Un boleto al paraiso

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Había estado buscando trabajo infructuosamente durante meses, a poco de darse por vencida su mejor amiga le consiguió un puesto como cajera en una empresa de transporte público interurbano. Tenía tres hijos que mantener, de manera que aunque no lo consideró la mejor opción decidió quedarse y probar suerte.

Estaba ansiosa por conocer el sistema de trabajo y hacer nuevas amistades, sumar gente positiva a su vida. Pasado unos días se dio cuenta que los nuevos compañeros de trabajo no eran ni muy simpáticos ni muy comunicativos, pero a estas alturas eso le daba lo mismo, lo importante es sacar adelante su familia, proveer para sus hijos y hacerlos felices. Esa es su meta.

Con el transcurrir de las semanas ella aprende rápido el sistema, es inteligente, habilidosa y tiene hambre de trabajo, por tanto todo comienza a hacérsele fácil, los compañeros de labores se han vuelto de a poco más comunicativos, se ha dado cuenta de que los chóferes de las máquinas de buses son tipos mujeriegos, muchos han tratado de desplegar sus encantos con ella, las chicas que ahí trabajan se lo advierten pero ella replica que no tiene interés amoroso, ese es su lugar de trabajo, ha decidido estar sola por opción, y aunque es joven así se siente a gusto, el trabajo y sus niños, en especial la menor que es la única mujer, son los que llenan su vida.

Eso fue lo que se propuso pero el destino decretaba otra cosa y el mismo día en que escuchó la recomendación de no caer en las redes de los compañeros de trabajo, en su camino se cruzó quien le dejaría una marca y una huella que todos los años venideros no lograrían borrar.

Ese día y sin saberlo su vida dio un vuelco de 360 grados. Saliendo de la jornada lista ya para retornar a su hogar, tropezó sin querer con un hombre alto y fornido, se miraron y algo ahí se encendió en aquellas miradas trémulas, la de dos solitarios que ya no esperan ni le piden nada a la vida.

Pasaron varias semanas sin que el encuentro se repitiera, en esas semanas sus jefes notaron que ella era bastante más avanzada que el resto de sus compañeras y deciden otorgarle un puesto de más responsabilidad acorde a sus habilidades.

Su jefatura notó que ella manifestaba interés en el sistema de control de las máquinas que entraban y salían del terminal de buses, la capacitaron para que se hiciese cargo de la oficina como jefa de control de tráfico, ello significaba un meteórico ascenso y un mejor sueldo, como resultado una mejor vida para sus niños.

Pero el destino seguía por ahí, rondando esos pasillos, entre tráfico y tráfago de buses, entrega de máquinas, de turnos y todas las minucias del trabajo, esas miradas ansiosas volvieron a cruzarse. Esta vez él no la dejó escapar y de buenas a primeras le pidió su número telefónico.
Me llamo Ulises y estoy disponible para cualquier cosa que llegues a necesitar yo te puedo ayudar, su mirada era de súplica, pero como ella era dura sólo le dio el número de la oficina en la que se desempeñaba y nada más.

Pasaron unos días y él se percató del número que le habían dado, ahí se armó de valor y fue a reclamarle.

Su mirada la dejo fría, ella trató de explicar y escudarse en que su número particular era privado y no se lo daba a casi nadie.
Bueno yo no estoy dispuesto a ser casi nadie en tu vida replicó. Lo que Mariana sintió ante esa declaración fue una emoción nueva e instantánea a la cual no supo poner nombre pero estaba segura de que a pesar de tener tres hijos y estado anteriormente con otros hombres, nunca una mirada la había calado tan a fondo.

Al día siguiente encontró un ramo de rosas sobre su escritorio y una nota de disculpas, el ansiaba ese número, necesitaba ese contacto, el saber que podía llamarla y escuchar su voz entre el cansancio y el largo trayecto de sus viajes, el presentía que esa voz sería su consuelo y no estaba muy equivocado.

Dosis AmargaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant