CAPÍTULO VEINTIOCHO

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Narra Ale.

Es mi madre así que no me queda más remedio que contestarle.

No me da tiempo a decirle nada cuando Daniel me arrebata el móvil de las manos.

- ¿Puede quedarse Ale a dormir en nuestra casa? Vamos a ver películas. ----- ¿Enserio? ------ Vale, muchas gracias, chao.

Mientras hablaba por teléfono con mi madre, yo le hacía gestos como si fuera a cortarle el cuello.

- ¡Te quedas a dormir! - Me dice.

- ¡Toma ya! - Le muerdo el cuello.

- No hace falta que me muerdas, bruta.

Por fin nos sentamos y vemos la película, a base de besos.

Después llegan los padres de Daniel y Jesús también.

- Hombre, la vecina en casa. - Dice Jesús.

- Se queda a dormir. - Dice Daniel, la mar de contento.

- Entonces, ¿Qué queréis para cenar? -Pregunta Eva.

- Pues hamburguesas y patatas. - Dicen los gemelos, al unísono.

- Una ensalada. - Digo yo y quedo como la rara.

Después de cenar, los gemelos me dan un cepillo de dientes, ya que no puedo estar sin cepillarme los dientes.

- ¿Tenéis algún tipo de crema? -Le pregunto a Jesús ya que Daniel, se ha ido por ahí a no se donde.

- Sí, una de nivea. Como te crees que me mantengo joven y bello.

Me muerdo el labio, en plan estás tonto chiquillo y el me pasa la crema.

Me recojo el pelo y me echo la crema, seguidamente salgo y están los gemelos tumbados en la cama.

Me decepciono un poco ya que Jesús, por lo que veo, duerme en la misma habitación que Daniel.

Pensaba dormir en ropa interior pero con Jesús aquí, ni aunque me paguen.

Si te enamoras, pierdes. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora