Punto para mí.

Alguien carraspeó con la garganta a nuestro lado en ese momento y ambos miramos en la dirección del sonido. Un vampiro alto, con el pelo negro a la altura de los ojos y echado hacia un lado con fijador. Llevaba un jean azul marino, una camisa gris, una chaqueta americana blanca desabotonada y unos zapatos náuticos azules con los cordones blancos. Aquel conjunto le quedaba como un guante, resultando elegante pero informal al mismo tiempo. Su despreocupada forma de caminar y su manera de llevar los hombros caídos con las manos metidas en los bolsillos de su jean, le daban un aspecto pintoresco y atrayente. Sus ojos, de color aguamarina, me miraban con intensidad, examinándome, haciéndome estremecer. Intenté apartar mi vista de él, para parecer desinteresada, pero no lo logré.

Era demasiado atractivo como para dejar de mirarle.

– Donovan, ¿está todo bien?- preguntó el vampiro-. Tenemos una conversación que terminar.

¿Así que aquel era el tipo con el que Donovan había venido a hablar? ¿Ese era el dueño del local?

– Me temo que tendremos que aplazarlo, Nathan- dijo Donovan. Contuve la risa mientras miraba al vampiro. ¿Nathan era el dueño de Nathan's Club? La verdad, no se había complicado mucho la vida al buscar un nombre-. Ella necesita que la examine un médico- le miré.

¿Estaba aplazando su reunión con un vampiro por mí?

– Oh, no hace falta- dije-. Estoy bien, de verdad.

– Lilianne- dijo Donovan, mirándome seriamente-, no pienso dejar que te marches así. Has perdido sangre, podrías desmayarte mientras conduces.

Mientras decía eso, sentí la mirada de Nathan en mí y cuando le miré, vi que estaba observando la herida de mi frente, con hambre en sus ojos.

– De verdad que no es para tanto- insistí.

– Si queréis- dijo Nathan-, podéis venir a mi casa. Tengo un botiquín en el baño.

– Entonces vamos- dijo Donovan, sin darme opción de negarme.

Instantáneamente Nathan avanzó hacia nosotros y nos pasó de largo.

Los dos le seguimos en silencio, hasta cruzar la esquina y entrar en un callejón sin salida.

– ¿A dónde vamos?- pregunté, extrañada.

– A la puerta trasera- contestó Nathan-. No quiero arriesgarme a que las gatitas se peleen de nuevo en mi local si entramos por la puerta principal.

– ¿Vives en la discoteca?

– Corrección- contestó, mirándome por encima de su hombro con una sonrisa-. Vivo al lado. Así si surge algún problema puedo acudir a resolverlo rápidamente.

– Tiene lógica- susurré.

En ese instante mi muslo vibró y abrí la cremallera del bolsillo de mi pantalón para sacar el móvil. Era un mensaje de Rachel, corto pero directo al grano.

"¿Algún chico guapo?'' era lo que decía el mensaje.

Me reí mientras marcaba su número para llamarla y ambos chicos me miraron con curiosidad.

– Por lo que veo no hay chicos guapos después de todo- dijo Rachel al otro lado del teléfono.

– ¿Por qué lo dices?- pregunté.

– Porque si estuvieses con alguno no me hubieses llamado- me reí.

– Oye, que te haya llamado no quiere decir que no esté con algún chico- dije mirando a los dos que caminaban delante de mí.

PuraWhere stories live. Discover now