La Sombra de lo que solía ser

53 5 0
                                    

Otra vez el mismo sueño. Me encuentro caminando por un sendero desolado, a mí alrededor una naturaleza más que muerta. Tengo claro hacia dónde me lleva. Sé que el final es siempre el mismo, aun así no me detengo. He llegado a mi destino, es el final del camino y no hay nada más que una gran muralla de ladrillos.

Son las siete de la mañana, abro mis ojos. Cuando duermo siento que no estoy descansando, sino que cada noche me frustra más que el mismo día. Desearía no tener que levantarme pero la vida sigue su curso aunque yo no quiera seguir avanzando con ella.

Tomo desayuno y salgo un rato de esa casa que guarda un aire tenso y poco acogedor... desde que te fuiste ya no es acogedor.

Me dirigí a una plaza a caminar un rato, el aire libre es bueno para despejar la mente. Es increíble recordar aún con tanto detalle ese día. Recuerdo los gritos, el sonido de tu cuerpo contra el asfalto, el miedo y la rapidez con la que latía mi corazón. El sentimiento de culpabilidad me corroe todo el tiempo, no me deja en paz. Me senté en un banco, repentinamente me sentí mareado. No pude evitar el que las lágrimas comenzaran a caer por mi rostro y... justo en ese momento apareció ella.

Joven, alta, con aspecto un tanto raro. Se acercó con aires desganados y preguntó.- ¿Pasa algo?, su cara era igual a la de una persona que siente lástima por un perro abandonado, no tengo por qué contestarte, no te conozco- dije con tono severo, no parecía yo. Es cierto, no me conoces pero tampoco te quieres dar el tiempo de hacerlo, se nota al ponerte a la defensiva tan rápidamente, dijo con una leve sonrisa en su rostro.

Perdón, usualmente no soy así- dije agachando la cabeza. ¿y cuándo fue que te abandonaste a ti mismo?, dijo a la vez que se sentaba a mi lado. ¿Qué clase de pregunta es esa?, que yo sepa no me he abandonado.- dije de nuevo poniéndome a la defensiva. - Se nota en tu rostro que has cambiado el quien eras, esa persona que vivía con ansias día a día. Ahora eres solo una sombra de tu verdadero tú. Puedes pensar que es algo un poco complicado pero... ¿Acaso me equivoco?, dijo con seguridad, tanta que me hizo sentir débil. Me hacía anhelar toda esa seguridad que tenía en si misma... me hacía falta. Qué extraño, pareciera que me conoces muy bien- dije simulando un poco de amabilidad.

No es la primera vez que te veo, quizás tu no me conozcas pero yo a ti sí, no tan profundamente pero con lo poco que sé puedo deducir muchas cosas, dijo levantándose del asiento. ¿Te vas?- inquirí sintiéndome un poco aliviado. Mañana, aquí mismo estaré a las cuatro de la tarde. Dijo mirándome seriamente. ¿Es una invitación? Pregunté burlonamente. Más bien una orden, nos vemos y asegúrate de venir- dijo con una sonrisa de satisfacción en su rostro, luego se dio la vuelta y se fue tranquilamente.

Llegué a mi casa, por primera vez en mucho tiempo me sentía feliz de estar en ella. Me preparé un café pero sólo le di un par de sorbos y lo dejé en la mesa, quería dormir. Me acosté temprano, tenía mucho sueño. Antes de quedarme dormido me pregunte en voz alta -¿Dónde habrá quedado el antiguo yo?, pronto me rendí al sueño.

Una de la tarde, he dormido más de lo normal. Aunque despierte más tarde sigo teniendo el mismo sueño, nada cambia. Aún tengo tiempo para ordenar un par de cosas en la casa.

Acabo de recordar que tenía que verme con aquella chica de la cual ni siquiera se su nombre, además que se cree en andar dándome órdenes. Si yo quiero iré y si no... bueno tengo mucha intriga, por lo que iré de todas formas. Ya son las tres de la tarde, terminaré de almorzar y concurriré a la plaza donde acordamos encontrarnos.

Son casi las cuatro, he llegado antes. El día está nublado y hace mucho frío, parece que va a llover. Me senté en la misma banca de la vez pasada. El reloj marca las cuatro en punto, alzo la vista y aparece ella frente a mí. Creí que no vendrías dijo con una amplia sonrisa en su rostro, nunca rompo un compromiso.

Dosis AmargaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora