CAP 5: Los perros blanco y negro

16.7K 1.1K 255
                                    


Entramos a nuestro tercer año en Hogwarts. En el segundo no pasó nada muy interesante, sólo que Quejicus nos detestaba y según mis sospechas, intentaba averiguar lo que sucedía con Lupin, aunque los merodeadores lo cubríamos con una excusa diferente cada vez. 

También intentamos todo ese año el convertirnos en animagos, pero no lo conseguíamos, realmente era magia muy avanzada para niños como nosotros. Aun así persistimos todo el año.

Como iba diciendo, James y yo nos convertimos en cazadores en el equipo de Quidditch, y seguimos practicando para convertirnos en animagos. Luego de la cena de bienvenida, los merodeadores nos reunimos en la sala común.

–Esto de los animagos no se nos da, hay que aceptarlo –Bufó Peter. Lo miré muy mal.

–Llevamos dos años intentando convertirnos en animagos, ¿¡Y te rindes así nada más!? –Lo asesiné con la mirada.

–___ tiene razón, Peter. –Me defendió Sirius.

–Ya verán que lo lograrán –Sonrió Remus.

Pasaron meses y meses, y nos reunimos en una torre alejada para practicar mejor. Suspiré y conjuré el encantamiento, cerrando los ojos.

–¿___? –Oí la voz de James hablarme. Abrí los ojos y quise responder, pero un ladrido salió en lugar de mi voz. Me quedé perpleja.

Levanté mis manos para verlas, pero en lugar de éstas, ahora tenía patas blancas. Me levanté y noté que me encontraba en cuatro patas y tenía un pelaje blanco. Miré a los merodeadores, quienes tenían la boca abierta.

–¿Eres un perro blanco? –Dijo Peter, mirándome- Y tus ojos siguen azules –Me miró.

Pensé en regresar a mi forma humana, cerrando los ojos, y, cuando los abrí, estaba en dos pies, ya estaba normal.

–¿¡Vieron eso!? –Sonreí, emocionada- ¡Lo logré! –Salté como niña pequeña- ¡Lo logré, Rem! –Me lancé a abrazar a mi mejor amigo, luego los demás se unieron en el abrazo.

–Si mi prima pudo conseguirlo, todos lo haremos. –Sonrió James.

Días después, nos divertimos mucho haciendo bromas a todos, tantas que, los de Gryffindor nos comenzaron a odiar por tantos puntos que perdimos. James y Sirius comenzaron a molestar a todas las chicas de tercer y cuarto año, mi primo se volvió todo un casanova mientras Sirius se limitaba a ayudarlo en sus conquistas. 

La única que no cayó a sus pies, fue Lily. 

Ahí comenzó a perseguirla y molestarla.

Los merodeadores caminábamos riendo por los pasillos, cuando cuatro chicos de quinto o sexto año se pusieron en nuestro camino.

–Los merodeadores queremos pasar –Gruñó James- Muévanse.

–¿O qué, enano? –Rió uno de los chicos. James y los demás sacaron sus varitas, pero los cuatro mayores fueron más rápido y lanzaron los hechizos a mis cuatro amigos- ¡Expulso!

–¡Chicos! –Chillé, viendo cómo mis amigos salían volando. Me enfurecí y miré mal a los cuatro mayores.- Miren, pendejos. –Los amenacé, sacando mi varita- ¡Desmaius! –Grité, haciendo que uno de ellos cayera desmayado.- ¡Tragababosas! –Le lancé a otro, que inició a vomitar babosas asquerosamente- ¡Petrificus totalus! –Le lancé al tercero, quien se quedó petrificado.- Y tú. –Apunté al cuarto.- ¡Expeliarmus! –Hice volar su varita- No se atrevan a meterse con los merodeadores de nuevo, a menos que quieran que les patee el culo al estilo muggle. –Gruñí.- ¡Expulso!

Miré mal a cualquiera que se acercara a ver lo que sucedía. Bufé. Fue genial hacer que nos respeten los mayores.

–¡Esa es mi prima! –Oí aplausos detrás de mí, James me sonrió.

–¡Muy bien, estabas hecha una fiera, ___! –Rió Sirius, dándome unas palmadas en el hombro- Hiciste que ganemos respeto con los mayores

–Admito que eso fue genial –Sonrió Remus, abrazándome.

–Gracias, gracias. –Sonreí, haciendo reverencias ante tantos halagos

Era cierto. Todos nos tomaron más respeto desde ese día, pues creo que me temían a mí.
El tiempo pasó volando. Sólo faltaba un mes para terminar el tercer año. 

Los cuatro estábamos en la torre de siempre, intentando hacer que alguien más consiga convertirse en animago, pues James y Sirius no me dejaban acompañar a Remus yo sola, les parecía peligroso. 

Finalmente Sirius logró transformarse en un perro negro, aún con sus ojos grises. Justo a tiempo, esa noche era luna llena.

–¡Ahora sí podremos acompañar a Remus! –Exclamé abrazando al perro que era Sirius

James y Peter bufaron, frustrados, pues ellos no habían conseguido transformarse aún. Genial, acompañaremos a Remus hoy.


La prima de cornamenta (Sirius Black y tú)Where stories live. Discover now