Capítulo 38 ∞ Alguien especial

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   —Es empresario, dueño de la empresa Ironamic, no sé si la conocéis.

   Desvié la mirada hacia ellos, estaba segura de que alguno conocía la empresa del padre de Jay.

   —¿Dueño de una empresa? —quiso saber mi madre.

   —Papá, esa no es la...

   —Sí, hijo sí —contestó mi padre antes de que terminara la frase.

   —¿Qué ocurre? —les pregunté dando a notar como su comportamiento me estaba alarmando.

   —Parece que nos has traído un millonario a casa, cielo —dijo mi padre sin creer lo que decían sus palabras. Jayden era rico, millonario era una simple exageración.

   —¡Os he dicho mil veces que en Yale son todos ricos! —protesté.

   —Pues tú estás en Yale y no lo eres —saltó el gracioso de Colton.

   —¿Millonario? ¿Del uno al diez de cuantos millones hablamos?

   —Hay, Elodie, podías haber avisado. Habría sacado la vajilla de porcelana en vez de servir la comida tan humildemente en estos platos de cerámica. —Se llevó mi madre la mano a la frente.

    Dios, estupendo. Menuda vergüenza, ¿no podían comportarse como una familia normal? No quería que Jay presenciara escenitas como esta. ¿Qué estaría pensando de mí?

  —¡Ya basta! Jay es nuestro invitado —tomé el control de la situación como si fuera el padre de familia—. Se acabó hablar de él.

   —Perdona, cariño. Entiende que Jay es el primer chico que traes a casa y queremos conocerle.

  —¿El primero? —dijo al fin Jayden, sorprendido.

  —Te sientes importante, ¿eh? —le dio un codazo Ben.

   —Así es, el primero. A veces nos preguntábamos si nuestra hermanita no había salido del armario todavía —dijo Colton acabando con mi paciencia.

     No sé que era peor: que hablasen de Jay o de mí.

   —¿Nunca ha tenido pretendientes? —ansió saber Jayden puliendo el tema.

   —Hijo, no sabes la cantidad de chicos que han intentado cruzar estas puertas —declaró mi padre riendo.

    Mis intentos por acabar con el tema fueron en vano. Acabaron confesándole a Jayden todos los detalles escabrosos de mi infancia. Luego la conversación paso a temas de política hasta todo tipo de noticias sobre el país. La comida no estuvo tan mal, Jay sabía encajar perfectamente entre nosotros.

   —Me alegra que me hayas invitado —sentí su aliento en mi nuca mientras metía los platos de la comida en el lavavajillas.

  Me di la vuelta, nerviosa. Sin apartar sus ojos ceniza de los míos dejó su plato en el fregadero.

   —Siento que te hayan incomodado.

  —Tienes que dejar de sentirte culpable por todo, Elodie.

    Jay tenía razón, se acabaron las culpas y  los remordimientos.

   Ambos intercambiamos miradas de deseo. Me moría por estar de nuevo entre sus cálidos brazos, por acariciar sus labios con los míos. Jayden era mi examen, un verdadero test de amor. Y si quería pasar el examen tendría que arriesgarme a suspender quisiera o no.

           ∞ • ∞

Toqué el play del reproductor de música conectado a mi altavoz. En un principio comenzó a sonar una pieza a piano, una de mis favoritas. Cerré los ojos y me dejé llevar por la música escuchando de fondo la risa de Jay. Estaba segura de que me observaba sentado desde la cama.

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