D5

72 4 8
                                    

- Lo lamento, pero acabo de llegar y aún no he tenido ocasión de descansar...- has declinado su oferta poniéndote en pie.

- Comprendo...- ha resoplado desilusionado.

- Ya volveremos a encontrarnos- has dicho sonriente

- ¡Por supuesto!- se ha levantado de un salto- Nos veremos muy pronto- ha besado con delicadeza una de tus mejillas y sin mirarte ha salido de la estancia.

El anciano sirviente de la entrada te ha dicho que para llegar a la cocina deberás girar a la derecha en el próximo pasillo, a continuación te encontraras con el comedor y una vez allí tendrás que traspasar una puerta de doble hoja que te conducirá directo a la cocina. Al llegar al comedor te has percatado de lo ostentosa que es tu nueva "casita", la mesa poseía lugar para un mínimo de 24 comensales, el mantel estaba constituido por una refina seda que parecía haber sido traída desde medio oriente, sobre aquella descansaban platos de porcelana y copas de diferentes grosores y alturas, todos los complementos se hallaban constituidos en una centellante plata, como los tenedores y las cucharas. Las paredes se encontraban revestidas en un papel tapiz victoriano y una salida aledaña conducía hacia al jardín, el cual podía contemplarse a través de tres amplios ventanales. Al fondo del salón permanecía la entrada a la cocina, la cual estaba abierta dejando entrever el revuelo que allí había, decenas de sirvientas iban y venían con humeantes ollas entre sus manos. Al entrar tu atención ha sido captada por una robusta mujer posicionada frente a un mesón; a gritos les daba indicaciones a las criadas, una de ellas aproximándose con una cuchara le ha solicitado: "Geraldine ¿Está bien el punto de esta mermelada?" La mujer ha degustado la muestra y asintiendo con la cabeza ha dicho: "Si, ya sácala del fuego". Elevando al máximo tu voz has pretendido llamar su atención, mas ha sido en vano, el laborioso ruido emitido por las cacerolas, sartenes y cucharones ahogaban tu presencia. Con un sigilo sobre humano has esquivado a cada una de las atareadas empleadas para llegar hasta Geraldine. Una vez a su lado has tirado de su falda un par de veces, ella ha girado de manera abrupta. Su mirada es severa e intimidante.

- Señorita... Que osadía la suya, estorbar de esa manera ¿Qué se lo ofrece?

- Pe...perdón, no era mi intención

- Bueno, dejé, no importa... Dígame, qué la impulsó para venir hasta aquí...

- Me han dicho que fuera en su búsqueda, puesto que usted puede escoltarme hasta mi habitación...

- ¡Oh!- su expresión demuestra sorpresa- Usted es la señorita Elizabeth ¿No es así?

- Es así.

- Disculpe mi descortesía. Sígame.- su tono transmite seriedad- ¡Muchachas! Sean cuidadosas, vuelvo enseguida.- le ha aconsejado al personal.

Para ir hasta tu pieza han tenido que atravesar incontables pasillos y subir un par de escaleras, una vez allí la mujer te ha dicho:

- Pasa y ponte cómoda, ya tienes la tina preparada, así que si gustas puedes darte un baño... Por cierto, mi nombre es Geraldine, tal vez ya lo sepas, soy una fiel sirvienta de esta casa. Si hay algo que desees no dudes en pedírmelo...- Haciendo una pequeña reverencia se ha retirado...

Has abierto la puerta de tu cuarto, detrás de ella has llegado a vislumbrar un cómodo colchón constituido de resortes. Las sábanas son de seda y lino. La cabecera de la cama es de ébano y se encuentra suavizada con innumerables almohadones con flores bordadas. A la izquierda de tu lecho hay un extenso placar (en lo que a ti respecta tu guardarropas ya se encuentra allí). A la derecha puedes notar el ventanal que conduce al balcón, las cortinas están plegadas, en aquel llegas a distinguir una mesa echa de hierro torneado y unas cuantas masetas rellenas con gladiolos y narcisos. Justo frente a la cama permanece la puerta que lleva al baño.

El viaje desde Escocia hasta Inglaterra ha sido duro. Empeorando la situación, la terrible humedad londinense no ayuda en lo más mínimo. Acostumbrada a tu helada isla, el clima que ahora te asedia te resulta insoportable. Tus mechones se hallan desparramados sobre tus hombros, cuando esta mañana estaban afirmados fuertemente en una trenza. Te has desecho de tus prendas impregnadas en sudor y dispuesta a librarte de la sensación de suciedad, has ingresado al baño. Otra habitación ostentosa. Cerámicas blancas con motivos de enredaderas negras, la bañadera y el lavado hacen juego. Todos los grifos son de auténtico oro. Ingresas en la tina y comienzas a fregar tu cuerpo, el jabón es abundante y espumea sobre la superficie del agua. Te sumerges por completo relajando así tu endeble musculatura... La fatiga que te agobia es intensa, no obstante, te sientes feliz. Laurence es una persona agradable, será un placer seguir conociéndolo. Aprender que le gusta y que le disgusta volviéndote cada día más cercana a él. También, realmente ansias conocer a la mujer que desposará tu padre. Sin duda alguna, ella te resulta interesante. Es probable que extrañes la pacífica vida que has llevado hasta el momento, pero el porvenir fulgura en el horizonte poniéndote expectante. Ciertamente presientes que las cosas se pondrán algo excéntricas.

Sales de la bañadera y te envuelves en una toalla. Al abrir la puerta del baño te sorprendes al encontrar que sobre el colchón hay un vestido color crema. Es de corte imperio, la tela que lo constituye es muy ligera y vaporosa, el escote es en V y no tiene mangas. Encima de él descansa una nota:

"Ojala te guste, no creo que tu vestuario incluya ropa de verano. Te espero en mi balcón.

Laurence."

Te lo colocas de inmediato. Es muy fresco. No hay duda, se siente mucho más cómodo que las prendas que llevabas puestas antes ¿Será que él ha notado tu olor a transpiración y por eso te lo ha mandado? Qué vergüenza... Lo mejor es abandonar esa línea de pensamiento. Como sea, el vestido es hermoso y te queda bien, lo has podido comprobar en un espejo de cuerpo completo que has hallado al abrir el placar. Seguidamente cepillas tu cabello y optas por dejarlo suelto; listo, ya puedes ir a reunirte con Laurence.

Al salir de tu cuarto una melodía grave y profunda ha inundado tus tímpanos, por lo que puedes deducir se trata de un piano...

Aquí es en donde tú intervienes, escoge una opción:

Si deseas averiguar de dónde proviene la melodía ve a C3(II)

Si decides entrar directamente a la habitación de tu hermanastro ve a D3(II)

C3(II) Y D3(II) SON COORDENADAS DISTINTAS A C3 Y D3. LO QUE OCURRE ES QUE YA HE TERMINADO DE COMPLETAR TODO UN TABLERO DE AJEDREZ Y AHORA ESTOY COMENZANDO OTRO, ENTONCES ESE 2 EN NUMEROS ROMANOS CORRESPONDE A UN SEGUNDO TABLERO.

sentabxcߠ

♥ ♡CHESS, The Game of Love♡ ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora