Capítulo 1

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Era realmente una noche bonita, muy estrellada, se podía ver hasta la última pizca de luz en el cielo podía ofrecer, estuve mirándolo durante horas, hasta que me di cuenta de que llevaba allí tumbada demasiado tiempo, me incorporé, miré alrededor y me detuve durante un instante a mirar los árboles de aquella explanada que, de alguna forma eran nuestros. Durante nuestros ratos libres, desde que éramos pequeños, nos los pasábamos allí matando el tiempo, nunca mejor dicho. Nos habíamos encariñado tanto con aquel lugar que, incluso, cada miembro de nuestra

pandilla tenía su árbol, que tontería ¿verdad?

Después de eso, durante un breve, muy breve instante, me preocupé por la hora que era, hasta que me dí cuenta de que realmente no me importaba, mis padres prácticamente nunca estaban en casa y además ahora mismo estaban de viaje en no se donde y mi querida hermana, menudo demonio estaba hecha, amaba la soledad tanto o incluso más que yo, lo más seguro es que siguiese con su nariz metida en algún libro, igual que cuando me había ido.

Me volvía reclinar en la rama de mi árbol, observé la luna a través de las copas de los árboles, por aquella explanada solían danzar bastantes humanos o, como los llamaban en la escuela, mundanos. Los humanos eran unos seres bastante raros, por exagerarlo diría que más raros que nosotros, y mira que eso ya es decir, pero a veces, cosa que no es que esté muy permitido por los altos cargos, me quedaba encandilada observándolos por pura curiosidad. Llevaba tanto tiempo espiándolos que incluso desarrollé la capacidad de poder distinguir los diferentes matices de sus olores cosa, por cierto, es realmente desagradable.

Estaba absorta en mis pensamientos sobre los humanos y sus peculiares características cuando noté algo extraño o más bien olí, era un olor que no conseguía identificar, no pertenecía a ningún animal y desde luego a ningún humano tampoco, ya que aquel olor era bastante más agradable que él suyo. Era un olor que se fundía con el olor dulzón de la sangre. Me incorporé un poco para observar que podía ser o, en este caso, quien.

Era un chico que suponía que tendría mi edad en años humanos, era castaño, era todo lo que podía ver con la escasa luz de la luna, iba caminando con paso acelerado y pisaba fuerte, parecía enfadado. Dí un bote enorme cuando empezó a gritar mientras miraba hacia arriba, estoy segura de que si corriese sangre por mis venas el corazón me iría a mil, por un momento se me pasó por la cabeza que me podía haber visto, pero luego recapacité y recordé que los humanos apenas veían en la oscuridad.

El olor de aquel chico ya había despertado un fuerte interés en mí y a pesar de la escasez de la luz que había yo veía bien, así que pude distinguir desde mi altura el color anti-natural de sus ojos, eran de un rojo manzana que llamaban la atención, contrastaban con sus rasgos faciales y su pelo avellana. Estaba confusa, aquellos rasgos no solían aparecer entre humanos, es más, eran de lo más atípico entre ellos, sin embargo eran de lo más comunes entre mi raza, pero un vampiro no podía se, le latía el corazón y no lo había visto nunca por ninguna parte, ni en otras ciudades a las que a veces iba por las reuniones de mi padre.

El muchacho se sentó al pié de mi árbol, cosa que normalmente me ponía de muy mal humor que hiciesen los humanos, ya que después dejaban su pestilente olor impregnado en la corteza, pero que lo hiciera él no me molestó en absoluto, me recorría una curiosidad inmensa por aquel chico, tanta que decidí bajarme del árbol sigilosamente, alejarme un poco y echar a andar hacia la explanada como si nada. Pasé por su lado haciendo ver que no me daba cuenta de que alguien más se encontraba allí, pero él no se esperaba que alguien apareciese allí de la nada y en cuanto escuchó el chasquido de una rama que pisé se levantó sobresaltado, yo seguí caminando hacía el árbol que quedaba en el otro límite de la explanada, el cual es de Nate, mi mejor amigo. Me agarré a la rama más cercana al suelo dando un pequeño saltito y me subía ella, cuando me giré para mirarlo por fin, lo encontré mirándome con los ojos como platos.

Lo que nunca sabrás (editando)Where stories live. Discover now