Capítulo 8

6.4K 546 29
                                    

- Derek y yo somos como hermanos - comenzó diciendo Matt. Yo lo escuchaba en silencio, con los brazos rodeándome las piernas, buscando calor en aquella fría noche -. Nuestros padres eran amigos y organizaban barbacoas constantemente, por lo que siempre hemos estado muy unidos. Fuimos al mismo colegio, nos peleamos por las mismas chicas de nuestra clase y nos defendíamos ante los abusones como si la vida nos fuera en ello. Un día, cuando teníamos 12 años, vinimos a Los Pirineos para una de esas reuniones entre amigos. Allí jugamos en el bosque con otros niños, pero solo uno de ellos se mantuvo con nosotros hasta la caía de la noche. Una niña tres años menor que nosotros pero bastante madura para su edad. Era divertida y guapa, no era como las típicas niñas que no querían mancharse de barro y jugar con muñecas. Era alegre y más de una vez perdí a las canicas con ella, era la reina de las canicas - Matt hablaba mirando al cielo, con ojos soñadores, vagando en sus recuerdos. Éstos, bajaron la mirada con momento para observar al otro extremo del pequeño claro donde nos encontrábamos. El chico llamado Derek había vuelto y ahora iba completamente vestido, con unas bermudas negras y unos tenis del mismo color bastante desgastados por el uso continuo. Durante un instante de dedicaron una sonrisa cómplice, como si solo ellos comprendieran de verdad las palabras del muchacho rubio. Los miré durante un rato, absorta por la historia que me contaba y, que por alguna extraña razón, me resultaba familiar -. Ese día, la retamos a ver cuánto aguantaba en el bosque sola. Nunca fue con maldad, de hecho, fue a ella a quién se le ocurrió el juego. Nosotros aceptamos, aunque no estábamos muy convencidos. Cuando pasó la primera hora, comenzamos a sentirnos intraquilos, pues no sabíamos si le había pasado algo y si, así era, ella no podría avisarnos porque estaba lejos. A las dos horas siguientes, no aguantamos más y nos adentramos en el bosque para buscarla. Tardamos otra hora más en encontrarla. Estaba acurrucada entre dos pinos, llorando y llamándonos entre susurros. Estaba totalmente aterrada, así que la cogimos de la mano y nos la llevamos en dirección a la zona recreativa, donde nuestros padres estarían preocupados al no dar con nosotros.

《Cuando estábamos de camino, un oso apareció ante nosotros y comenzó a perseguirnos. Este no era tan amigable como Derek así que te puedes imaginar - dijo con una sonrisa, aunque la alegría no le llegó a los ojos, los cuales seguían serios. El aludido, sin embargo, soltó una sonora carcajada que me hizo sonreír a mí también, aunque la escondí bajando la cabeza. Yo seguía escuchando atentamente, cada vez dándome cuenta de que todo iba cobrando sentido -. Como comprenderás, echamos a correr pero, en un intento de hacernos los valientes, le dijimos a la niña que corriera hasta llegar con nuestros padres y pedir ayuda. Mientras, Derek y yo corrimos lo más rápido que pudimos en la dirección contraria, para alejar al animal de ella. El tiempo pasó y corrimos como locos, hasta que llegamos a unas antiguas ruinas. La verdad es que no te podría decir a que imperio antiguo pertenecen pues no se parecen a nada de lo que haya visto nunca. Pero el caso es que nos protegió, pues el oso no se adentró en ellas, sino que, con un gruñido, dio media vuelta y se adentró en el bosque -hizo un pequeña pausa, como si quisiera coger aire, pero se mantuvo callado durante varios minutos. Tanto que pensé que no iba a seguir hablando.

- Bueno, como podrás comprender, la curiosidad pudo con nosotros y fuimos a investigar - habló Derek, al ver que su amigo se había quedado pensativo -. Solo éramos niños así que, nos imaginamos que éramos Indiana Jones, cogimos unos palos a modo de defensa y caminamos por los pasillos de aquel extraño palacio en ruinas. Estos pasillos eran estrechos, tanto que solo cabía una persona, eran oscuros pero el sol del atardecer los iluminaba a través de las grietas que se habían formado por el paso de los años. Encontramos numerosas cámaras ovaladas, de hecho, podrías recorrer todo el edificio que no verías ni una sola esquina. Las habitaciones estaban completamente vacías, casi parecía que nadie había vivido allí jamás. Sin embargo, la última cámara que encontramos y la última que exploramos, al menos ese día, estaba cerrada con llave. Con los palos la logramos abrir, pues estaba medio rota por el paso del tiempo, y al entrar encontramos un espejo, un espejo cuyo marco estaba rodeado de enredaderas, con flores de todo tipo. Años después descubrimos que su marco era dorado y lleno de runas en un lenguaje que nunca hemos entendido. Era todo de lo más raro y sinietro. Al mirarnos en el espejo, no vimos nuestro reflejo, sino que dos cachorros de lobo blanco y oso pardo, nos observarban desde el otro lado. Imagínate nuestro asombro.

Atrapada en el Bosque #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora