Capítulo dos.

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- Eh, tú. -dice una voz masculina, haciendo que abra los ojos rápidamente.- ¿Por qué no te has comido la comida?

- No me gusta. -murmuro.

- Genial. -susurra.- Pues esto es lo que hay.

Asiento intentando contener las ganas de llorar y me tapo la cara.

Claro, no quiero que me vea llorar.

Sollozo sin darme cuenta y al instante me tapo la boca. Oigo como mi secuestrador traga saliva y anda lentamente hacia mí. Y ahora es cuando realmente, el miedo me invade.

Suspira y se agacha quedando a mi altura. Me intenta quitar las manos de la cara, pero me niego. Sigue intentándolo hasta que lo consigue, y examina mi rostro detalladamente.

- Megan. -susurra.

¿Cómo es que este tío sabe mi nombre? Oh Megan, es un secuestrador, los secuestradores lo saben todo.

Respiro agitadamente debido al miedo, y se levanta de mi lado.

Jesús.

Salgo de la habitación dejando a mi secuestrada sola de nuevo, y ando hasta el salón, donde se encuentran los demás.

- Tío, deja de ir a verla tantas veces, y siéntate aquí. -dice Toni.

- No. -niego con la cabeza y los cuatro me miran perplejos.- Quiero cambiarla de habitación. -espeto.

- No hay otra habitación, tío. -dice esta vez Dyland sonriendo.

Y entonces es cuando recuerdo la forma en la que sollozaba Megan, y me siento culpable de todo esto.

Joder Jesús, a ti nunca te han dado pena, ¿Por qué ahora?

- Toni. -lo llamo, haciendo que capte su atención en mí.- Tu chica es la que tiene mejor habitación, ¿cierto? -asiente no muy seguro y sonrío.- Perfecto.

Lo cojo del brazo haciendo que se levante y andamos hasta la habitación de su secuestrada.

- Quiero esta habitación. -espeto.- Sácala de ahí, y la llevas a la que actualmente está la mía.

- No podemos hacer eso. -murmura.

- Haz lo que te he dicho, Toni. -le digo con un tono amenazador.

Asiente nervioso y voy hasta la habitación que se encuentra Megan.

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Secuestrada. | J |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora