Capítulo 1

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– Dicen que es un buen local - dije mientras avanzaba por las oscuras calles.

Estaba buscando el Nathan's Club, una discoteca bastante famosa situada a las afueras de Lake City. Un folleto de anuncio que hablaba sobre el sitio había sido colocado en el buzón de mi casa, y en el de los otros vecinos, aquella tarde y sinceramente, me picaba la curiosidad. Quería saber qué tan bueno era el local, ya que a todos y cada uno a los que le había pedido opinión sobre él, me habían dicho que era excelente. Tendría que ser fantástico si tanta gente me había recomendado ir, y puesto que las discotecas eran uno de mis lugares y puntos de interés favoritos, le daría la oportunidad a esta de hacer honor a los cumplidos. Además, si las chicas y yo íbamos a vivir allí, teníamos que conocer ciertos lugares de importancia incluidas, por ejemplo, las mejores discotecas.

– Si es tan bueno deberías buscar a la marabunta de gente, y ellos te guiarán hasta la discoteca - dijo Rachel al otro lado del teléfono.

Si, ya sé que es ilegal hablar por teléfono mientras se conduce, pero aquel era un viaje importante y no podía dejar de administrar información en ningún momento.

– Supongo que tienes razón - le dije -. Oh, espera - murmuré mientras mis ojos captaban las palabras "Nathan's Club" en grandes letras de color rojo y negro al final de la calle -, creo que es ese de ahí.

– ¿Ya lo has encontrado? - preguntó Lynette, y sentí cómo se aproximaba al teléfono.

– Sí - contesté -, estoy viendo el cartel del local - miré a mi alrededor, en busca de un lugar para aparcar.

– ¿Ves a mucha gente? - Rachel preguntó, tratando de comprobar si su teoría de seguir a la marabunta era correcta.

– No sé - dije -. Estoy buscando aparcamiento, no estoy pendiente de ellos.

– No encontrar aparcamiento fácilmente también es un indicio de que hay bastante gente con los mismos planes que tú - añadió ella.

– O también puede que sean los coches de los vecinos que viven por aquí - la chinché.

– Yo me quedo con mi teoría - bufó ella.

Rachel era de esas chicas que querían encontrar una razón lógica para todo y se molestaba cuando mis comentarios quebraban sus argumentos. Aunque, a pesar de su manía de encontrar motivos razonables para cada cosa, su pasión por el arte, sobretodo el arte abstracto, hacían que en ocasiones hasta se llevara la contraria a sí misma, lo que nos había otorgado muchos momentos graciosos. Lynette, por su parte, era una chica amable y espontánea, amante de la moda y fiel a su amor por el periodismo. Ese amor la hacía una preguntona nata, lo que resultaba encantador hasta que formulaba preguntas que se volvían comprometidas y se ponían en tu contra. No es que ella lo hiciera queriendo, al menos no la mayoría de las veces, pero se dejaba llevar y la muchacha ni siquiera se daba cuenta de lo que decía hasta que una no se lo decía. Por lo tanto, el gran sueño de Rachel era poder llegar a crear y organizar su propia exposición y convertirse en una pintora famosa. Lynette por su lado soñaba con ir por el mundo haciendo tantas y entrevistas y reportajes como le fuera posible.

¿Y yo? Yo era un caso aparte.

– ¿Estás segura de que vive gente cerca de la discoteca? - preguntó Lynette -. Es raro que no hayan puesto denuncias al dueño por la música alta.

– Ya - dije mientras daba marcha atrás para aparcar el coche en el hueco libre que había encontrado -. Yo también lo pensé, así que investigué un poco, y al parecer las paredes están insonorizadas. La gente del exterior no escucha nada de lo que sucede dentro. Punto para el Nathan's Club.

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