Capítulo 5: Cenas e interrogatorios

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Sasuke Uchiha

Mis primos siempre eran así, cada chica que traje a casa, ellos se ocupaban de espantarla y desde luego Naruto no sería una excepción. Sabía que iban a estar tocándole las narices y tampoco es que me importase mucho, me importaba antes cuando traía a las mujeres a las que amaba, pero Naruto no me importaba en absoluto, todo esto sólo era un trato, total... acabaríamos rompiendo.

Sabía que no duraría mucho tiempo, mis primos se ocuparían de que saliera corriendo como tantas otras veces habían hecho, pero yo tenía que tratar de controlarles, porque cuando quisiera presentar a la persona con la que realmente quería compartir el resto de mi vida, ellos seguirían haciendo esto. No podía consentirlo así que Naruto era como mi conejillo de indias, quería ver que tipo de trastadas se les ocurrían y quería intentar bloquearles, quería saber cómo parar esto para evitar que alejasen a la persona importante para mí.

Nunca entendí por qué se comportaban de esa forma. Siempre querían verme solo y se empeñaban en discutir sobre mí. Qué si querían sentarse a mi lado en las comidas, que si querían que jugase con ellos a todas horas, que si tenía que explicarles la lección, me agobiaban porque no me dejaban ni un segundo a solas. Sé que me querían mucho, pero a veces era demasiado.

Debía reconocer que lo de la pintura no era una novedad, ya me imaginaba que pasaría algo así, era una de sus típicas bromas, la había visto muchas veces. Soltar un globo desde la ventana de arriba y explotárselo encima. Mis padres como siempre muy comprensivos tratarían de animar al pobre chico o chica en cuestión y siempre les decía de tomarse una ducha y asearse, algo normal, no iba a ir a cenar lleno de pintura chorreando.

Lo de la ducha sí era nuevo y es que hacía apenas unos meses que el padre de los chicos, mi tío, Rasa... había comprado a ese animal horripilante. Yo también odiaba las serpientes pero creo que mi tío no tenía muy claro lo que era una mascota para sus hijos. Un perro habría estado bien o un gato, incluso un loro o una tortuga que se yo... ¿Pero una serpiente? Claro que teniendo en cuenta que mi tío no venía ni de visita, le daba bastante igual qué comprarles a sus hijos.

Nos los había dejado a nuestro cuidado o más bien al de mis padres. Mi tío era el típico mujeriego. Rasa siempre había sido un hombre muy familiar y adoraba a sus dos hijos, Temari y Kankuro, pero con la llegada de Gaara, su esposa Karura había fallecido. Desde entonces había utilizado sus millones para viajar, mantener su empresa a flote y ligar, sí... rompía e iniciaba relaciones con otras mujeres como si nada, supongo que se lo podía permitir, pero nunca estaba en casa. Cuando salía con alguna mujer se despreocupaba de sus hijos, sólo pensaba en ella. Sólo al romper era posible que se quedase unos días y viera a sus hijos, luego enseguida aparecía otra mujer y desaparecía de nuevo, así que al final mis primos vivían en esta casa con mis padres.

Esperé fuera a que Naruto se vistiera, no me apetecía que se perdiera por la casa y sabía lo grande que resultaba todo este lugar. Cuando salió me miró extraño y yo le miré con mi seriedad habitual.

- ¿Qué ocurre? ¿Creías que me iba a perder o qué? – me preguntó.

- Se supone que somos pareja, deberías ser más... cariñoso – le dije.

- Oh... si yo puedo ser muy cariñoso – me dijo sonriendo – eres tú el que tiene que sacarse la pierna de nuestros hijos de la boca.

- Qué bruto eres.

- Reconócelo, tú eres el único que no puede fingir ser cariñoso, eres borde por naturaleza. Nadie se tragará que me quieres.

- Sé fingir – le dije.

- No es cierto. A mí me pides que mienta en un juicio pero tú... tú no eres capaz de fingir, eres increíble. Me pides a mí que aparente ser el novio perfecto cuando tú eres el único que aún no ha puesto de su parte para que esto funcione.

El Sendero de la Vida (Naruto. Sasu-Naru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora