Parte 13. Tú, yo, él, nosotros y ellos.

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— Hyung... ¿Crees que deberías quedarte aquí a dormir? —preguntó NamJoon luego de un rato que llevaban fuera del baño. Jin sonrió ante la pregunta mientras escondía la cabeza, sonrojado hasta las orejas.

— N-no lo sé NamJoonie... —puchereó en un hilo de voz debido a la vergüenza.

El pelirrubio rio y se acercó a abrazarlo por la cintura, acunando su cabeza entre la del mayor y su hombro. SeokJin balbuceó y le devolvió el abrazo, apretando las manos contrarias.

— Vamos hyung —insistió apretujándolo—, si quieres yo le llamo a tu madre y le pido permiso para que mi novio se quede a mi lado —susurró sexymente contra su oído y provocándole un cosquilleo en el cuello y que se removiera en una risilla nerviosa.

— Ay, NamJoonie-ah... —susurró— No lo sé, ya sabes que a mamá no le agradas tanto y...

— Bien —lo interrumpió de su explicación tan conocida y que casi se sabía a de memoria—, entonces díselo tú, Hyungie-ah —soltó en el mismo tono, sin dejar de abrazarlo.

El castaño areció pensarlo, mas, luego de un rato se resignó y fue a buscar su móvil con la sanguijuela Joon pegada a él. Unos timbres más tarde, su madre respondió con voz cansada y apagada, pero el mayor no le dio mucha importancia, simplemente le dijo que se quedaría en casa de un amigo, obviamente no le dijo que era su dongsaeng, puesto que la mujer abría pegado el grito en el cielo por escuchar de sus propios labios que se quedaría con un delincuente; ella aceptó sin problemas, y se dignó a colgar como si no fuese nadie importante quien la había llamado, enfadando un poco a su hijo. SeokJin dejó escapar un suspiro cargado de ansiedad y frustración que desaparecieron cuando el menor comenzó a besar su cuello y la línea de su mandíbula haciendo ruiditos en el acto. El pelicastaño se sonrojó y rió mientras decía "¡no NamJoonie-ah! ¡Déjame o me haré pipi!" repetidas veces a la vez que se revolvía entre los brazos ajenos.

Era un ambiente tan cálido que parecía como si fuesen un matrimonio reciente, donde todo es perfección y amor a su alrededor. Eso eran ellos, la felicidad en persona.

Eran...

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— Maldito enano hijo de la gran puta... —farfulló enojado a la vez que golpeaba el volante con fuerza.

Iba manejando por la avenida que llevaba a su casa, donde sus padres, porque, a pesar que él ya se sentía un adulto, no podía darse el lujo de dejar esa gran casa, puesto que sus papás no le dejarían hacerlo. Era frustrante no poder llevar a su casa sus citas para tener sexo; le molestaba en sobremanera tener que irse a un hotel para revolcarse a gusto. Ese no era de sus métodos preferidos, pues gastaba dinero que no era suyo, pero bien le importaba un rábano eso.

Bufó y dio vuelta a la izquierda, adentrándose en una casa grande color caoba y blanca con aspecto de ricos que se daban esos lujos. Pisó el acelerador más de la cuenta provocando que unos trabajadores que arreglaban los arbustos, corrieran como hormigas en la hoguera para todas las direcciones posibles. Eso hubiese hecho reír a TaeHyung si no estuviera tan molesto, pero la ira lo cegaba. Una vez que pasó esa parte de la gran casa (por no decirle mansión), se estacionó en su cochera especial justamente al lado de la de sus padres. Dios, con por cómo iba, seguramente mataría al primero que se le pusiera enfrente, y eso contaba a sus progenitores. Entró arrastrando los pies por gusto de él, una vez adentro, dio el portazo tan fuerte que fue posible que el gato que estaba dormido en el sillón de terciopelo rojo se levantara y saliera corriendo. Ignorando a su padre que le exigía saber qué le pasaba, subió a la segunda planta para ir a su habitación, que al igual que las otras puertas, se cerró con furia.
Se aventó en la cama quedando boca abajo, mordió la almohada y dio un grito silenciado por el bulto cubierto con la sabana. Golpeó varias veces el colchón descargando todo su enojo y frustración ahí. Unos minutos más tarde, dio un salto con una sonrisa en la cara y buscó su teléfono; se le pintó una sonrisa en la cara que a cualquiera que la viera se le enchinaría la piel. Tarareó una cancioncita pegajosa mientras buscaba el número de NamJoon; a los cuatro timbres se escuchó la voz ronca del moreno mucha más de lo que normalmente.

Un caballero sin armadura [JiHope/HopeMin -- BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora