- Celosa -preguntó Derek, mientras el sol abrasador del verano nos inundaba. Supe enseguida que me había leído el pensamiento-. Matt te dijo una vez que piensas tan alto que para mí, es como si estuvieras gritándomelo al oído.

- No estoy celosa y mucho menos de ella -le contesté ignorando su segundo comentario.

- No era una pregunta, Stone -y volteó para mirarme. Lo observé con la nariz arrugada, haciendo que él soltara su característica carcajada.

- Lo que sea, ¿cómo has hecho eso de ahí dentro? -decidí cambiar de tema.

- Ignoraré el hecho de que estás cambiando de tema. Me divierte verte celosa -dijo ganándose un puñetazo en el brazo-. Veo que tendré que ayudarte a pegar más fuerte, es como si me hubieras acariciado. En fin, en cuanto a lo de la tienda, digamos que tengo un as bajo la manga.

- Mi padre siempre decía que tener un as bajo la manga es de tramposos -

- En ese caso, creo que tu padre y yo no nos llevaríamos muy bien. Es magia, Alex. Es el precio que pagamos cuando vivimos en el bosque -

- Ese bosque está empezando a sacarme de quicio -dije a regañadientes, mirando Derek se detenía delante de la tienda de armas.

- Hay algo que debes entender -dijo volviéndose hacia mí, totalmente serio-. Existen hechos que no se pueden explicar con la ciencia.

- Todo puede ser explicado por la ciencia, lo que pasa es que el ser humano no tiene aún las herramientas necesarias para ello -con aquello conseguí que Derek me mirase con una media sonrisa, antes de encogerse de hombros y llevarme dentro de una nueva tienda.

Nunca había entrado en una venta de armas. Lo había visto en las películas pero jamás se me ocurrió que acabaría entrando en una de ellas. El escaparate estaba lleno de cuchillos de todos los tipos y tamaños, entre pistolas y arcos. La verdad es que daba un poco de miedo, por lo que me pegué al oso, en busca de seguridad. El interior estaba formado por un mostrador que mostraba distintos tipos de balas, granadas y algún tipo de arma que no conseguí identificar. Las paredes se suponía que eran blancas, pero al estar decoradas con tantos fusiles, francotiradores y demás, le daba un aspecto imponente, dándome ganas de salir corriendo lo más rápido posible de allí para no volver nunca. También vi más arcos, con sus flechas a un lado, al igual que espadas, parecidas a la de los samuráis, katanas creo que se llamaban. Detrás del mostrador, había un hombre alto, pero lo que tenía de alto también lo tenía de gordo. Su barriga prominente sobresalía de la camisa de tirantes y sucia que llevaba. Tenía un enorme bigote pelirrojo y los brazos llenos de tatuajes. Estaba afilando uno de los cuchillos con maestría, hasta que oyó la campanita de la puerta sonar y se detuvo para mirarnos con curiosidad.

- Hombre, Charlie, ¡cuánto tiempo sin verte! -dijo con voz extremadamente aguda, tanto que casi no pude evitar echarme a llorar. Salió del mostrador y le tendió una mano a Derek, el cual la tomó con una sonrisa y lo abrazó como si fueran viejos colegas.

- Yo siempre supe que estabas enamorado de mí, Fernando, hasta una semana te parece mucho tiempo separado de mí -le respondió el oso con confianza, mientras yo permanecía callada detrás de él.

- ¿Una semana? Vaya, cualquiera lo diría, aunque debo reconocer que tu sentido del humor es lo que menos echo de menos. Tienes que venir más a menudo para poder darte una paliza -

- Desde hace varios años que eso no ocurre, Fer, asúmelo ya -dijo riéndose con naturalidad. El hombretón se cruzó de brazos y negó con la cabeza, ganándose otra sonora carcajada de Derek-. Sin embargo, no estamos aquí por eso. Quiero un arma para ella, ¿qué me recomiendas?

Atrapada en el Bosque #1 [COMPLETA]Where stories live. Discover now