Capítulo 6

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El día siguiente se lo pasó en la cama. No quería salir, una extraña fuerza le pedía dormir y dormir. Su padre entró a su cuarto pasado el medio día, extrañado. Iba ya con su uniforme de policía.

-¿Estás aún en la cama? ¿Te encuentras bien?

-Sí... solo quiero dormir. -dijo él rascándose los ojos.

-Bien... -rió su padre. -Yo me voy ya a trabajar. Tengo turno doble así que no estaré aquí de noche. ¿Estás seguro de que no quieres que me quede?

-¿Y qué harás al respecto?

-Podría encerrarte. O en los calabozos. Son más resistentes que unas cadenas.

-No, no... y menos con Parrish cerca. -dijo sin pensar.

-¿Parrish?

-¿Qué? No, nada... olvídalo.

-Stiles...

-Llegarás tarde.

-Stiles...

-Es que Parrish me pone nervioso. Ya sabes, esos ojos... es como que te traspasaran el alma.

-¿Pero qué dices? Si te cae bien.

-Sí, pero... serán cosas del jaguar, papá. No le des importancia.

-Bueno, vale. Me voy ya, hijo. ¡Y no te pases el día en la cama! Buena suerte esta noche. -dijo acariciando la cabeza a su hijo, que ronroneó haciendo que su padre riera. -Hasta mañana.

-Hasta mañana.

***

Desde que su padre se había ido, no había hecho más que ponerse unos pantalones de deporte y subirse al tejado para dormitar con la luz del sol sobre él. Justo eso estaba haciendo cuando escuchó a alguien acercarse a la casa. Se asomó al borde del tejado y vio a Derek. Sin poder evitarlo, ronroneó salvajemente al verlo, y el lobo miró hacia arriba, pues el ruido lo había delatado.

-Baja. -dijo bajito, pero Stiles lo escuchó sin problemas. El jaguar se deslizó con facilidad y elegancia por su ventana, se cambió de ropa, cogió su teléfono y las llaves de su casa, cerró la ventana y salió por la puerta como una persona normal, activando la alarma y echando el cerrojo. -Vamos. -dijo señalando su Camaro aparcado un poco alejado.

-¿Has aparcado lejos para que no te escuchara?

-Quería ver tu reacción al verme sin esperártelo.

-¿Y? ¿He aprobado?

-Me has ronroneado.

-Eso es un no.

-Eso es, obviamente, un no. -dijo abriendo la puerta del Camaro.

Stiles entró con él en el coche y Derek arrancó el motor. Estaban a mitad de trayecto cuando el jaguar comenzó a sentir algo apretarse en sus pantalones. Miró a Derek, que estaba mirando a la carretera sin inmutarse y él se empezó a mover inquieto, pasándose las manos por su vaqueros.

-Para, Derek. Tengo que bajar.

-Casi estamos allí.

-Dios, Derek... ¡para! -Stiles se quitó el cinturón e intentó abrir la puerta, pero el seguro estaba puesto.

Derek lo miró confundido y vio que los ojos del chico se habían transformado. Su pulso estaba muy acelerado, y olía a pura excitación. El muchacho se revolvía en el asiento, pero Derek no paró el coche, aún a riesgo de que el maldito gato le rasgara su preciada carrocería.

-Derek, joder. ¡Te huelo! ¡Déjame salir!

El lobo bajó las ventanillas del coche y aunque Stiles lo miró molesto al principio, empezó a relajarse. El olor así era más suave. Stiles asomó la cabeza completamente por la ventanilla y respiró el aire de la calle, completamente diferente a Derek, que olía delicioso... Fue recordar el olor a Derek y sus ojos se transformaron.

Yaguareté·Abà IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora