Mercy

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¡Qué linda!, ¡Qué destructiva!
Esos ojos, una trampa mortal,
grises, enormes, enmarcados con hermosas pestañas,
oscuros, profundos como un pozo sin fondo.

Le gusta destruir y ser destruida,
un placer que pocos tienen la fortuna de obtener.

Le gustaba el universo,
grande, infinito, lleno de misterios,
en alguna medida le recordaba a ella misma.

Pero se sentía vacía, diferente.
Moviéndose, por suerte,
entre aquella amarga melodía llamada vida.

Lo tenía todo, nada,
sólo destellos, sólo suerte,
¿A eso le llamaban sueño adolescente?

Crónicas de una mente sin sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora