Capítulo 4

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Los días después de la conversión de Stiles, se basaron en entrenamientos y búsqueda de información. Fue así como se enteró de algunos detalles que Peter no había sido capaz de decirle acerca de los Yaguareté, pues habían sido extintos hacía siglos.

Stiles encontró poca información acerca de ello, pero al contrario de lo que pasaba con los hombres lobo, prácticamente toda era de buena calidad. Los hombres lobo eran tan comunes y se había escrito tanto acerca de ellos, que algunas leyendas rozaban la absurdez.

Gracias a sus búsquedas nocturnas en internet y algunos libros de la biblioteca central, se enteró de algunos detalles:

Los Yaguaretés tenían un aroma que a las demás criaturas les resultaba difícil de rastrear lo que explicaba por qué Derek y Scott habían tenido que pegar la nariz a su cuello para notar su esencia, que era mucho más evidente en la zona detrás de las orejas. En esa zona, también averiguó acerca de la existencia de dos manchas blancas que hacían más claro el pelo de la cabeza. Su capacidad olfativa estaba tan sólo un poco más desarrollada que la humana, pero como compensación, la vista y el oído estaban mucho más evolucionada que incluso la de los lobos.

Su agilidad y habilidad para trepar era el rasgo más distintivo de esta raza de criatura. Eran capaces de trepar cualquier tipo de estructura vertical, incluso quedando completamente colgados del techo y podían moverse en esa posición durante algunos metros. (Esto lo había comprobado Stiles, dejando casi imperceptibles surcos por las paredes y techos de su casa) Eran sigilosos, por lo que acechar a sus presas no era un problema, y tenían cierta debilidad por las alturas. (Por esto, Stiles había sorprendido en un par de ocasiones a su padre, que se lo había encontrado tumbado sobre el tejado de la casa en varias ocasiones, o incluso sentado tranquilamente en alguna estantería del salón).

También había encontrado información acerca de la sorprendente afición al agua y su gran habilidad para moverse en ella. Esta información le pareció algo confusa a Stiles, pues hasta el momento, todo estaba bastante relacionado con los gatos, pero tras investigar un poco más, encontró que los jaguares son grandes nadadores y pescadores. Todo tenía sentido entonces.

En cuanto al carácter, Stiles había notado algunos cambios; si antes era inquieto, ahora rozaba lo insoportable. Jugueteaba con cualquier tipo de cosa que se moviera, perseguía ciervos con el simple hecho de entretenerse y trepaba a cualquier tipo de sitio que considerara interesante. Al mismo tiempo, se había vuelto mucho más cariñoso: en alguna ocasión Scott se había encontrado con su mejor amigo pegado literalmente a su brazo, buscando algún contacto. Sin embargo, cuando estaba de mal humor, se apartaba del resto del mundo buscando tranquilidad en la soledad, lo cual era un tanto desconcertante, pues era capaz de estar prácticamente ronroneando y al segundo darte un zarpazo, molesto.

Por otro lado, los yaguaretés no eran como los lobos, no solían agruparse en manadas o clanes, aunque sí era posible encontrar clanes, pero sólo cuando se trataba de miembros de la misma familia. Lo cual no era problema para Stiles, que sentía que los demás miembros de la manada eran su propia familia.

-¡Stiles! -escuchó a su padre desde el jardín. -¿Quieres bajar ya de ahí arriba?

-Voy. -dijo saltando desde lo más alto del tejado hasta el jardín, cayendo sobre sus dos pies. ¡Ah, sí! Y como los gatos, siempre caía de pie.

-De verdad, no me acostumbro... -murmuró su padre negando con la cabeza. -Mi hijo solía ser un torpe.

-¡Eh! -protestó el aludido con una sonrisa.

-Sabes que es cierto.

-No lo niego, pero que te lo diga tu padre, duele.

-¿Hoy no has entrenado? -dijo encaminándose hacia la casa.

Yaguareté·Abà IWhere stories live. Discover now