Capítulo 30: El arte.

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Volvió a entrar en su mensajes pero no había nada nuevo; era absurdo pero estar lejos le hacía preocuparse por cualquier detalle. Y este era uno de ellos. Comenzó a escribir con rapidez.

¿Estáis bien?
Jo, hoy no me has llamado ni me has escrito.
¿Tenías turno de tarde?
Jocelyn, llámame.

Vio el edificio de Niall desde la lejanía y guardó el móvil en el bolsillo de los vaqueros preparado para salir. No había aparcamientos libres y eso lo alivió en demasía; lo último que necesitaba era que su madre se apuntara a un café con él para matar el tiempo. Necesitaba al menos unos minutos a solas.

Bajó pronunciando un leve gracias y cerró con cuidado. Casi todas las mesas estaban ocupadas, y en la que estaba por dirigirse se sentó una pareja delante de sus narices. Genial.

La suerte de Louis. También conocida como ninguna.

— No espero a nadie; puede sentarse ahí si no le molesto.

Giró sobre sus pies y encontró a un señor mayor sentado en soledad leyendo el periódico del día. Su café estaba prácticamente lleno y las tostadas a la mitad; no llevaba mucho tiempo ahí.

— ¿Yo? ¿De verdad?

— Claro, siéntese.

No necesitó que se lo pidiera una vez más; tampoco sería demasiado el tiempo que pasaría en la cafetería; Niall estaría por llegar en un rato.

El hombre seguía leyendo con parsimonia ajustándose las gafas a la nariz cada varios segundos. Todo su cabello era gris y su piel arrugada. Le recordaba a su abuelo; como todos los señores mayores.

— ¿Ha pedido ya?

Levantó la cabeza para encarar a la camarera y sonrió.

— No. Mmm, un café solo, gracias.

La chica asintió y se fue con rapidez a preparar su pedido. Sacó el móvil y escribió a Niall preguntando por su hora de llegada; respondió al segundo. Estoy por salir de la científica.

Suspiró.

Era algo que hacía mucho desde que había llegado. Suspirar una y otra vez; como si el aire que expulsaba estuviera lleno de todas las palabras que era incapaz de pronunciar.

El señor con el que compartía mesa cerró el periódico lentamente y buscó su mirada, parecía interesado en algo, como si intentara leer su mente o doblar una cuchara. O mejor dicho doblarle a él, ya que no apartaba aquellos ojos grises de los suyos.

Esperó unos segundos mirando aquí y allá, buscando a la camarera con la mirada por si ya traía su café; pero finalmente volvió al señor y enarcó una ceja esperando a que dijera algo.

Silencio.

— ¿Está usted bien?

— Muy bien; solo le observaba. ¿Le molesta?

Louis frunció el ceño. Se lo decía tal que así, sin la explicación correspondiente. Por su puesto que le molestaba.

— No, para nada.- dijo con una falsa sonrisa.

Se mantuvieron en silencio unos minutos; la camarera trajo su café y volvió a irse cuando aún el señor seguía estudiando cada detalle del rostro de Louis. Cuando todo parecía volverse bastante raro, el señor habló de repente.

— Tiene cara de tener un mal año.

— Vaya. No un mal día ni una mala semana. Un mal año. ¿Gracias?

— Hubiera dicho una vida, pero no quería deprimirle.- admitió y Louis abrió los ojos sorprendido.

— Agradezco su sinceridad pero ya estoy bastante al tanto de mi vida; no necesito el recordatorio. Pondré un aviso en el móvil cada día si se siente mejor.

Drowned. [Mermaid AU] Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora