El bigote del director y otras cosas desagradables

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Miro al cielo y descubro que ya ha anochecido, a pesar de que no deben ser más de las seis. Suspiro y echo a andar,  ya que tengo un buen tramo hasta llegar a mi hogar. Sólo quiero llegar a mi casa, tirarme en la cama con los auriculares puestos, y olvidarme de que el mundo existe. O, al menos, de que vivo en él. Ha sido un largo día. Demasiadas emociones. Y no me gustan las emociones.

De pronto, oigo el sonido de una bocina. Me giro y veo una camioneta blanca. Se abre la ventana delantera y veo a Chris asomarse por ella.

-¿Necesitas que te alcancen?

Me acerco a la camioneta y lo miro. Está sonriendo. Tiene una de esas sonrisas grandes, completas, en las que pareciera que el rosto completo está sonriendo.

-No lo sé- le digo- Mi mami me dijo que no me subiera a camionetas de extraños- añado en tono juguetón.

-Vamos, no seas marica- exclama.

-No te conozco tan bien.- exclamo- Podrías ser un violador.

-Ya te gustaría a ti- me dice y vuelve a sonreírme.

Pongo los ojos en blanco. Me gusta hacerme el difícil pero empieza a hacer frío así que dejo de protestar y me meto dentro de la camioneta. Chris me dirige una mirada de suficiencia, como haciéndome entender que me había ganado.

Nos quedamos en silencio y parados durante un tiempo . Chris parece esperar que le diga algo pero no sé muy bien qué. Al cabo de unos instantes me dice con tono divertido.

-¿Vas a decirme tu dirección o estás intentando pasármela telepáticamente?.

De repente me siento el idiota más grande sobre la faz de la Tierra.

-Sí por supuesto- digo rápidamente- Madison, 139.

-Allá vamos- exclama.

 La camioneta emite un bufido que me hace pensar que está a punto de deshacerse completamente. Pero, para mi sorpresa, no se rompe y comienza a moverse a una velocidad que me hace preguntarme si no hubiera llegado a casa más rápido a pie. Pero al menos no hace frío. Miro a Chris, pero él no me devuelve la mirada porque está muy ocupado pasando por todas las estaciones de radio que existen en menos de un segundo.

-Gracias- le digo.

-No hay de qué-me dice, y me sorprende bastante que no se encoja de hombros- Te lo debía por lo de hoy. Gracias por ayudarme.

-No hay de qué- no sé por qué, pero encuentro muy divertido repetir sus palabras.

-Aunque no te necesitaba. Podía sólo con ellos.

Me río y vuelvo a poner los ojos en blanco. Segunda risa en un mismo día. Eso es raro.

-Seguro que sí- replico con tono irónico- Se notaba que tenías todo bajo control.

-No lo entiendes- me responde serio - Era mi estrategia. Dejar que me ganaran, creyeran que la tenían fácil, que se confiaran, y luego...

-¿Luego qué?- pregunto divertido- Muero por saberlo.

-Luego- me dice con detenimiento- Comenzaba a luchar de verdad.

Me lo quedo mirando unos instantes.

-Eres increíble- le digo con tono de resignación.

-Ya lo sé- me responde.

-En ese caso, lamento haber interrumpido tu brillante estrategia.

- No importa. Estoy acostumbrado a que idiotas como tú se interpongan en mis planes.

Mi mira sonriente. Su sonrisa es contagiosa así que se la devuelvo. Me giro hacia la ventana. Este camino no es el que suelo frecuentar, pero no me siento nervioso. Por alguna extraña razón, confío en Chris. Vuelvo a girarme hacia él. Hay una duda que quiero sacarme de encima.

No me dejes ir...  //  #NewStarsAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora