Capítulo 5

15.6K 1.6K 280
                                    

Al día siguiente, Lydia le había ido a buscar a casa para obligarle a ponerse la ropa nueva para volver a ir de compras. Mientras ella se quedaba abajo tomando algo de té junto con su padre, él se puso unos vaqueros algo apretados pero caídos con una camiseta roja algo más ceñida que las que solía llevar y unas deportivas tipo "Nike" blancas y rojas. Bajó y su padre lo miró con los ojos abiertos de par en par y la chica lo recibió con una sonrisa.

-Así me hubiese enamorado de ti hace tiempo. -dijo sonriendo.

-¿Quiere eso decir que te has enamorado de mí?

-Buen intento. -dijo ella riendo.

-Estás... guapo. -dijo el padre sobre su café.

-Tú también, machote. -dijo apretándole el hombro a su padre antes de servirse un café, haciendo que su padre se atragantara con una risa. No le gustaba demasiado la idea de que su hijo fuera un ser sobrenatural, pero tenía que admitir que el cambio había sido para bien, sobre todo por su nuevo cambio de actitud: más seguro de sí mismo y sin miedo.

-Vaya Lydia... viéndolo ahora, no dudo en que harás buen uso de la tarjeta.

-Lo dejaré como un playboy. -dijo ella orgullosa.

-Lo dejo completamente en tus manos. -dijo levantándose de la silla. -Yo me voy ya a trabajar. ¿Te veo para comer?

-Tal vez coma fuera... de tarde entrenamos.

-Vale. Pues nos vemos a la cena. ¿Has pensado ya en la luna llena? Puedo cogerme esa noche libre si lo prefieres. -dijo cogiendo las llaves.

-¿Qué? No, no... no te preocupes... creo que me ayudará Derek, aunque no la necesite. No soy una máquina de matar. Pero... de todos modos... ve a trabajar, será mejor. -sonrió el chico, tranquilizando considerablemente a su padre.

-Hasta la noche. Comprad bien... y déjamelo guapo. -sonrió a la muchacha y se fue.

***

-No, no, no, Lydia... no pienso hacerlo.

-¡Oh, vamos, Stiles! ¿Tienes miedo a unas agujitas de nada?

-No son unas agujitas, he visto cómo se lo hacían a Scott y encima se borra y después te tienen que quemar la zona. No. Me niego.

Pero por mucho que se negó, Stiles acabó tumbado en la camilla del centro de tatuajes, sin camiseta, sintiendo cómo una aguja se clavaba sin piedad sobre su blanca piel de las costillas, justo donde había tenido el mordisco.

Cuando salieron de allí, después de pagar, se fueron hacia el coche de Lydia. Compraron algo de comida y bebida y fueron directamente a la mansión Hale. Fueron los primeros en llegar, aunque no tardó mucho en llegar Derek. Stiles le esquivó y fue instintivamente a trepar por una de las vigas hasta el tejado.

-¿Qué hacéis aquí tan temprano?

-Vinimos a comer. -dijo Lydia mirando hacia donde Stiles había huido. -Fuimos de compras, así que nos quedaba mejor comer aquí. ¡Stiles! ¡Deja de hacer el capullo y baja!

-Estoy a gusto aquí. -se escuchó una voz en lo alto del poco tejado que quedaba.

-Gatos... -murmuró Lydia.

-He dicho un millón de veces que no soy un puto gato. -dijo una voz a sus espaldas. Stiles, con los ojos y colmillos transformados estaba al pie de las escaleras. Derek gruñó, poniéndose delante de Lydia para defenderla y eso pareció calmar al muchacho. -Lo siento... ¡No me llaméis más así, joder!

Lydia rió, nada asustada y se acercó a Stiles. Le quitó la camiseta y lo empujó hacia Derek. Los dos se quedaron mirándola extrañados.

-¿Quieres que nos peleemos? -preguntó confuso Stiles.

Yaguareté·Abà IKde žijí příběhy. Začni objevovat