Capítulo 5: Cenas e interrogatorios

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- ¿De qué hablas?

- De nuestra relación. Ni siquiera me has dicho cómo se supone que nos conocimos. Ni me has hecho sentir querido y apreciado, tus padres no se tragarán esto si no empiezas a mejorar – me dijo marchándose hacia el pasillo.

Le seguí hacia la planta baja y mi madre nos interceptó. Sonrió hacia Naruto y le aclaró lo guapo que estaba ahora ya sin pintura por encima. Naruto me sorprendió cuando le dedicó una enorme sonrisa a mi madre y se ofreció para ayudarla con unos platos de comida que llevaba. Entramos juntos al comedor y fuimos a sentarnos cuando Gaara me cogió de la mano y me empujó para que me sentase a su lado separándome de la silla de al lado de mi madre. Naruto se sentó donde yo iba a sentarme antes de que mis primos me interceptasen y al sentarse, se escuchó una terrible ventosidad por su parte que hizo callar a toda la mesa excepto a Kankuro y a Gaara que empezaron a reírse con ganas.

Naruto se levantó quitando un cojín de pedorretas de debajo de su trasero y mi padre al verlo le dio una colleja a Kankuro que llamaba pedorro a Naruto. Mi madre pidió silencio en la mesa con cara de cabreo y tanto Kankuro como Gaara se callaron de golpe.

- Dame eso cariño – le dijo hacia Naruto quitándole el cojín de las manos y dejándolo en un lateral de un mueble – haber si tenemos la cena en paz – dijo refiriéndose a mis primos.

Empezamos a comer el primer plato y no paraba de mirar a mis primos y a Naruto. Sé que algo habrían planeado, ellos siempre tenían algo por hacer y eran así con cualquiera que trajese a casa. Un incordio de chicos. Les adoraba, eran mis primos y los quería con locura, pero eran muy dependientes de mí, no me dejaban ni a sol ni sombra.

- Bueno y... ¿Cómo os conocisteis? – preguntó mi madre sonriendo mirando a Naruto y él se quedó atónito sin saber qué responder. Yo sonreí a ver qué se le ocurriría a eso.

- Oh... es una historia preciosa, que la cuente Sasuke que se le da mejor – me lanzó a mí y quise matarle por tirarme el marrón a mí. ¡Sería desgraciado el niñato!

No había planeado nada, de hecho no sabía muy bien qué contar pero algo se me ocurrió de golpe, ese crío se iba a enterar de lo que valía un peine. Iba a dejarle a la altura del betún, iba a hacer que mis padres se dieran cuenta de la clase de persona que era, un vulgar chico de la calle. Total... sólo quería dejarle mal para que mis padres dejasen de tocarme las narices con eso de que nadie les parecía adecuado para mí, Naruto era el menos adecuado y lo dejaría claro.

- Lo conocí en un juicio – les dije – está acusado de haber apuñalado a su jefe y yo le represento – mis padres nos miraron con los ojos como platos.

- No fue exactamente así Sasuke. Mi jefe trató de abusar de mí y le clavé un cuchillo en la mano para defenderme. Espero que Sasuke sea tan buen abogado como dice ser y me saque de este lío.

- Pobrecito ¿Y estás bien? – preguntó mi madre hacia Naruto.

- Sí, no llegó a pasar nada.

- Que forma más rara de enamorarse – dijo Kankuro.

- Fue la forma en que nos conocimos – dijo Sasuke con dulzura hacia él – supongo que me enamoré de su carácter sincero y alegre. Aunque no tenga donde caerse muerto.

- Oh, yo me enamoré de esa dulzura mecánica que tiene, es como un robot, aún tengo que probar a darle alguna orden como que limpie los baños haber si la cumple como una buena máquina.

Mis padres empezaron a reírse y Kankuro y Gaara no entendían nada. Yo tampoco lo entendía. ¿Nuestras discusiones les parecían divertidas? Supongo que pensaban que bromeábamos. Las dudas fueron resueltas enseguida.

El Sendero de la Vida (Naruto. Sasu-Naru)Where stories live. Discover now