Capítulo 19 - Peeta es mío y yo soy suya.

3.1K 148 15
                                    

—Aurelius, dime— pedí con desesperación.

Apenas entrar al hospital Haymitch me informó sobre lo que había pasado con Peeta, ni siquiera pasé a verlo, no podía verlo, no cuando despertó sin que yo estuviera a su lado. No quería ni pensar lo que él diría de mí cuando supiera que le permití a Gale dormir al lado mío, aunque no me haya tocado, aunque no me haya abrazado, simplemente había estado demasiado cerca de mí, y yo se lo había permitido. Se lo había permitido porque había visto el dolor en sus ojos y ese mismo dolor había estado en los míos, sólo por esa razón le dije que sí.

Pero Gale debía entender que yo había dejado de ser suya, y él había dejado de ser mío.

Porque ahora:

Peeta es mío. Y yo soy suya. Cualquier otra idea era totalmente imposible.

Imposible en el modo de que Peeta me hacía feliz, me hacia olvidar las pesadillas en la noche cuando me abrazaba con sus fuertes brazos y su olor a canela inundaba mi nariz. Y en que él, más que nadie, había hecho menos doloroso la perdida de Prim.

—Últimamente solo me das malas noticias, Aurelius—le digo cansada

Me sonríe para confortarme y luego comienza a hablar -Es solo una pequeña contusión en el cerebro el que no le permite moverse- dice tallándose los ojos -. El coma y la enfermedad no afectaron absolutamente nada, solo necesita adaptarse

—Entonces, ¿volvera a caminar?

—Si, lo hará. Por eso no te preocupes. Necesita acostumbrarse, volverse a ponerse en movimiento.

Suspire aliviada, un acontecimiento menos por el cual luchar. Era algo reconfortante.

—Gracias—dije

—¿Por qué?

—Por la noticia. Al menos se que Peeta volverá a caminar.

—Así es- asintió —. ¿Quieres pasar a verlo?

Me negué —No. No puedo. ¿Esta Haymitch con el?

—Effie también.

—Solo necesito a Haymitch, ¿podrías hablarle, Aurelius?

Le dije que lo esperaría en la cafetería, y el asintió alejándose por el pasillo. Camine con el olor de comida guiándome por el hospital, mis tripas rugieron, y me di cuenta que no había comido nada desde que me había despertado.

Solo pedí un café, para sentirme mas aliviada, y como no soy amante de esta cosa negra, le agregue dos cubos de azúcar, como Finnick me había enseñado, sabia mejor con ellos, y me senté en una de las mesas más alejada de las personas.

Me puse a pensar, que es lo que mi patito hubiera dicho y no encontraba nada aconsejable en mi mente, no logre nada, más que un dolor de cabeza y que mis ojos se humedecieran al mínimo, pero no lo suficiente como para soltar una lagrima. Me di cuenta que el dolor de la perdida, ya no era tan intenso y que al tratar de recordar sus cabellos dorados o sus ojos que me miraban con amor, su voz, ya me era bastante difícil. La estaba olvidando físicamente, pero mi cariño seguía intacto, como si estuviera viva conmigo y la muerte no me la hubiera arrebatado. La muerte de un ser amado, jamás lo olvidas, pero dejas de sufrir al tiempo.

—Deja de pensar, cielito— susurró Haymitch sacándome del abismo al tiempo que tomaba asiento.

—Quería hablarte— balbuceo distraída mirando un punto lejos de la cafetería, olvidando el vaso sobre la mesa.

— Eso suponía. No me hubiera hablado Aurelius por nada.

—¿Cómo se encuentra Peeta?—dije nerviosa jugueteando con mis dedos

Cenizas || Después de Sinsajo [Terminada] [Editando]Where stories live. Discover now