Su amor fue como un rayo de luz que iluminaba un oscuro túnel, ella sabía que que era algo innegable. Desde el primer minuto en que sus ojos se cruzaron; algo cambió dentro de ella.
Solo podía limitarse a mirar una y otra vez esa foto de Jake y susp...
Su belleza no era ni la cuarta parte de la que tenía Bet. No se comparaba a ninguno de todos esos rasgos occidentales del que él tanto se había enamorado desde la primera vez que la vió. Para Jake, Sofía era una mujer hermosa, pero no era la única ni la última que habría en el mundo; era insípida y simple, pero al menos no era mala persona.
Sus miradas se cruzaron sin ningún rastro de interés por ninguna de las dos partes, pero simplemente había algo en común, y era ese sentimiento de resignación.
Por otro lado, el Sr. Koo hablaba con su padre.
Y en silencio él tomó su respectivo asiento indicado por los demás miembros del personal que trabajaban en su casa, justo al lado de su padre. Las miradas rápidamente se dirigieron a él y su padre le dedicó una mirada significativa, pero él se limitó a fingir una sonrisa y extender su mano al hombre sentado frente a su padre, el Sr. Koo.
Uno de los mayores inversionistas en la empresa de su padre y futuro socio. Probablemente sonaba como algo agradable, pero... ¿A qué precio?.
–me alegra verte hoy, Jaeyun– el hombre estrechó su mano y le devolvió una sonrisa rígida, típica de ésta élite. Ya Jake estaba acostumbrado a las mismas caras falsas, así que simplemente se mentalizó en la transacción que estaba en la espectativa de acontecer.
–A mí igual, Sr. Koo,Daeun...– el pelinegro hizo una leve reverencia con su cabeza solo por cortesía, pero todo era mentira. No le agradaba en lo más mínimo.
–Llegas un poco tarde. – el tono de voz del hombre hizo que su padre también sonriera amargamente y Jake asintiera silenciosamente, mientras que el hombre tras una breve pausa continuó. –Pero no te preocupes, tu padre y yo no hablábamos algo que no supieras sobre la boda... Solo añadimos una pequeña parte.
–¿De qué trata?– el hombre sonrió y tomó lentamente la copa, tomando un sorbo del vino caro que su papá solía guardar para este tipo de reuniones de negocios. Por un breve momento Jake pudo notar que Sofía agachaba su cabeza y murmuraba un "lo siento" en coreano.
–El Sr. Koo y yo queremos que ustedes se casen lo más pronto posible. Las acciones de la empresa rival están subiendo significativamente y, consideramos en un acuerdo, que sería vital adelantar el intercambio. –Su padre rápidamente alegó como un aviso, y cada palabra hacia que se apretara más el nudo en su garganta. –Y apenas se casen queremos que consumen el matrimonio, necesitamos un heredero que ayude a que la atención mediática se fije en las empresas involucradas– se limpió los labios con la servilleta, y si las miradas mataran, definitivamente ya su padre estaría muerto.
–Fijamos la fecha para dentro de dos meses, el 12 de diciembre. Ya la madre de Daeun se pondrá a la marcha con los detalles, junto con sus hermanas. Esperamos que no haya ningún inconveniente en nuestro camino, sino tendremos que atrasar la boda y deshacernos del problema.
Lo último hizo que Jake apretara los dientes, sabía a qué se referían. La presión lo hacía querer gritar, Pero hizo lo posible para no explotar.
Sus labios volvieron a curvarse sin llegar a sus ojos, y asintió, Pero por dentro muriendo internamente.
Tenía dolor, desesperación y agobio. No podía entender porqué él, ni porqué tuvo que tener un padre tan desinteresado por él y su bienestar, o siquiera por su felicidad. Pero como siempre, tenía que hacer lo que mejor le salía, tragarse todo y aguantar.
–Ya que lo entiendes, pueden retirarse. Tu padre y yo hablaremos de otros asuntos– Jake se levantó y volvió a reverenciarse, y luego empezó a caminar por el inmenso jardín de su propia casa para calmarse al menos un poco, mientras que Sofía lo seguía sin palabra alguna hasta que él explotó porque ella se acercó demasiado y rozó su brazo.
–¿¡Qué coñ* quieres!?– ella lo miró con indiferencia y él se despeinó frustrado, tirando su corbata al suelo y la chaqueta de su esmoquín, sentándose en el césped bajo la sombra de un árbol lejos de la vista de ambos viejos.
–¿Quieres un cigarro?– ella preguntó tranquilamente y él la miró con los ojos rojos. –¿Vas a llorar?.
Él volteó a otra dirección y recostó su cabeza del tronco, y Sofía empezó a dar pasos lentos para luego sentarse a un metro de distancia, sacando un cigarro de su tacón y encendiéndolo con el yesquero escondido en su cartera, dándole una gran calada.
El silencio era pesado, pero extrañamente reconfortante ante las situaciones que últimamente estaban pasando. Jake cerró sus ojos y ella se limitó a observar el paisaje, hasta que volvió a romper el silencio.
–De verdad estamos realmente j*didos...– él permaneció en silencio y ella lo observó.
Ambos se sentían atrapados, pero no había otra opción... ¿O si?.
–¿Y si... Mandamos todo a la mi*rda y les j*demos también la vida?– la chica tomó otra profunda calada y lo miró a los ojos, y no pudo evitar soltar una carcajada seca.
–¿Nosotros?... ¿Crees que podemos contra ellos?– el pelinegro se encogió de hombros y ella apagó el cigarro, levantándose. –Mejor me voy, antes que tu imprudencia nos empeore la vida.
Y La chica antes de irse soltó un suspiro y volvió a mirarlo, para luego decir una última cosa
–Yo también tenía alguien que amaba, Jake. No puedo hacer nada, pero si se te ocurre algo que sirva, me avisas– su figura desapareció entre la multitud de arbustos imponentes del extenso jardín, dejando a Jake solo.
Después de tanto tiempo luchando... ¿Qué podría hacer?... ¿Qué podría molestar lo suficiente a su padre?.
Las lágrimas empezaron a caer por su rostro, quemando sus mejillas. La impotencia desbordaba su pecho y la rabia se acumulaba en sus adentros. Pero de algo estaba seguro, y es que seguiría luchando hasta el final, aunque tenga que pagar Él mismo el precio.
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