Capítulo 3: No sé por qué registré a mis amigos con esos nombres.

139 29 6
                                    

¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo le explicaré? ¿Me perdonará?

Respuestas:

No sé.

Con palabras.

No, solo te castigará por el resto de tu vida.

—¡Jessie!— una voz me quitó de mis pensamientos.

—¿Eh?

De alguna manera sobrenatural desperté en el escritorio de mi cuarto.

Si me acuerdo que regresé sana y salva a mi casa, pero después me fui a dormir a mi cama.

—¡Jessie!

—¿Ya voy?

Estaba totalmente confundida. Finalmente decidí levantar mi cara para ver la pantalla de mi portátil. Mis ojos se abrieron como platos.

Cosas o excusas para decirle a papá:

-Me quedé en la casa de Amanda.

-Un auto me atropelló

-Vino una alienígena y me raptó

-Fue un apocalipsis zombie

-Papá ¿sabes que te quiero? Jamás volverá a pasar

-Confesar que me castigaron.

Que se me ocurra eso... ¡Soy una genio! Me auto felicité.

De hecho me tiré una bofetada mental. ¿Qué pasó anoche? Necesito explicaciones y pronto.

—¡Jessica Scott!— la voz se hacía más fuerte.

—¿Quién eres?—La puerta de mi habitación se abrió lentamente.

—Yo soy tu padre.

—¿Darth Vader?— El tipo lo abrió completamente.

—Señorita Scott, deja de bromear.—La voz misteriosa era, nada más y nada menos, que mi padre. Mi verdadero padre.

Él miraba a un punto, no sabía en qué dirección, hasta que se me ocurrió seguirlo con la mirada. Mirada por mirada.

—Hey, hay una palabra que se llama 'espacio personal'.— dije molesta.— todavía no sabía que miraba

—Hay una palabra que se llama 'limpieza'.—señalaba mi cama, inexplicablemente sin hacer.— Por cierto, ¿Qué ves?

—Yo... eh...

"Inventa una mentira. Pero que esta vez sea buena"

—Investigaba una investigación sobre las investigaciones sin investigar.— me trabé con mis propias palabras.

Como sabrán, soy pésima en esto de mentir. Y si tengo una mentira demasiado buena, al final, la conciencia me gana, terminando confesando todo.

Mayormente intento ocultar cosas; pero tampoco funcionan. Un día traté de ocultar mi calificación más baja de mi vida poniéndolo debajo de mi cama o del sofá. Sin éxito, mi padre lo encontró.

—Déjame ver— se acercó a mi

—¡No!—tapé la pantalla con mis manos

—¿Por qué no?

—Es una sorpresa.— cerré mi portátil

—Ya pasó el día del padre y también mi cumpleaños.—aclaró— ¿Qué sorpresa es?

—Es una sorpresa y las sorpresas no se dicen porque dejarán de ser sorpresas ¿No crees?

Suspiró.— Esto no se acaba aquí, me debes una explicación.

Ponte StopWhere stories live. Discover now