Capítulo once

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Así que tenía fotos mías bailando con Bryan en posiciones excepcionalmente comprometedoras. Bueno, pues también tiene varias conversaciones con lo que al parecer es su mejor amiga, y lo mejor era que allí estaba su plan para alejarme de Julián.

Sería un buen momento para amenazar ¿No? Al menos Sara había averiguado el número telefónico del departamento de Antonela.

-Buenos días ¿Quién habla?

-¡Anto!-dije con una voz dulzona- ¿Cómo has estado?

-¿Quién eres?

-¿Me explicas que hacías tomando fotos he inventado historias equivocadas sobre algo que nunca ha pasado?-se quedó en silencio por un rato.

-Ahora entiendo..., Marianita- empleó el mismo tono cariñoso-. Ya te lo dije una vez, él es mío, el fin justifica los medios.

-¿Y crees que a él le guste enterarse de "tus medios" para llegar a un fin?

-Mira niña, ya me tienes enojada, vas a oírme...

-No querida, tú escúchame, interesante lo que tu amiga Victoria opina sobre esta obsesión tuya, tal vez deberías escucharla.

-¿Cómo sabes eso?

-Si no le dices a Julián que nada de lo que dijiste es verdad y limpias la imagen que tiene de mí, puede que yo no ensucie la tuya. Veré tu progreso en dos días. Tienes dos días y si no...-pero colgué antes de acabar de decir la amenaza.

Reí, por primera vez en varios días, no sabía que iba a pasar después, pero realmente esto se sentía genial. En general esta semana había sido horrible, cada día tratando de sonreír naturalmente, pero nada, ahora debo pensar en otra maldad para hacerle a Antonela.

Admito que las vacaciones ya me estaban aburriendo, no es que deseara regresar al colegio, pero debía hacer algo o empezaría a delirar.

* * *

2 días después.

-Deben estar ahí

-¿Estás segura?

-Obviamente sí.

Esto era más emocionante de lo que esperaba, Julián y Antonela estaban cenando juntos, y Sara me había confirmado que ahora era el momento en el que se lo dirá. Estábamos escondidas detrás de un arbusto algo grande que formaba parte de la decoración del hermoso lugar.

Desde ese lugar podíamos oír casi todo, ya que no estaba tan lejos de la mesa.

-Julián-dijo ella nerviosa-. Debo confesarte algo.

-Dime.

-Lo que dije sobre Mariana es...es...-miró a todas partes-, totalmente cierto y...

Esa mentirosa. Tenía a Julián en sus manos, podía decirle todo lo que ella quisiera y él se lo creería, pero esto no se va a quedar así...vaya que no. Me levanté de mi escondite y pesé a las advertencias de Sara para que volviera a mi lugar, pasé muy cerca de ellos, en su mesa se encontraba un camarero y les servía un café caliente, muy caliente. Choqué con él, justo con la mano que estaba sirviendo la bebida y él se movió de manera que todo se derramó en Antonela, en su lindo, florido y corto vestido. Seguí caminando, no sin antes cruzar una mirada de advertencia con ella.

El camarero se disculpó y con pánico se alejó de la mesa. Regresé a mi lugar sigilosamente. Mientras Julián miraba preocupado a su amiga.

-¿Estás bien? Vamos...

-Es falso, todo lo que dije es falso. Solo era para que la odiaras.

-¿De qué hablas?

-Mariana.

Julián se revolvió el cabello y se refregó los ojos. Le hizo varias preguntas más y luego se ofreció para llevarla a la oficina para que se cambie, pero esta vez se encontraba bastante serio.

Iban caminando hacia la salida, y por alguna razón Julián vio justamente al lugar donde Sara y yo nos encontrábamos, mi corazón se paró por un segundo y cuando él volvió a caminar, aparentemente sin vernos mi corazón volvió a latir.

-Sigámoslo.

-Mariana. ¡Estás loca!

Pero yo ya había salido corriendo, pedimos un taxi y los seguimos, esto parecía una auténtica misión de espionaje, y el único objetivo era arreglar las cosas con él. Se detuvieron en la puerta y rápidamente se adentraron en el edificio. Al instante mi amiga y yo los imitamos. Aunque nos costó algo de tiempo convencer a los guardias de que nos dejaran pasar, lo logramos finalmente.

Subimos a su oficina haciendo el mayor silencio posible, la puerta estaba abierta y nos quedamos paradas en un lugar estratégico para ver y escuchar todo, aunque nada de lo que vi me gustó.

Julián se arrimó al escritorio mientras veía a Antonela hacer nudo a los cordones de sus zapatos deportivos, ella ya cambiada, se levantó y se acercó a él y lo besó, Julián por un momento estuvo desconcertado, pero no impidió nada.

Para mí el tiempo paró por un segundo y pude pensar.

Pensé en lo que me había dicho, que era una niña.

Pensé en que yo nunca había estado con alguien, me había enamorado, había sufrido, pero nunca había tenido un novio serio u oficial.

Pensé en que si hubiese algo entre los dos, yo no sería la primera, no sería su primera experiencia, ni la primera vez que hace una u otra cosa con una mujer, mientras que él para mí sí.

Pensé en que me dolía, en que todo me dolía aunque no quisiese, aunque rogara por no volver a sentir de nuevo una decepción.

Pensé en miles de cosas, todo en un segundo, todo adentrándose en mi corazón como una lanza, como una dolorosa lanza.

Y miré a Sara, tratando de transmitirle que ya no quería ver aquello por más tiempo, no sé si logré que entendiera eso, pero de cualquier forma caminé hacia la salida con ella siguiéndome, nos despedimos y fui a mi habitación sin decir nada a nadie. De nuevo me abandoné a una decepción.

* * *

Maratón 2/3

Mayor que yoWhere stories live. Discover now