El silencio se instala de nuevo después de la confesión de Betillo.
Nadie sabe qué decir, pero todos sienten que ya no hay vuelta atrás.
Hollman, con el corazón acelerado, mira a Abraham.
Abraham no puede levantar la vista.
Betillo respira profundo, como si todavía tuviera algo más que decir.
Hollman finalmente rompe el silencio:
—Betillo… Abraham… yo… no sé qué hacer con todo esto.
Su voz tiembla. No de miedo, sino de honestidad.
Abraham levanta la mirada, con los ojos brillando entre culpa y necesidad de ser escuchado.
—No quería lastimarte, Hollman… —susurra—. Ni a ti, Betillo. Lo juro.
Yo solo… no sabía lo que sentía. Por ninguno de los dos.
Betillo aprieta los puños, no en señal de enojo, sino para contener sus propias emociones.
—Pues ahora dilo —responde, firme pero vulnerable—.
Si no sabías lo que sentías… ¿qué sientes hoy?
La pregunta cae pesada, directa, inevitable.
Abraham respira hondo, se pasa la mano por el cabello y finalmente lo dice:
—Hollman… tú me haces querer ser sincero. Contigo sentí algo nuevo. Algo bonito.
Pero Betillo… contigo todo empezó. Y aunque fue un desastre, también… también había algo real.
Betillo baja la mirada. Hollman traga saliva.
Los tres están en un punto donde cualquier palabra puede romperlo todo… o arreglar lo que nunca dijeron.
Hollman se acerca un paso a ellos, y con una calma frágil dice:
—Entonces, si todos sentimos algo… ¿por qué estamos peleando?
¿Por qué nunca hablamos de esto antes?
Betillo lo mira sorprendido. Abraham, aún más.
—¿Qué estás diciendo? —pregunta Betillo, casi sin voz.
Hollman respira profundamente, su corazón golpeando fuerte.
—Estoy diciendo que… tal vez… no tenemos que elegir.
Tal vez podemos hablar… realmente hablar…
Y entender qué somos, qué queremos… los tres.
Betillo abre los ojos, incrédulo.
Abraham casi se desmorona del alivio y del miedo mezclados.
Por primera vez, los tres se quedan mirando sin enojo, sin gritos, sin mentiras.
Solo tres personas intentando entender sus propios sentimientos… y los del otro.
Betillo da un paso más cerca, con una pregunta que deja a Hollman y Abraham sin aire:
—¿Estás diciendo… que te importamos los dos?
La respuesta de Hollman se queda en la punta de la lengua…
Y ahí, exactamente ahí, suena el timbre de la casa.
Los tres se sobresaltan.
Se miran.
¿Quién podría ser… en ese momento?
La tensión vuelve a nacer, diferente, más peligosa
VOUS LISEZ
✨💕Abrahaham entre dos amores...💕✨
Roman d'amourbetillo estaba enamorado de Abraham a lo igual que Juan Pablo Hollman, pero ninguno se habia dicho lo que sentían...
