7. DE ESCARCEOS Y DEMÁS

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Nadie hubiese descrito el inicio de su relación como inesperado, un suceso extraño o tan siquiera de imprevisible. A los veinte años Alexis tenía muy claro lo que iba a ser su camino a seguir: convertirse en el rastreador más fuerte de la aldea, formar una familia, conservar su deteriorada amistad con Xavier a como diese lugar y convertirse en el Patriarca de Luna. La noticia de su ingreso en el escuadrón de los rastreadores no sorprendió a sus amigos, ni siquiera elevó las rubias cejas de Elena, que le miró con seriedad mientras empezaba a explicarle por qué debería esperar para tomar una decisión así. El entrenamiento de iniciación de los rastreadores no era algo que pudiesen tomar a la ligera y Alexis aún se encontraba bajo los estragos de la última guerra, recuperando su fuerza lentamente pero con aquella determinación tan propia de él en pleno rendimiento. Finalmente aceptó las demandas de la presente matriarca, a sabiendas de que necesitaba algo más de estabilidad en su vida antes de tomar una decisión.

Y mientras todo en su vida iba tomando un ritmo esperado, uno que se desarrollaba a la par que su vida cotidiana, también pareció lógico que cuando un doce de mayo, con los veintidós años cumplidos, Alicia se le declaró, él aceptase sus sentimientos. Alicia era su amiga. Quizás no tanto como Ainhoa, pero sin duda la presencia de la chica siempre había sido una constante en cada ocasión que el rubio pudiese recordar. Alicia era dulce y simpática, guapa y fuerte, y Alexis no vio el motivo por el que no iniciar una relación con ella. Sus antaño amorosos sentimientos por Ainhoa se habían apagado con el tiempo, y solo un leve resquicio de ellos, enterrado bajo toneladas de otros tantos más inclinados a la amistad, sobrevivía para entonces. Nunca fue consciente de que quizás se necesitaba algo más que ese enorme cariño que sentía por ella para iniciar una relación de amantes, pero algo más de un año después Alexis estaba seguro de que la quería. Compartir su vida con ella era agradable y cómodo. Le gustaba cuando Alicia le despertaba tras una corta noche de sueño, cuando le acariciaba la mandíbula con la mano para después depositar un sonoro beso en el mismo sitio. Amaba el sexo con ella, que resultó más activa y atrevida entre las sábanas de lo que Alexis hubiera esperado. Pero sobre todo le gustó la sensación de calidez familiar que el vivir juntos le proporcionaba.

Xavier sin embargo parecía ignorar todo esto. Era imposible que fuese consciente de todo a lo que Alexis había renunciado solo para estar a su lado. Había abandonado su proyecto de futuro, la que hasta entonces había sentido como su futura familia, y lo había hecho porque mientras descansaba una mañana en los brazos de Alicia se dio cuenta de que su corazón había cambiado. De alguna forma, a pesar de no haberse sentido nunca atraído por otros hombres, Alexis había sucumbido ante Xavier. O al menos se sentía terriblemente atraído hacia él; y aunque eso hubiese sido insuficiente de tratarse de cualquier otra persona, Xavier era Xavier. Su lazo más importante, aquel por el que podría abandonarlo todo en un parpadeo.

Por eso mismo, cuando tres meses después de convivencia más o menos tranquila con Xavier y sus hijos, este empezó a desaparecer algunas noches, Alexis no supo qué hacer. La primera vez Xavier solo dijo que tenía cosas que hacer y Alexis ni siquiera pensó en ello, acostumbrado como estaba al comportamiento parco del otro y a que este no diese ninguna explicación. Cuando esas noches se multiplicaron, la iluminación acudió a él y el doloroso entendimiento le dejó tres noches consecutivas sin poder dormir.

Alexis nunca se consideró una persona celosa. Contrariamente, la perspectiva de una relación con un gran compromiso se le hacía complicada. No por el hecho de la fidelidad en sí, sino por lo poco que sabía él sobre esos asuntos. Aun así, cuando Xavier apareció una madrugada en el cuarto de sus hijos apestando a perfume barato de mujer, Alexis simplemente le entregó a Chloe sin decir una palabra y abandonó la habitación, demasiado dolido como para reclamar nada a quien sabe que no tiene derecho. Las visitas de Ainhoa se habían reducido debido a que el cuidado de los niños era algo de lo que cada vez se ocupaban más ellos mismos, y las escasas visitas últimamente le recordaban a Alexis el tipo de relación abierta que ambos (Xavier y ella) habían tenido antes de romper.





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