CAPÍTULO 9 ~ Bebé

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DongHae estaba abrazado a HyukJae, oculto entre su cuello, respirando muy cerca de él, sentado sobre sus piernas, mientras Hyuk se apoyaba contra la pared del balcón de la enorme suite victoriana.
Le había dicho que lo amaba y él se sentía en las nubes, no podía creer que, después de todo, la persona que no podría apartar nunca de su corazón lo siguiera queriendo... Pero, aún así, el miedo no lo dejaba accionar, no lo dejaba devolverle tan hermosas palabras.
HyukJae tenía ganas infinitas de volver a repetirle que lo amaba, que no había podido vivir sin él, que no iba a alejarse aunque él lo quisiera en Marte, pero no podía, temía que DongHae se asustara como nunca y esta vez ya no lo volviera a ver.
Un silencio total y absoluto los invadió, pero ya no era un silencio incómodo, a pesar de todo lo que tenían para decirse aún. No habían hablado de cosas primordiales, de esas dudas que querían y temían sacarse a la vez, pero no importaba, en ese momento, lo único importante era que estaban juntos y que querían quedarse así de por vida, hasta que la luna volviera a aparecer y se escondiera nuevamente.
DongHae movió sus manos hacia el cuello de Hyuk y se abrazó a este, escondiendo su cara un poco más y aspirando su aroma, comenzando poco a poco a quedarse dormido sobre su cuerpo, cayendo lentamente en la inconsciencia.
El sol comenzó a ocultarse, lentamente, mientras HyukJae cerró los ojos y aspiró el aroma del mar en el atardecer, fresco, salvaje, libre, totalmente agresivo, mezclado con el dulce y cálido aroma que el cuerpo de DongHae desprendía, aún hasta el día de hoy. Suspiró, definitivamente era allí donde él quería estar, con DongHae durmiendo sobre su pecho, abrazado a su cuello y para siempre tranquilos y felices.
Con mucho cuidado de no despertar al amor de su vida, Hyuk se abrazó al cuerpo de su pequeño y suspiró, dejando escapar una pequeña sonrisa. Era DongHae el único que le había dado un motivo para sonreír después de la muerte de su madre, el primero que lo había visto hacerlo en muchos años de su vida y quien le había devuelto momentáneamente la felicidad al estar recostado sobre él.
Deseaba que ese momento fuera eterno, quiso detener el tiempo para siempre y poder así quedarse por el resto de su vida junto a su DongHae...
¿Su DongHae había dicho?
¿Acaso aún DongHae era suyo?
Tenía que preguntárselo, tenía que saber si él había estado con alguien, si a otro le había entregado su cuerpo, el que sólo había pertenecido a Hyuk hasta aquel fatídico día.
¿Podría soportar que Hae le dijera que alguien más lo había tocado?
Sopesando todas las posibilidades, abrazó aún más fuerte al chico, quien gimió dulcemente y se acomodó mucho mejor en sus brazos y sonrió al sentirse plenamente protegido por el cuerpo del hombre que tanto había amado.
Finalmente y tras darle vueltas en su cabeza a todo, decidió enfrentar la realidad.
- DongHae.
Esperó, pero no recibió respuesta.
Le acarició la espalda y volvió a llamarlo.
- Hae, bebé, necesito hablar contigo.
- No quiero hablar, quiero dormir - susurró el más pequeño, aferrándose al cuello de HyukJae y dejando un besito en su mandíbula. - Vayamos a dormir, estoy muy cansado y hace mucho que no dormimos juntos.
El corazón de HyukJae latió tan fuerte que temió que DongHae notara sus nervios bajo su ropa. Intentó reaccionar de la manera más normal del mundo.
- Bebé, hemos dormido juntos anoche.
Hae levantó la cabeza y observó a Hyuk con molestia.
- Pero yo no sabía que eras tú y no fui consciente de nada... Esa no cuenta - un puchero muy tierno se dibujó en sus labios y Hyuk tuvo ganas de comérselos a besos. - Además, no soy un maldito bebé - el puchero se intensificó ante tal afirmación y Hyuk se sintió en el paraíso.
Lo pegó todavía mucho más a él y susurró en su oído.
- Sí, lo eres. Eres mi bebé.
Hyuk había perdido el hilo de lo que le diría.
¿Quién no lo haría con semejante ternura entre sus brazos?
Una corriente eléctrica recorrió de punta a punta el cuerpo de DongHae, pidiéndole que rogara por ese amor que tanto deseaba volver a tener. Quería un beso y lo quería ya mismo, necesitaba probar los labios de Hyuk para que eso le asegurara que siempre estarían juntos.
Lo miró a los ojos y se mordió el labio inferior. Se ruborizó al instante al posar su vista sobre los labios ajenos. Se sentía como un adolescente en su primera cita, sólo que ya había pasado mucha agua bajo el puente, bajo ese puente que había construido junto a HyukJae y que se había desmoronado, pero sin caerse nunca del todo, siempre quedaba en pie alguna cuerda que los unía, la misma que los había juntado hacía ya unos cuantos años

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