CAP 4: Licántropo

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En los últimos meses no pasó nada muy interesante, sólo que Quejicus nos odiaba cada vez más. También, muchos alumnos mayores comenzaron a tenernos cierto respeto, nuestro nombre se pronunció por todo Hogwarts más rápido de lo que dices "quidditch". 

Como iba diciendo, en una de las cenas nos divertimos mucho, excepto por la parte en que Remus no estaba. 

Me pareció muy extraña su ausencia, así que le pregunté a Dumbledore si sabía algo, éste dijo que sus padres habían tenido una emergencia y lo habían llevado con él, y que de seguro regresaría para el día siguiente. Y así fue. 

Lupin apareció el día siguiente, pero tenía un aspecto... diferente. Tenía rasguños en la cara. Me lancé a darle un abrazo.

–¿Dónde te metiste, Rem? ¡Estuvimos muy preocupados anoche! –Lo reproché. Él me dedicó una leve sonrisa.

–Pues... mis padres querían que me encuentre con ellos en Hogsmade. –Sonrió. Asentí sin creerle, Dumbledore me había dicho otra cosa. Aquí hay gato encerrado.

Esa noche, decidimos hacer una junta de merodeadores en la sala común, pero Remus no estaba. Aprovecharé esta oportunidad para decirles a los chicos.

–Algo raro pasa con Remus. –Afirmé- Y voy a averiguar qué es.

–Dumbledore le dio permiso de ir a Hogsmade con sus padres porque tienen problemas –Comentó Sirius.- Y irá unos días más.

–No es cierto. –Lo interrumpí- Anoche Dumbledore me dijo que sus padres habían tenido un accidente y él debía ir. Luego Remus dice eso de problemas, a mí me dice que sus padres sólo quieren verlo, y luego desaparece por las noches. ¿Creen que Dumbledore le daría permiso a alguien para ir a Hogsmeade tantos días seguidos?

–No podemos decir nada hasta no estar seguros. –Suspiró James.

–Es por eso que tenemos que averiguar qué sucede con nuestro amigo. –Dije. Todos asintieron y nos fuimos a dormir.

Los cuatro pasamos los siguientes dos meses averiguando qué podía pasar, y nos dimos cuenta de que él solamente desaparecía las noches de luna llena, su boggart era la luna llena, y aparecía cada mañana después de su desaparición con notorios rasguños.

James y yo estábamos en la biblioteca, buscando información o algo que nos ayude, hasta que encontré algo en un libro: "hombres lobo". Leí todo sobre este tema y se lo mostré a James. Ambos asentimos y regresamos a la sala común. Hoy era noche de luna llena y Lupin no estaba.

–¡Sirius! ¡Peter! –Los llamé al llegar.- Ya sabemos lo que tiene Remus.

–¡Bueno, pues habla, mujer! –Me miró Sirius.

–Él... –Suspiró mi primo- Es un hombre lobo.

–Creo que yo ya lo sabía. –Dijo el oji-gris, suspirando.

–¿Qué haremos? –Preguntó Peter.

–Apoyarlo. Es nuestro amigo. –Afirmé.- Mañana hablaremos con él. –Todos asintieron.

–¿Cómo estás tan segura? –Me miró Peter.

–Puedo probarlo, no es tan difícil deducir donde está. –Los miré.

–Bien, pues llévanos. –Dijo James.

Asentí y me escabullí por los pasillos, siendo seguida por mis amigos. Llegamos al sauce boxeador y todos me miraron extrañados. Bufé y les expliqué que ahí había una entrada que había descubierto no hace mucho, que llevaba hasta la casa de los gritos.

–Entrar ahí es un suicidio. –Comentó Pettigrew.

–Pues si quieres ver a un hombre lobo transformado, es un doble suicidio –Gruñí, mirándolo mal. Suspiré y corrí hacia la entrada, esquivando las ramas del sauce.- ¡Su turno! –Grité, cuando ya estaba ahí.- ¡No es tan difícil!

James fue el primero en llegar a la entrada, luego Sirius, con algo de dificultad. Para mi buena fortuna *sarcasmo* Pettigrew no era para nada ágil y estaba a punto de ser aplastado por las ramas.

–¡Peter! –Le grité, corriendo a ayudarlo.

No tengo idea de qué hice, pero él logró entrar y yo estaba por ser golpeada por el sauce. Cerré los ojos, esperando el golpe que nunca llegó. Sentí que alguien me movía y me metía a la entrada. Al abrir los ojos, me encontré con los ojos grises de Sirius mirándome. Noté que me estaba cargando como a princesa.

–Gracias, Black. –Suspiré, recargándome en su pecho.

–Eso estuvo cerca. –Me dijo, con la respiración entre cortada.

–Gracias... -Dijo Peter, tímidamente.

–Descuida, Peter. –Sonreí- No fue nada.

–Pero si algo le sucedía no ibas a vivir para contarlo. –Gruñó mi primo.

Hice que Sirius me bajara y comencé a caminar delante de todos, muy sigilosamente. Aparecimos en una casa, de la cual se escuchaban aullidos y ruidos escaleras arriba.

–¿Es Remus? –Preguntó Peter.

–Sí, shh... no los vaya a oír, los hombres lobo son un peligro. –Susurré.

–¿Y por qué no hacemos algo para acompañarlo durante las noches de luna llena? –Preguntó Sirius.

–Porque los hombres lobo matan a todo humano cuando están transformados, y no recuerdan lo que sucedió al día siguiente –Lo callé- Regresemos antes de que algo más suceda.

Los cuatro regresamos a la sala común, y nos sentamos a platicar.

–Debe ser muy triste. –Comentó James- Hay que apoyarlo de alguna manera.

–Y tenemos que asegurarnos de que no se haga daño –Dijo Sirius.

–Tengo una idea. –Comenté- Pero es totalmente suicida.

–¿Y desde cuándo tus planes son coherentes? –Rió mi primo.

–Bien. –Reí- Hay una forma en la que podemos acompañarlo sin que nos hiera, y esa misma es aplicable para vigilar que no se lastime.

–Habla, mujer. –Sirius me miró, expectante.

–¿Alguna vez han pensado en convertirse en animagos? –Sonreí.

–Definitivamente estás loca –Rió el oji-gris, mirándome- Pero es una gran idea.

–¿Todos de acuerdo? –Preguntó James, todos asentimos- Bien. Mañana hablaremos con Remus.

Al día siguiente, llevamos a Remus a una de las torres alejadas, él estaba muy nervioso. ¿Cómo no estarlo cuando eres un hombre lobo?

–Rem, puedes confiar en nosotros, somos tus amigos. –Sonreí, dándole confianza.- Creo que ya sabes por qué te trajimos aquí.

–No tengo ni la menor idea –Dijo, intentando parecer normal, pero a mí no me engañaba.

–No nos mientas. –Comentó Peter.

–Iré al grano. –Los interrumpí- Eres un hombre lobo y nos convertiremos en animagos para hacerte compañía en tus noches oscuras –Le dediqué una sonrisa sincera, que correspondió.

–No. –Nos miró uno por uno- Están locos, ¡puedo herirlos!

–No estás solo, Rem –Lo abracé- Eres mi mejor amigo, siempre te apoyaré –Susurré en su oído.

–No van a ponerse en peligro por mí.

–Muy tarde –rió Sirius- Ya iniciamos los encantamientos para volvernos animagos. –Sonrió de lado.

–Están locos –Remus se resignó.

Luego de eso, comenzamos a hacer muchos encantamientos para volvernos animagos durante el resto del año, pero no lo conseguíamos. Aun así no nos dimos por vencidos. El año finalizó y James y yo regresamos a casa.


La prima de cornamenta (Sirius Black y tú)Where stories live. Discover now