Capítulo 3: Todo se complica.

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Abandonando la comodidad y tranquilidad de su habitación, habiendo reflexionado sobre lo que debía hacer con el asunto referente a su hermana, el príncipe Leon se dirigía a donde quiera que se encontrase alguien digno de confianza y que le brindara su apoyo, por ejemplo Camilla. Si bien en un principio no quería hablar con nadie, ahora ocurría todo lo contrario, necesitaba los consejos y el asesoramiento de quien tuviera experiencia en el tema.

Nunca se consideró muy devoto a los dioses o deidades, no obstante, hacía unas cuantas plegarias en silencio para evitar que Elise u otra persona lo interrumpiera y comenzara con las indagaciones. Sin duda eso era por lo que no estaba dispuesto a pasar por segunda ocasión, y mucho menos en un mismo día. Pero como era de esperarse, sus suplicas fueron cruelmente ignoradas y Kamui se cruzó en su camino. Muy a su pesar, éste parecía ser el momento perfecto para decirle las cosas.

Desechó la idea de saludarla cuando notó que su rostro no irradiaba felicidad, precisamente. Al menos las divinidades tuvieron un poco de consideración con él, pues la princesa no hizo más que una pregunta en vez de lanzarle todo un interrogatorio repentinamente.

—¿Por qué no llegaste?

Enseguida un débil gesto de anarquía se formó en su rostro. ¿Llegar? ¿A dónde? ¿De qué hablaba con exactitud? Bueno, en definitiva cuestionarse a sí mismo no le sería de utilidad, tenía que dar su respuesta y rápido. Si algo sabía de las mujeres era que no debía hacerles preguntas mientras estuvieran enojadas, eso sólo las ponía aún más molestas.

Antes de caer en la desesperación, sus pensamientos se vieron iluminados y supo qué contestar, de igual manera, también recordó sus palabras respecto al entrenamiento, interpretado de otra manera: lo que dijo al acobardarse.

—Surgió un pequeño inconveniente —en realidad lo había olvidado por completo, pero una pequeña mentira no iba dañar a nadie.

—Así que un inconveniente, eh —la voz de Kamui se escuchaba más pasiva, o menos amenazante en comparación con el tono que utilizó al comienzo de la plática—. Entonces, mientras yo me preocupaba por dejarte esperando, tú estabas feliz de la vida atendiendo otras cosas aparentemente más importantes que nuestro encuentro, ¡¿verdad?! —A pesar de que no gritó con ímpetu, la joven si había dejado bien en claro su disgusto e irritación.

—Tranquilízate, por favor —pidió Leon, esperando evitar un conflicto—. Gritando no resolverás nada.

—¡Pero tú...! —Kamui suspiró y cerró los ojos, tratando de calmarse—. Eso fue muy grosero de tu parte, ¿sabes?

—Estoy consciente de ello, gracias.

Sabía lo simple, natural y desinteresada que había sido su contestación, sin embargo, se obligó a no agregarle algo más a su último comentario. Comenzaba a titubear de que aquél fuere el mejor momento para esclarecer la situación, por lo que necesitaba ordenar sus pensamientos para evitar cualquier error.

Contrariamente a lo que pretendía, las cavilaciones tuvieron que concluir casi de inmediato, pues cuando se preguntó a sí mismo por qué la princesa dragón aún seguía ahí, no pudo evadir esa terrible y forzosa exigencia de darse un tiempo para contemplarla.

No desmentiría que Kamui era realmente hermosa, aunque él no se enamoró sólo por tan atractiva cualidad; su hermana poseía muchas más virtudes que lograron cautivarlo, tal como su carisma o su amabilidad. No cabía duda, su enternecedor talante era lo que a Leon más le fascinaba, porque le demandaba cuidar de ella, protegerla.

Pero para su mala suerte, su rato de admiración terminó mucho antes de lo que tenía previsto, y fue a causa de unas palabras que enseguida consiguieron alterarlo:

❀℘ TE QUIERO SOLO PARA MÍ | REVISANDO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora