Compras.

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Compras.

Ciel sostenía entre sus manos algo que se podía definir como adorable. Sí, así tal cual. Adorable. Algo mono, pequeño y dulce. Porque si bien habían estado ya en tres tiendas de ropa de bebé, en mitad de Londres, no había encontrado nada que hubiese llamado su atención. No se había aburrido, eso sí, cosa rara en él ya que las compras nunca le habían gustado nada de nada. Pero ahora, al ver ese pequeño body color blanco con un dibujo bastante gracioso de un demonio chibi justo en el centro -que, ¿para qué mentir? Le recordaba un poco al imprudente de Sebastian-, le había gustado bastante. Tanto que se lo llevaría sin duda alguna.

Sus ojos brillaban intensamente solo al imaginar a la pequeña vistiendo eso, mientras paseaba junto con él por toda la casa.

Giró sobre si mismo, buscando a su mayordomo, pero no estaba por ninguna parte. Cabía mencionar que esto de las compras para el bebé también había despertado el lado más humano del mayordomo demonio, ¿cómo no?.

Al principio había resultado extraño para Ciel, sobretodo porque se había sentido como una mujer a la que su esposo prácticamente obliga a comprar lo mejor para su pequeña criatura. Incluso cuando, irónicamente, era él quien pagaba.

Exactamente por eso, el carruaje estaba repleto de cosas para bebé, menos ropa, porque ese había sido el acuerdo al que ambos habían llegado después de haberse peleado en mitad de la tienda "My baby & I". Ciel la ropa, Sebastian lo demás. ¿Qué había pasado con eso de 'Yo soy el amo, tú solo debes servirme'?.

Todo parecía irreal, pero, de una buena forma.

Ciel suspiró, volviendo de nuevo a lo suyo y olvidándose por unos minutos de Sebastian y de esa pequeña y hermosa niña -la cual seguía sin tener nombre- que estaba esperándoles en casa, a cargo de sus sirvientes. No quería pensar ni un solo segundo en qué le había podido pasar algo, quería convencerse de que ellos estarían haciendo un buen trabajo.

-Quiero esto.- Ordenó el menor en un tono seco, cuando el mayor llegó a posicionarse justo en frente de él. Este miró la prenda que el peliazul sujetaba en sus manos; aquel mono blanco del que prácticamente se había quedado eclipsado. Sonrió con arrogancia.

-¿Quiere que nuestra bebé lleve algo de demonio?.- Ciel reprimió el jadeo que había salido de la parte baja de su estómago al escuchar el 'nuestra' proveniente de la boca de Sebastian. ¿Lo había dicho, verdad? ¿Se había incluido a sí mismo como cuidador del bebé con él, no? ¿Él? ¿Sebastian? ¿Un demonio?. Decidió que pasar por alto ese pequeño detalle iba a ser lo mejor. Aunque estaba sonrojado, eso no hacía falta ni decirlo.

-Sí, ¿alguna objeción?.- Cuando Sebastian iba a hablar, Ciel lo cortó rápidamente.- Porque me da absolutamente igual lo que digas, estúpido mayordomo.- El aludido cambió su sonrisa torcida por una seria expresión. Ni el mismo Ciel sabía de dónde habían venido esos malos modos, solo sabía que estaba nervioso y anonadado por las palabras del mayor, y que no sabía cómo actuar o qué decir.

-Como usted diga, señor.- Y todo aquel entusiasmo que había durado las dos horas y media que se habían tirado recorriendo tiendas, se había marchado en un mísero segundo, por un solo comentario.- Al fin y al cabo, es usted el amo. Usted manda y yo ordeno. Nada más. ¿Qué clase de mayordomo sería yo, si no hiciera lo que usted ordene, no?- El invierno se podría haber visto reflejado en aquel tono seco.

Ciel asintió, tragando el nudo en su garganta.

"Tal y como me había imaginado. Él es un demonio. Él no quiere a nadie. ¿Por qué, por un segundo me he hecho estúpidas y falsas ilusiones?".

-Seguiré buscando ropa.

-Y yo, Boochan, si me lo permite, iré a acomodar todo en el carruaje.

Y se separaron, ignorando el nudo en su pecho.

¿Cómo podían pasar de estar en su propia y extraña burbuja, a la realidad tan sombría? ¿Por qué aquello no podía durar solo un poco más?. Ambos querían eso, pero eran demasiado orgullosos y cobardes para admitirlo, y ambos se dieron cuenta el día del incendio.

Pero ahora tenían una pequeña criaturita que los uniría aún más.


Padres por sorpresa. [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora