Capítulo 24 ∞ Infancia

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.–Sol–.

Solo éramos simples compañeros de piso. Así era la realidad, nunca le iba a interesar a alguien tan narcisista como Jayden Irons, puede que físicamente sí, ¿pero interiormente? No, yo creo que no. Aquellos días en los que le conocí como a un amigo juré que había sentido una punzada en el corazón. Una estupidez que se me había metido en la cabeza de tanto leer novelas románticas.

Jay no solo era una mala influencia, sino que era un pasito al precipicio. Perder mi futuro por un chico era los menos que quería en aquel momento. Por eso había rechazado a Matt, a Kendall y a mil chicos más. Tenía la etiqueta de inconquistable de por vida. Era tan extraño que con Jayden aquella etiqueta ya no tuviera sentido. ¿A caso estaba cayendo en su vil juego? No, no lo iba permitir. Yo no soy una más de sus inquilinas, y tenía que entenderlo.

      ∞ • ∞

Era Octubre, hacía una semana desde el partido de fútbol. Y las hojas iban cayendo alertándome del comienzo del otoño. Los árboles se tintaban de colores otoñales que dejaban preciosas las calles de New Heaven.

Yo estaba tan sumida en la universidad como siempre. A Jayden le veía una vez al día si tenía suerte de coincidir con él. Cada uno tenía su vida en la que el otro no formaba parte más que dentro del apartamento. Pero aquella noche, era muy diferente a como yo pensaba. Llegué a casa tarde de haber estado retenida por Serena en un bar cercano. Lo primero que me llamó la atención fue la música melancólica que se oía por todo el apartamento. Caminé a hurtadillas guiándome por la música. Procedía de su habitación así que no me molesté en llamar a la puerta.

—Vete —me ordenó su voz ronca.

Estaba tumbado en su cama de colcha negra y dándome la espalda. Era un ambiente tan deprimente que daba ganas de llorar.

—¿Qué te pasa?

—He dicho que te largues —rugió lanzándome uno de sus cojines oscuros que atrapé al vuelo. Me dejó bastante claro que no quería hablar con nadie, tal vez alguien pudiera darme respuestas.

Cerré su puerta y saqué mi smartphone de mi bolsillo. Encontré el número de Cody y le di a llamar. Tras varios pitidos contestó:

—Al habla Cody.

—Soy Elodie.

—Ya lo sé. ¿Qué pasa? —quiso saber fríamente.

—Es por Jay, estoy preocupada. Está escuchando música triste y de mal humor.

—Mierda. —Desde luego que Cody sabía a lo que me refería—. ¿Qué día es hoy?

Me aparté el móvil de la oreja y miré la fecha en la pantalla de bloqueo.

—Es 1 de Octubre —le informé volviendo a situar mi smartphone junto a mi boca.

—Joder, me he olvidado. Escucha, yo no puedo ir. Tienes que cuidarle.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Tú sólo hazlo, ya te lo explicará él. —Y me colgó dejándome que con las dudas en mente.

Suspiré cogiendo aire para enfrentarme a un Jay malhumorado y con pocas ganas de aguantarme. Volví a abrir su puerta, pero esta vez más cuidadosamente.

—¿Es qué no te he dicho antes que te vayas? —inquirió consiguiendo que pusiera los ojos en blanco.

—Sí, me lo dijiste. Pero no pienso obedecerte —le aseguré, orgullosa. Oí como resoplaba ante mi respuesta.

Crucé su cuarto hasta llegar al otro lado de la cama de matrimonio. Me senté apoyando mi peso sobre mi antebrazo y le miré intentando descifrar algo en su conducta. Jayden tenía los ojos más oscuros de lo habitual como si estos estuvieran luchando por no derramar lágrimas. Recuerdo perfectamente cómo me había contado que era incapaz de llorar, y no le había creído. Todo el mundo tiene un lado sensible, no se puede ser tan frío.

EclipsadosWhere stories live. Discover now