Pero entonces, Niall se separa de mí lo suficiente como para poder verme el rostro y, con los ojos inundados por una marea de oscuro dolor, dice:

-Te quiero, Julia.

Trato de deshacer el amargo nudo de angustia que siento en el estómago y digo:

-Y yo a ti. Sabes que eso no cambiará nunca.

Niall esboza una clara sonrisa de despedida y me besa con suavidad, pero a la vez demostrando una fiera desesperación, simbolizando esa despedida que ambos tratamos de eludir durante el máximo tiempo posible, pero que se cierne sobre nosotros amenazante, recordándonos que, por mucho que finjamos que esto puede durar para siempre, en algún momento tendremos que separarnos y decirnos adiós.

-Te voy a echar de menos. - Digo, como si este momento no tuviese ya suficiente drama de por sí.

-Y yo a ti, mi pequeña zanahoria.

***

En cuanto estoy lo suficientemente lejos de la casa de Niall como para poder evitar la tentación de volver corriendo hasta su puerta y suplicarle que se quede junto a mí, me permito a mí misma dejar de caminar prácticamente a ciegas y, con el corazón en un puño, me meto en el inicio de un callejón entre dos edificios y apoyo la espalda en la sólida y resistente pared de ladrillo, tratando de acompasar el ritmo de mi respiración, con la esperanza de tener unos efímeros momentos de paz y poder poner un poco de orden a mis atolondrados pensamientos, que giran en mi cabeza en un vórtice de amargura, arrepentimiento y dolor.

Me paso las manos por el rostro y suelto un largo suspiro, como si así pudiese drenarme de todo aquello que me perfora por dentro y me hace sentir como si tuviese en la garganta miles de pinchos de acero.

Sin embargo, ninguna lágrima se escapa de mis ojos. De hecho, ni si quiera siento esa necesidad imperiosa de desahogarme a través de ellas, tal y como solía hacer hace un año cada vez que me encontraba en una situación de este tipo.

A pesar de todo, a pesar de mis altibajos y de que probablemente no esté pasando por mi mejor momento, he recorrido un largo camino para llegar hasta donde me encuentro en estos momentos.

Aquello de actuar como la víctima ha quedado muy atrás.

Así que supongo que, en realidad, en estos momentos lo único que necesito es serenarme y tratar de encontrar la forma de desconectar durante unos instantes o, al menos, de aliviar todo lo posible ese penetrante dolor que me atenaza el pecho, causado por esa espada de hielo que siento que me atraviesa de parte en parte y me impide respirar profunda y totalmente.

Durante todo este año, he conseguido seguir adelante porque lo tenía todo planeado. Sabía perfectamente cuál iba a ser mi futuro, y tenía mi vida totalmente atada. Creía que no había dejado ningún cabo sin atar, y que todo estaba perfectamente ordenado y calculado.

Sin embargo, en estos momentos no tengo ni idea de qué va a pasar con mi vida, con este triángulo amoroso en el que me encuentro ni con mi futuro.

Y, en el fondo, sorprendentemente, no me importa. Ni si quiera me afecta, tal y como habría ocurrido hace un par de meses de haber sabido que el destino me pondría en esta situación.

Supongo que por fin he aprendido que da igual lo mucho que organices tu vida, los muchos planes que prepares para tu yo futuro: Cualquier acto, por mínimo que sea, puede cambiarlo todo por completo. Puede desbaratar todos tus planes y deshacer todos esos nudos que tanto te había costado atar.

El futuro siempre, siempre es incierto.

Y, créeme, por mucho que creas que sabes lo que ocurrirá, nunca es así.

Faithfully [actbh #2]Where stories live. Discover now