parece bien, ¿Cómo te enteraste?

-Vamos, demos un paseo

Me puso la mano en la espalda y con una fuerza mayor a la que pensé, me obligó a caminar a su mismo paso, ¿Qué querrá?

-Querida- su tono ya empezó ponerse duro y frío- creo que debemos aclarar varias cosas

-¿Qué quieres?

Sacó un cigarrillo de su bolso rojo escarlata. Hasta el momento no me di cuenta de que llevaba un provocativo y ajustado vestido del mismo rojo, con un escote exagerado. Su melena rubia se mecía de un lado al otro con el ruido de sus tacos enormes y su maquillaje perfecto.

-Julián es un buen hombre ¿No? Es guapo, inteligente, y algo mayorcito para ti también.

Me miraba de reojo, fuimos al jardín trasero y entre la bulla de la música nuestras figuras empezaron a conversar.

-¿A dónde quieres llegar?

-Haces muchas preguntas Marianita-votó el humo de su cigarrillo en mi cara, que con el olor a vodka era insoportable-. Pero tranquila, te las responderé una a una.

-Habla de una vez, me hartas.

Rio cínicamente y con una mano empezó a acariciarme el cabello, maternalmente. Me alejé, pero ni se inmutó, mi voz ya había cambiado por una defensiva e hiriente.

-Julián y yo hemos sido amigos desde hace ya mucho tiempo, nos llevamos muy bien. Un día me vino con una novedad, que había conocido a una mujer, no me pareció muy bien, pero con todo le ayudé para que le pidiera una cita.

Esperó que dijera algo, pero me mantuve en silencio, ¿En realidad ella lo había ayudado?  ¿Y ahora que querrá? Sus dedos me seguían acariciando el pelo.

-No me dio mucha información sobre esa mujer, pero me dijo que era joven. Pero la quería conocer, y de pasó, “Marcar mi territorio” Pensé que tal vez era una menor por unos tres o cuatro años, pero al verte vaya que me sorprendí. Una niña. Estúpida e inexperta.

¿Escuché bien? ¿Me llamó estúpida acaso?

-Me pregunté, ¿Qué puede ver un hombre así, en una mujer tan…?-su mirada era de desprecio y dejó la incógnita abierta, cómo si no encontrara un insulto lo suficientemente bueno para aplicarlo a mí-Marianita, te lo diré, un hombre tiene necesidades, necesidades que tú no llegas a entender. ¿Crees que tú podrías cumplirlas mejor que yo lo haría?

Debo decir que me afectó un poco, no que me insultara, ni que ella quiera Julián-¿Quién no lo querría?-Me dolió que era verdad. Que entendí perfectamente que un hombre tenía “necesidades” sabía cuáles eran, y realmente no estaba preparada, no quería hacer nada referente a eso. Pero esto era una discusión y no podía darme por vencida.

Mayor que yoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora