Capítulo diez

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El corazón se fue hacia mis pies, por dos excepcionales razones. La primera fue debido a que por alguna extraña razón Bryan y yo habíamos terminado con nuestros cuerpos juntos, si yo estuviese viendo aquella escena como otra persona, seguramente pensaría que somos una pareja, y no quería que Julián pensara eso. Y la segunda, definitivamente Julián tenía el cuerpo bien marcado, era delgado, no era musculoso, pero tampoco parecía un tallarín, por su piel blanca recorrían gotas de agua brillantes y su cabello desordenado lo hacía lucir como un "chico malo". Temblé a pesar de que no hacía frío. Nuestras miradas chocaron y vi en él una especie de decepción, luego dio media vuelta y se fue a quién sabe dónde.

Traté de seguirlo al instante, pero reparé en un pequeño detalle.

-Bryan. Debo ir a buscar a mis padres, vendré en un momento.

Sin esperar respuesta me alejé, y traté de adivinar en dónde se había metido Julián, no lo vi en la piscina, tampoco en el área de canchas y máquinas de ejercicio. Perdí completamente la esperanza de encontrarlo, fui un segundo a los vestidores, de pronto el paseo ya no fue tan divertido, me miré en el espejo, sentía la necesidad de hacerlo. Con un suspiro de frustración me maldije a mí misma por permitir que una persona manejara mis estados de ánimo aunque no fuese su intención. A mi izquierda había una pared, me apoyé en ella y cerré los ojos tratando de borrar todo lo que estuviese a mí alrededor.

-¿Me buscabas?- susurró una voz conocida en mi oído, abrí los ojos rápidamente y ahí estaba, apoyado en la pared también, con un cigarrillo entre los dedos, lo miré directamente y él a su vez soltó el humo del cigarrillo en mi cara. ¡Pero qué irrespeto!

-No me gusta que hagas esto-dije molesta, y alejándome de él. En respuesta a mi declaración soltó otra bocanada de humo mientras reía muy fuerte.

-Dime Mariana, ¿Cómo está tu novio?

-¿Qué novio?

-¡Ah! Vamos, Ese muchacho con el que estabas hace unos minutos. ¿Lo ibas a esconder siempre?

-¿Bryan? Es un viejo amigo.

-Y yo soy Batman, ve con tu Bryan-dijo despectivamente-. Y todo estará bien.

-Bryan ES MI AMIGO. No sé quién te habrá...-la llamada, la cena, cuando supe que no era un hombre quien llamaba-. ¡Antonela! Ella te dijo esto ¿Verdad?

-¿Importa?

-Claro que sí, ella te mintió. Quiere quedarse contigo y para eso necesita eliminarme, aunque no sabría muy bien el por qué-mentí, claro que lo sabía y lo entendía bien-. Pero todo se lo ha inventado, debes creerme.

-¡Ja! ¿Y las fotos?

-¿Qué fotos?

-¡Ya basta! ¡No quiero saber nada más! Vi lo que vi, saqué conclusiones y ya. No puedes inferir.

-Está bien- dije tranquila, más de lo que esperaba-. Pero quiero recordarte aquellas fotos que nos hicimos en nuestra primera cita, eso no significan que ya seamos algo.

Movió la cabeza como tratando de no escuchar o que no le llegara lo que acababa de decir, otra bocanada de humo en mi cara, sólo había fumado una vez en mi vida, pero estaba tan saturada que necesitaba un escape, acerqué su cara a la mía, mientras lo miraba fijamente, él no comprendió nada y aproveché su confusión y con mi mano derecha le quité el cigarrillo, me alejé y me lo metí a la boca aspirando, luego solté el humo tal y como él lo había hecho.

No sé si tiene caso pelear por esto.

Pero mientras lo decidía salí del vestidor con el cigarrillo aún encendido.

-Mariana- gritó por último, y regresé la mirada-. Aún eres una niña.

Ya no recuerdo cuando fue la última vez que me dolió que me dijeran aquello, hubo una época en la que trataba de aumentarme años, pero ya había aprendido a dejarlo pasar, después de todo el peor error es querer aparentar lo que no eres. Tengo quince años, tiempo suficiente para conocerme bien, sé que soy bastante enamoradiza por lo cual tiendo a sufrir muy fácilmente, me arrepentí de estar sintiendo eso, me arrepentí de dejar atrás esa tranquilidad de no tener que dar explicaciones a nadie, de no sentir nada por nadie, y por último me arrepentí de que sintiera una desesperación en el pecho, una desesperación que me acabará llevando a las lágrimas.

Aunque no quisiera admitirlo lo entendí como una indirecta declarando imposible cualquier cosa que pudiese pasar entre ambos, solo deseaba irme, ya no reía con las bromas de Paula igual que antes, no podía derrumbarme aquí, no era el tiempo.

* * *

Al fin sola.

Puse cerrojo a la puerta de mi habitacióny música triste inundó mis oídos, me miré en un espejo cercano y me pregunté qué tenía de malo, no tenía el mejor físico, tampoco el más hermoso rostro, y en cuanto a mi personalidad...no era para nada sociable, era bastante tímida e introvertida, además de que me irritaba fácilmente, era autoritaria y competente en el nivel académico, supongo que es eso. Pero me estoy hartando de no tener suerte en el amor, si, para todos es fácil decir que ya llegará el momento, pero para mí no.

Por un lado me sentía tonta por estar sufriendo por alguien que ni siquiera me pensaba...

Pasé varias horas de la tarde y noche pensando, viendo películas, leyendo capítulos de un libro y comiendo un enorme helado de chocolate. De repente se me ocurrió una idea, tonta, pero una idea.

-¿Sara?

-¡Mariana! ¿Cómo estás?

-Necesito un favor enorme y urgente, bueno en realidad dos favores.

-...

-Hurga en el celular de Julián y mira todo lo relacionado con una tal Antonela, dame su número y los detalles importantes, luego necesito que hagas que se encuentre con Julián y debes quitarle su teléfono.

-¿No quieres también un hijo?

-Ja. Ja. Muy chistosa-dije sarcásticamente-. Si soy buena en algo, es para vengarme y hacer quedar muy mal a la gente que no me gusta.

-Haré lo que pueda, pero me debes explicaciones.

Y ambas cortamos la línea.

Vas a caer Antonela, vas a caer.

* * *

Maratón 1/3

Mayor que yoWhere stories live. Discover now